El 20 de julio, una fecha emblemática para la historia de Colombia, se conmemora el inicio de nuestra independencia en 1810. Este día no es solo un recordatorio histórico, sino un momento para reflexionar sobre los retos y avances en nuestra construcción como nación. Me planteo preguntas sobre cómo los años de independencia pueden traducirse en una nación más madura y democrática, con verdaderas garantías para la expresión popular y el reconocimiento de nuestra diversidad.
Para nadie es un secreto que de alguna manera el nacimiento de la República en Colombia no solo marcó el fin del dominio colonial, sino que también inició un proceso de construcción de identidad nacional. Según el historiador David Bushnell, la independencia fue un punto de partida crucial para la formación de una identidad nacional que integrara las diversas regiones y culturas del país. Esta nueva identidad buscaba articular un sentido de pertenencia y cohesión entre los ciudadanos, a pesar de las diferencias étnicas, regionales y sociales. La independencia también permitió el surgimiento de nuevos líderes y pensadores que promovieron ideales de libertad, igualdad y fraternidad, inspirados en los movimientos revolucionarios de la época.
Históricamente, el 20 de julio ha simbolizado la lucha por la libertad y la autodeterminación. En la actualidad, esta lucha se refleja en la resistencia y organización de diversas ciudadanías que han emergido con fuerza en el escenario político y que hoy tienen representación en el gobierno. Movimientos sociales como los del Paro Nacional de 2021, que movilizó a millones de colombianos en defensa de sus derechos y en protesta contra la desigualdad, han demostrado el poder de la acción colectiva y la importancia de una ciudadanía activa y comprometida. Todos estos nuevos actores que hoy enriquecen el concepto de Nación y de Estado son una oportunidad para revisar que significa que esa garantía hoy este en cabeza de un gobierno progresista y humanista.
Hoy cuando se cumplen 214 años de independencia, Colombia y este gobierno ha implementado políticas que buscan reducir la desigualdad y mejorar la calidad de vida de los colombianos. Por ejemplo, la reforma tributaria progresiva, que busca redistribuir la riqueza, ha sido un paso importante hacia una mayor equidad. Además, el gobierno ha impulsado la protección del medio ambiente a través de la prohibición del fracking y el apoyo a proyectos de energías renovables, la reforma pensional que protege a nuestros adultos mayores y los créditos populares, todos estos avances nos permiten decir con orgullo que avanzamos hacía una mejor Colombia.
El reconocimiento de la diversidad cultural de Colombia es otro logro notable. El gobierno de Petro ha promovido políticas inclusivas que buscan visibilizar y empoderar a comunidades históricamente marginadas. En términos de cifras, es relevante destacar que, bajo la administración actual, el índice de pobreza ha mostrado una tendencia a la baja, gracias a programas sociales dirigidos a las poblaciones más vulnerables. Además, el apoyo a la educación y la implementación de políticas de acceso a la salud han mejorado significativamente las condiciones de vida de muchos colombianos.
Sin embargo, la polarización política, la resistencia al cambio y los persistentes problemas estructurales como la violencia son obstáculos que requieren soluciones integrales y duraderas. El gobierno de Petro se enfrenta a la ardua tarea de demostrar que una Colombia inclusiva y justa es posible, y que las promesas de campaña pueden aún en este medio tiempo convertirse en realidades palpables para todos los colombianos.
Uno de los aspectos más críticos en este proceso es la garantía de la libertad de expresión y la participación popular. Las reformas políticas y sociales propuestas por el gobierno han generado debates intensos y, en algunos casos, oposición frontal de sectores tradicionales. La tarea del Estado debe enfocarse en promover un diálogo abierto y constructivo, donde todas las voces, incluso las disidentes, tengan un espacio para ser escuchadas. Sin embargo, es lamentable la campaña auspiciada por grupos económicos, medios de comunicación y sectores radicales de oposición para generar una sensación de caos, corrupción y desgobierno porque las políticas no representan sus intereses.
En este 20 de julio, rendimos un homenaje a aquellos que han contribuido a la construcción de Colombia y que ya no están con nosotros. Líderes sociales, defensores de derechos humanos, artistas, científicos y ciudadanos comunes que, con su dedicación y sacrificio, han forjado el país que hoy conocemos. Su legado nos recuerda la importancia de seguir luchando por un mejor país.
No basta con recordar los logros del pasado; es necesario trabajar activamente para que los valores de libertad e igualdad que inspiraron a nuestros próceres se materialicen en políticas y acciones concretas. Solo así podremos avanzar hacia una Colombia donde todos sus habitantes, sin excepción, puedan vivir con dignidad y en paz. Este 20 de julio, reflexionemos sobre los retos que enfrentamos y comprometámonos a seguir construyendo una nación donde la democracia, la justicia y la inclusión no sean meras aspiraciones, sino realidades cotidianas. Honremos a quienes han dado su vida por este país y asumamos la responsabilidad de continuar su legado con valentía y determinación.