Se aproxima un nuevo 8 de marzo y una avalancha de mujeres se tomará las calles de las distintas ciudades del mundo. Se alzarán banderas verdes y moradas, se recordarán luchas y conquistas, se repartirán abrazos sororos y solidarios, habrá lágrimas y alegría, será un día en el que se nos recuerde a todas las personas, que nacer mujer ha sido una razón para luchar, será un día en que se recordarán las luchas puntuales, valientes, persistentes e históricas de las mujeres por las mujeres, por los siglos de exclusión, violencias y silenciamientos.
En Colombia, en particular, las calles van a palpitar y retumbar con batucadas por el reciente fallo de la Corte Constitucional, que fortalece el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y su vida. Este logro, como el acceso a la educación, al trabajo, al voto, a recibir un salario acorde a las capacidades y el trabajo realizado, a una jornada laboral justa, y a dirigir el Estado, es resultado de la organización, de la movilización, de la disciplina, de la creatividad, de la valentía y de la constancia con la que las mujeres han dado en cada escenario. Caramba los machos cómo debemos aprender. Esta lucha, como cada lucha que han dado las mujeres, es una lucha por la emancipación. Por poder ser y hacer lo que se quiere ser y hacer, sin estar condicionado por el género o el sexo con el que se nació (que no es lo mismo y tampoco es igual).
Este 8 de marzo se cumplirán también 40 años de trabajo de la Casa de la Mujer que ha logrado abrir caminos, en ocasiones ha abierto trochas en rutas cerradas y violentas. Son 40 años de fortalecer a más de mil organizaciones y colectivos de mujeres, acompañando a más de cien mil mujeres de distintos orígenes, saberes y sentires, en procesos psicosociales, de formación y reflexión para transformar las relaciones patriarcales. El día de hoy quiero saludar estos esfuerzos, que nacen del amor, la convicción y la rebeldía y que construyen todos los días las bases de una nueva cultura y, sobre todo, una democracia donde todas incidamos quepamos sin ningún sesgo. Ustedes y su voz que lleva 40 décadas retumbando en las calles y en los pueblos, son el cambio que anhelamos. Mujeres de la Casa son un referente para este país y para los movimientos y organizaciones sociales y de derechos humanos.
Espero que el futuro les aguarde nuevas conquistas, que sus pasos en las calles sean libres de miedo; que sus hogares no sean celdas donde la libertad muere; que sigan sembrando la libertad de las niñas que hoy las ven y mañana las recordarán; espero que su voz se escuche en los espacios donde se dirige el destino del país; espero que sus pañuelos se agiten con la fuerza de la historia; espero que nos hagan vibrar de esperanza. Para las luchas que enfrentarán, espero que cuenten conmigo.
Mi más sincero abrazo, celebro vuestra vida.