Durante 6 años aproximadamente, las relaciones entre Colombia y Venezuela han estado prácticamente congeladas. Incluso desde mucho antes, no es un secreto que las relaciones comerciales se fueron deteriorando por la evidente ineficiencia en los pagos por parte de Venezuela hacia empresarios colombianos, los cuales, poco a poco terminaron realmente rompiendo esas buenas relaciones comerciales tradicionales entre ambos países.
CADIVI, es el sistema por el cual se asignan cupos para adquirir divisas en Venezuela, dejando la mayoría de veces en último lugar a empresarios venezolanos con negocios en Colombia, quienes tuvieron que buscar finalmente nuevos mercados o desaparecer. No es especulación, fue una realidad. Lo viví en mis años de Banquero, vi decenas de empresarios colombianos desaparecer poco a poco por vender productos a Venezuela, sin recibir pagos. Incluso grandes empresas como Avianca, en su momento, llegaron a dejar de recibir más de 236 millones de dólares por parte de Venezuela. No en vano en su momento se suspendieron operaciones con el vecino país, así como sucedió con otras compañías colombianas.
También por esa época, ante la inminente escasez en Venezuela de varios productos básicos de la canasta familiar, se podían ver en Cúcuta, camionetas venezolanas llenas de mercancías compradas en supermercados colombianos, con destino al vecino país para abastecerse, dicha ciudad seguía siendo, a pesar de todo, la frontera más dinámica y económicamente activa de toda Latinoamérica.
Con base a este contexto, es mas que relevante mirar con una positiva perspectiva, el acercamiento del nuevo gobierno colombiano de Gustavo Petro con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro para el restablecimiento de las relaciones binacionales buscando el bienestar mutuo. Sí, Maduro, que, a pesar de su evidente dictadura, es el gobierno que rige Venezuela, y entre ambas naciones siguen comercializando productos que oscilan entre los $1.500 millones de dólares de forma ilegal, cuando podría ser de forma legal. (Datos de la cámara colombo-venezolana).
Adicional a esto, recordemos las torpes relaciones diplomáticas del gobierno Duque, donde la misma excanciller María Ángela Holguín, con toda la razón, manifiesta que el “cerco diplomático” no sirvió para nada y dejar desatendidos tantos colombianos en Venezuela a nivel consular, fue demasiado. Por lo tanto, el pensar en acercamientos, en revivir las relaciones entre ambos países, es algo mas que natural y necesario, es un deber en beneficio de ambas naciones.
Pienso, es hora de hablar de competitividad, aprovechar en lo que Colombia le puede brindar a los venezolanos de forma legal en varios sectores industriales, así como Venezuela, debe pensar en obtener más abastecimiento sin barreras para cubrir las necesidades de millones de venezolanos. Pagando bien y a tiempo.
Armando Benedetti tiene un gran reto como nuevo embajador en Caracas, lo cual, no se logrará de la noche a la mañana. Deberá liderar todo un proceso de reactivación comercial y diplomática representando al nuevo gobierno de Gustavo Petro. Se tendrán que reabrir consulados, reactivar acuerdos binacionales en infraestructura, comercio, entre otros. Lo importante es que exista voluntad política para sacar adelante estas importantes iniciativas. Si el gobierno de Biden se acercó buscando el petróleo venezolano, todo parece posible, o al menos realizable en cuanto a acercamientos con Venezuela.
Como se mencionó, la reactivación total no será rápida, ni fácil, tampoco la mutua colaboración en temas energéticos. La nueva ministra de Minas y Energía, Irene Vélez ha sido blanco de polémicas en estos días debido a sus declaraciones referentes a la futura importación de gas desde Venezuela, en caso de perder la autosuficiencia energética en Colombia.
Es importante señalar que a la fecha existen más de 180 contratos de exploración de hidrocarburos, estos seguirán vigentes, es también importante dejar en claro a los colombianos que no será sencilla una transición energética, la ruta que plantean debe ser explicada con mayor precisión por parte de este gobierno. De todas formas, la Agencia Nacional de Hidrocarburos nos recuerda la cruda realidad actual, nos quedan 6.3 años de reservas petroleras y 8 años de reservas de gas. Tema mundial, urgente llamado para efectivamente lograr transiciones a energías alternativas, pero también fuentes alternas de ingresos. ¿si no logramos encontrar más fuentes compraremos gas de Venezuela? Esperamos ese futuro no sea de esa forma, ya el mundo tiene en vilo la lección de Europa por depender del gas ruso. Es un hecho indiscutible que será nuestra generación quien viva esa transición energética, la cual esperamos, sea de la mejor forma posible, así como esperamos lo mejor de la reactivación de las relaciones con nuestro hermano país, Venezuela.