Nuestro país ha estado marcado por la polarización política y la violencia. La cruel guerra civil de 1885, que enfrentó a liberales y conservadores, fue el punto de partida de un largo camino de confrontaciones que ha dejado profundas cicatrices en la sociedad colombiana. Este confrontamiento entre dos partidos políticos se agudizó a mediados de los años 90, liberales (cachiporros) y conservadores (godos) por la lucha del poder.
Esta disputa generó desplazamientos, muertes y desaparecidos, lo cual dejó marcas de dolor en nuestro país. En la actualidad la violencia bipartidista ya cesó; sin embargo, sus ecos resuenan en la polarización actual entre la derecha y la izquierda.
En esta columna, expondré las similitudes y diferencias entre estos dos períodos históricos, buscando hechos históricos, necesario para la comprensión de los desafíos que enfrentamos actualmente, a causa de las posturas políticas de Colombia.
La Violencia del 9 de 1948.
El 9 de abril de 1948, es una fecha fatídica que recuerdan la inmensa mayoría de los colombianos. A las 12 del mediodía saliendo del edificio Agustín Nieto ubicado en la carrera 7, con calle 15 fue abaleado y asesinado por el joven Juan Roa Sierra de tan solo 26 años, el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. Inmediatamente la noticia se regó como pólvora que habían matado a Gaitán. Desde ese momento se desató una ola de violencia sin precedentes que enfrentó a liberales y conservadores en una guerra sin cuartel. Estos desmanes, peleas, agresiones y robos, la historia lo nombraría como el Bogotazo.
Causas de la Violencia:
• Disputas ideológicas: En aquella época, liberales y conservadores tenían visiones profundamente diferentes sobre el papel que jugaba del Estado para buscar el equilibrio de la sociedad, la economía, educación, salud, fueron temas de una ardua discrepancia entre ambos partidos, lo cual generó un clima de desconfianza y odio mutuo.
En la actualidad siguen estas discusiones, pero se ven mucho más marcadas por la derecha y la izquierda, que desde hace 8 años vienen generando estas disputas políticas.
• Desigualdad social: de acuerdo al el Informe de Desarrollo Humano Colombia 2024 presentado por el PNUD indica que “en Colombia, por varias décadas, han persistido altas desigualdades y baja productividad. A pesar de que el país logró reducciones en la pobreza y la desigualdad, así como mejoras en los indicadores del Desarrollo Humano, estos cambios han sido lentos y no se han podido sostener en el tiempo”.
En este sentido Colombia es un país profundamente identificado por la desigual, con una gran concentración de riqueza en manos de una élite burgueses. Por ejemplo, en el diario la Republica, mostró las familias más ricas de nuestro país “en Colombia aparecen cuatro nombres en el listado, los cuales suman una riqueza de más de US$30.000 millones: David Vélez (US$11.600 millones), Jaime Gilinski (US$7.800 millones), Luis Carlos Sarmiento Angulo (US$7.200 millones) y Beatriz Dávila de Santo Domingo (US$3.700 millones).
• Debilidad institucional: El Estado colombiano era débil e incapaz de controlar la violencia. La corrupción y la impunidad eran generalizadas, lo que permitió que los grupos armados actuaran con impunidad.
Desafíos para Colombia
El panorama político colombiano, tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016, ha estado marcado por una profunda polarización que, lejos de disminuir, se ha agudizado en los últimos años. Diversos factores, entre los que se destacan las reformas impulsadas por el gobierno actual y las profundas brechas sociales existentes, han contribuido a exacerbar las divisiones ideológicas y generar un clima de tensión y crispación en la sociedad colombiana.
Las reformas impulsadas por el gobierno actual, particularmente en materia pensional, de salud y laboral, han sido el principal detonante de la actual crisis democrática. Sectores de la población las perciben como medidas regresivas que afectan sus derechos y bienestar, mientras que otros las defienden como necesarias para la sostenibilidad del sistema y el crecimiento económico.
Superar la violencia, transformar las narrativas y recuperar la confianza en las instituciones.
• Uso de la violencia: Infortunadamente, la violencia no ha sido erradicada por completo del panorama político colombiano. Grupos armados ilegales, como disidentes de las FARC, narcotraficantes y paramilitares, continúan utilizando la violencia para alcanzar sus objetivos, sembrando terror y miedo en las comunidades y en la opinión pública.
• Discurso de odio: La polarización política ha generado un clima de odio y desconfianza mutua entre los diferentes sectores de la sociedad colombiana. Esta situación se asemeja al ambiente enrarecido de La Violencia, cuando la desconfianza entre liberales y conservadores era tal que llegó a desatar una guerra fratricida. La proliferación de discursos de odio en redes sociales y medios de comunicación exacerba aún más esta situación, creando un espacio de disputa y hostilidad que entorpece el diálogo y la construcción de consensos.
• Debilidad institucional: el Estado colombiano es otro factor que contribuye a la polarización y la violencia. La corrupción por parte de algunas entidades o actores políticos genera una alta desconfianza entre los ciudadanos. La impunidad y la falta de capacidad para garantizar la seguridad y la justicia en todo el territorio nacional crean un vacío de poder que es aprovechado por grupos armados ilegales (disidencias de las FARC, clan del golfo, los rastrojos) para imponer su ley.
La historia de Colombia nos enseña que la polarización política y la violencia tiene dos caras. Como analista de la política colombiana, (considero, sugiero, recomiendo) que, los partidos políticos como representantes de los colombianos, se deben comprometer con el país que los eligió, que se escuche a todos los actores, que realicen consensos, adopten políticas públicas, pero, insisto, desde una visión de país gobernar para las mayorías sobre lo que desea el devenir del país que anhelamos, no desde el imaginario de una elite apática a los problemas que aquejan a la mayoría es necesario construir un nuevo consenso nacional basado en el respeto mutuo, la tolerancia y la búsqueda del bien común.
Es necesario fortalecer las instituciones democráticas y garantizar la justicia para las víctimas. La sociedad civil colombiana tiene un papel fundamental que jugar en este proceso, trabajando por la paz, la reconciliación y la construcción de una Colombia más justa y equitativa.
Ricardo Garzón