Modo: cerebro reptiliano

Por: Juan Camilo Clavijo


El cerebro reptiliano no es reflexivo y por el contrario, actúa de manera inconsciente y por instinto. Al tener como función principal encargarse de nuestra propia supervivencia, se considera que es el encargado también de que se nos dificulte lograr nuestros objetivos personales ya que se siente seguro únicamente estando en un terreno conocido. Sin embargo, cuando se adentra en terreno desconocido, se siente sumamente amenazado y prefiere huir y escaparse antes de enfrentarse a algo nuevo.

En estos “coronatiempos” nos estamos viendo enfrentados a situaciones absolutamente nuevas: decisiones que se creyeron imposibles, una posible crisis económica y actitudes sociales que sólo vimos en las películas o zonas lejanas que se vieron por televisión.

No quiero hablar del mensaje de Boris Johnson (Primer Ministro del Reino Unido) donde avisa a los ciudadanos que muchos de sus familiares van a morir antes de tiempo, o de la falta de previsión en Italia que causó la posterior cuarentena nacional, o el discurso de Iván Duque dirigido a los empresarios y no a la ciudadanía en general.

Quiero hablar sobre las “compras nerviosas”, pánico colectivo o estupidez generalizada, no sé cómo calificarla. La población del mundo se ha volcado a los supermercados a comprar en cantidades exageradas alimentos no perecederos, artículos de la canasta familiar y cosas de aseo/higiene destacando el papel higiénico (¿acaso creen que el coronavirus da diarrea?), preparándose para una posible escasez o eventuales cuarentenas alrededor del planeta.

En redes sociales se muestran imágenes en Colombia, México y República Dominicana donde los estantes se encuentran vacíos o de personas peleando por papel higiénico. Pero esto no es de cultura, nivel de desarrollo o pasaporte. En Canadá, Estados Unidos, España, Alemania u Holanda se ha visto lo mismo. Esto es un tema de humanidad, mas no de nacionalidad.

Una de las formas que hemos desarrollado para controlar esos instintos y evitar las situaciones desconocidas como la actual, ha sido la organización social. No solamente la democracia, sino las monarquías e imperios hacen parte de ese orden social que dota a las personas de herramientas y límites para que no se vulneren entre sí, o en el peor de los casos, para que no se maten entre sí. El Leviatán de Thomas Hobbes, ese monstruo que controla la sociedad es quien modera el comportamiento social.

Durante siglos hemos creído que nos hemos alejado de esos instintos primitivos de supervivencia que se almacenan en el cerebro reptiliano, el cual conservamos desde tiempos inmemoriales, y ha sido nuestro mayor aliado cuando éramos cazadores recolectores. Sin embargo, con las actitudes vistas en supermercados donde las personas acaparan todos los artículos para ellos, dejando a los demás sin nada, es una clara demostración que el modo “ supervivencia” esta activado.

La “coronacrisis” y los supermercados son un claro reflejo de lo que estamos dispuestos a hacer por nuestra supervivencia. Es solo la muestra, la entrada que nos lleva a pensar que estamos dispuestos a hacer de lo peor en situaciones más críticas. No quiero imaginarme cuando haya una escasez de agua por el cambio climático, una guerra mundial que lleve al racionamiento de alimentos o que este virus nos lleve a las consecuencias que tuvo la gripa española en 1918.

Igualmente, el Covid-19 tiene el mismo efecto que el terrorismo, pero en mayor escala. Hemos sido presas del miedo, la irracionalidad y la histeria al creer en cadenas de WhatsApp, la exageración de los medios y los rumores del voz a voz (tengo una vecina que tiene una amiga que…).

Por eso, quiero destacar el orden social que tenemos, pues en estos momentos de pánico, es cuando más debemos cuidarlo y mejorarlo. ¿Ustedes se imaginan esta crisis sanitaria sin alguien que regule nuestra relación con los otros? (Leer Ensayo sobre la Ceguera de José Saramago).

Aprovechemos el tiempo que vamos a estar en casa para hacer una reflexión sobre nuestro rol como ciudadanos y actores vivos dentro de este orden social que es la democracia. Como podemos mejorarlo, que hacer para no tener el cerebro reptiliano activado aún sin coronavirus, que hacer para estar mejor informados y no creer en las “fake news” que ya son parte de nuestra vida.

Podemos hacernos preguntas claves: ¿Todo lo que pasa en un país es culpa del gobierno? ¿Yo tengo que ver en la causa de los problemas de mi país? ¿La empatía y solidaridad son importantes en democracia? ¿El conocer las consecuencias de mis actos, ayuda a mejorar la convivencia?

Que este tiempo que vamos estar alejados de las actividades sociales no sea en vano, y lo aprovechemos de una manera que nos podamos beneficiar todos en un futuro.