Colombia, un paro por la paz, la dignidad y la igualdad

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Jaime Acosta

La protesta de estos días es un fenómeno global donde todo se puede hundir si no hay una actitud que a más del cambio climático entienda la necesidad de transformar las instituciones, superar el neoliberalismo, y atender los anhelos de los jóvenes y de las clases medias.

En Colombia, es la protesta ciudadana por la democracia y la paz, la que entiende la importancia de un desarrollo sostenible, la que pide igualdad y nuevas narrativas en distintos órdenes. Es la protesta social que es diferente a la protesta política que busca cambiar el estado.

La protesta social pretende nuevas formas de expresión cultural y política, de debate, difusión, participación, de nuevos discursos para entender la nueva sociedad, que no quiere ni cree en los políticos de las viejas banderas cualquiera sea su ideología, en los gobiernos y presidentes, y sobre todo no cree en los partidos ni en tanta iglesia de fanáticos lunáticos.

Entonces, quiénes atendemos el paro del 21N: estudiantes, artistas, profesores, profesionales, trabajadores, empleados públicos y de las empresas, empresarios conscientes de que hay una pasmosa desigualdad, emprendedores, dirigentes gremiales que piensan que un nuevo modelo de desarrollo productivo debe implementarse para que sus sectores sean más competitivos, innovadores y más justos con sus empleados, exguerrilleros, víctimas de la guerra y de Uribe, pensionados y no pensionados, la iglesia católica, los discapacitados, indígenas y negros.

La protesta social debe ser en paz, con la palabra, con creatividad y alegría, sin rabia ni violencia, con inteligencia, con música y/o en silencio, sin capuchas, con las manos abiertas, juntos, de la mano o abrazados, que debe al final del día proponer unos puntos clave para una constituyente.

Razones para sumarse al paro:

  1. Por la paz y el derecho a vivir de campesinos y líderes sociales, para que el acuerdo de paz se respete y cumpla en su totalidad y no a medias, y volver a la mesa de negociaciones con el ELN. Si Colombia se queda sin guerrillas puede orientarse a atacar la poderosa criminalidad: corrupción, narcotráfico, disidencias, minería ilegal,…;
  2. Por un desarrollo productivo que permita pasar de los commodities y del narcotráfico a un desarrollo sostenible e inteligente de la agricultura, de las industrias y los servicios de la mano de la nueva revolución tecnológica. Por el fin de subsidios ociosos que no van a la productividad y a la innovación si no a engrosar cuentas en los paraísos fiscales o en inversiones en otros negocios, pero no ha aumentar las exportaciones y generar más empleo de calidad.
  3. Por los estudiantes para que tengan una educación del futuro, de calidad, para todos y sin universidades de garaje, y por un desarrollo alto de la ciencia y la tecnología. Los rezagos en la educción y en la investigación científica son bastante culpables de la inequidad, del rezago productivo, y de la flaqueza ética que caracteriza a las instituciones y convierte a las personas en presa fácil de la criminalidad. Colombia no tiene en la sociedad del conocimiento y de la inteligencia, una política de CTeI. Absurdo.
  4. Por una salud eficiente, de alta tecnología y buen trato, que incluye investigación, producción y desarrollo de medicamentos, dispositivos e instrumental científico y médico.
  5. Por una reforma pensional que le de alguna oportunidad de pensión a 18 millones de colombianos que no acceden a jubilación. Un estado que sólo jubila al 23% de su población es un estado fallido con una economía fallida. Es el triunfo de la injusticia y de la inequidad.
  6. Por una reforma a la justicia para una lucha implacable contra la corrupción, la no reducción general de penas ni la casa por cárcel, y que reestructure desde sus cimientos la Fiscalía que hace años perdió el rumbo porque hoy es fortín de ineficiencia, impunidad y vencimiento de términos.
  7. Por una reforma política que haga obligatorio el voto. Que castigue penalmente el fraude electoral, que reforme los partidos y el Consejo Electoral.
  8. Por una reforma a la cancillería porque se requiere una nueva visión de las relaciones internacionales según los nuevos equilibrios e incertidumbres de la geopolítica mundial y de un país emergente que debe superar su saga interminable de barbarie pero que aún es el segundo más rico en biodiversidad del planeta.
  9. Por un cambio del neoliberalismo a un capitalismo sostenible y equilibrado entre sociedad, economía y Estado, donde la clase media y los pobres y no sólo los ricos, puedan soñar, ser libres, felices y tratados con respeto, dignidad y oportunidades.

El neoliberalismo no es capitalismo, es un engendro que se disfrazó de un modelo de sociedad que está destruyendo el planeta y propiciando una sociedad donde las brechas de inequidad crecen exponencialmente lo cual va en contravía de una sociedad inteligente, sostenible, libre y sustentada en principios y formas reales de igualdad y convivencia.

El mundo está viviendo una nueva época y Colombia puede ser uno de los centros del cambio porque tiene todo para ser grande pero también tiene todo para ser lo peor. Se mata por el simple gusto de matar. El asesinato, la corrupción y la desigualdad se han convertido en un “derecho”. Cuando el derecho es la vida, la transparencia y las oportunidades para todos.

@AcostaJaime