El presidente Duque y el ministro Fernando Ruiz en cuestión de horas aceitaron su bancada de gobierno para sacar adelante el proyecto 010 -que pudieron haber logrado en la ventana de emergencia-, una reforma al sistema de salud en la que es difícil encontrar soluciones a los viejos problemas de la salud en Colombia.
Uno de tantos problemas que sufre la salud en el país tiene que ver justamente con el flujo del dinero a través del sistema y por eso hoy quiero sintetizar de la manera más escueta posible como es que se pierde el dinero de la salud.
Primero hay que revisar el origen del dinero. Hoy por hoy la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES) centraliza los dineros que recibe de:
- La cotización en salud que hacen todos los trabajadores dependientes e independientes.
- Impuestos con destinación específica (ej: Impuesto a las bebidas alcohólicas)
- Cuotas de recuperación, moderadoras y copagos.
- SOAT
- El monto para la salud en el Presupuesto General de la Nación
Este dinero empieza su recorrido a través del sistema luego de que ADRES gire a las Entidades Promotoras de Salud (EPS) la cuota que le corresponde según su número de afiliados, aquí empieza a complicarse un poco.
Cuando la plata llega a bolsillos de las EPS, entre sus diversas e importantes funciones está la de girar a las Instituciones Prestadoras de Servicios (IPS) -como clínicas y hospitales- los cobros correspondientes a los servicios que han prestado y a cubrir los gastos de funcionamiento.
Sin embargo, la fluidez del sistema se queda en el papel cuando las EPS tardan en hacer estos pagos, pues retienen el dinero en muchos buscando generar rendimiento adicional para su bolsillo a través de reinversiones y créditos -sacando su mordida-, ocasionando la acumulación de las deudas con los prestadores del servicio.
Ante este escenario se puso en marcha una figura conocida como Giro Directo, la cual permite que ADRES envíe los dineros a las IPS sin escalas en las EPS, siempre y cuando las prestadoras sean debidamente auditadas e intervenidas por la Superintendencia de Salud, y esta última de fe de la acumulación de las deudas.
En muchos casos el dinero llega los prestadores luego del debilitamiento de su infraestructura, de no haber podido mantener los empleos de los profesionales de la salud y mucho menos haber podido garantizar los insumos para la atención.
No obstante, cuando los recursos llegan hasta los prestadores estos ya han acumulado un sin número de deudas con sus proveedores y el talento humano en salud. En este escenario adverso encajó como anillo al dedo la precarización de las condiciones laborales de los trabajadores de la salud a quienes difícilmente contratan con todas las prestaciones de ley debido a que sus empleadores no tienen cómo saber a ciencia cierta si recibirán los dineros para mantener esos contratos.
Con los años a este panorama se fueron sumando más y más intermediarios que en lugar de asegurar el flujo de los recursos, entraron al sistema a sacar su propia tajada. De ahí que la ‘tercerización’ y la explotación laboral del talento humano en salud sean el pan de cada día. Los que ponen el pecho son los últimos en ver los pesos.
Es así como cada una de las etapas termina convirtiéndose en un obstáculo para la atención que necesitamos los ciudadanos como usted y como yo, quienes son en últimas los que pagamos los platos rotos que deja cada intermediario.
El sistema -que ya describí de forma escueta- a lo largo de estos 27 años terminó convertido en un campo de batalla en el que los actores se rasgan las vestiduras por ver quién logra quedarse con el mejor pedazo de la torta. Esto sin mencionar a los avivatos corruptos que falsean las cuentas de servicios y pacientes para recibir más dinero del que en realidad merecen.
A sol de hoy, lo intrincado del sistema ha dificultado simultáneamente la trazabilidad de los recursos debido a que la gran acumulación de deudas y la demora en los pagos y liquidación de los contratos entorpecen el diagnóstico sobre que deudas siguen activas y cuales pudieron ser pagadas.
Si bien el Acuerdo de Punto Final ha sido un paso importante en el saneamiento de las cuentas la salud en el país, el recorrido parece absurdamente largo. La intención de la Consulta Ciudadana por la Salud es también poner un alto en la acumulación de las deudas y evitar que los dineros sigan pasando por donde suelen perderse.
Cada peso que se pierde en la administración de recursos le cierra las puertas de acceso a un ciudadano. Buscamos la manera de que las IPS no dependan estrictamente del dinero que la EPS decide enviarles en los tiempos que mejor les convenga. Los más prudente sería eliminar su intermediación en el flujo de los recursos y hacer del Giro Directo la norma y no la excepción.
De igual manera, buscamos la manera de que ante casos de corrupción, abusos o imposibilidad para prestar su servicio las IPS que no hacen su trabajo sean eliminadas del sistema. El nuevo rol de las EPS mantendría sus responsabilidades en gestión del riesgo y auditoría de los prestadores, deberes por los que ADRES reconocería el pago prudente.
Y, por último, pero en ningún sentido menos importante, la mejora en las condiciones laborales del talento humano en salud no solo optimizará el uso del dinero, sino que impactará significativamente en la calidad de la atención que recibimos los colombianos y colombianas.
La transformación de la salud en el país está al alcance de nuestras manos, así que no me cansaré de invitarles a sumarse en la construcción de un sistema que no califica la salud en términos financieros y por el contrario se preocupa para garantizar el derecho de toda la ciudadanía a la salud.
PD: El panorama político parece indicar que la aplanadora de Gobierno sacará adelante el proyecto de ley 010, que convierte a las EPS en meros administradores de dinero y les despoja de cualquier otra responsabilidad. El sentido común de este Gobierno le ha empujado a la conclusión que lo mejor es dejar todo el dinero de la salud en el mismo lugar en el que suele desaparecer.