Constantemente me pregunto si algunos políticos en Colombia no son conscientes que los tiempos han cambiado y que hoy la sociedad vive las distintas formas de sexualidad sin prejuicios y sin tabúes.
Lo anterior lo digo especialmente por un grupo de concejales de Bogotá que parecen vivir en el siglo XIX, quienes se niegan a dejar la mojigatería con la que la humanidad vivió durante mucho tiempo predicando una moral limpia y pura en el día mientras en la noche, de puertas para adentro celebraban orgías y daban sueltas a sus más oscuros instintos.
No es posible que un grupo de concejales de Bogotá nieguen la posibilidad de que el Distrito en su conjunto prepare políticas públicas para combatir el matoneo en los colegios a los adolescentes que manifiesten públicamente su preferencia sexual.
Al parecer, ellos no se han dado cuenta o no saben que la sexualidad no se define en el momento en que la Registraduría le entrega la cédula al joven que acaba de cumplir 18 años. Esto es algo que se despierta con algunos instintos en la vida del ser humano, hecho que comienza a ocurrir desde los 10 u 11 años.
Sí en realidad queremos que los colegios de Bogotá, especialmente los de educación pública se enseñe y se inculque el respeto hacia el otro, pues bueno, esta es una manera de darle inicio a una serie de políticas públicas encaminadas a lograrlo.
Ahora, sí lo que se quiere es que se continúe menospreciando al otro y tomarlo como objeto de burla y hacerlo sentir como una especie de escoria de la sociedad por su decisión de asumir su sexualidad de una manera distinta a la de los demás, debo entonces felicitar a este grupo de concejales entre los que se encuentran Diana Diago, Humberto Rafael Amín, Darío Fernando Cepeda, Emel Rojas y Clara Lucía Sandoval, porque con su actuar lo están consiguiendo.
Sé que junto a ellos hay más y para identificarlos hay que esperar a que el proyecto de acuerdo propuesto por los estudiantes cabildantes a los que se negaban a escuchar en la plenaria, llegue a la Plenaria del Concejo, sí es que algún día lo agendan.
Por ahora, debo felicitar al concejal Ángelo Schiavenato Rivadeneira, quien presidió la sesión en la Comisión de Gobierno en donde se aprobó el primer debate el proyecto de acuerdo, al que, por supuesto quisieron ponerle trabas no sé si celestiales, pero trabas al fin de cuentas.
Schiavenato sacó el proyecto adelante, aun con toda la oposición con la que tuvo que lidiar, especialmente con aquella que propuso otro proyecto con el que se busca acabar con el matoneo de manera general sin un método diferencial para cada forma en la que se presenta este fenómeno.
En pocas palabras, buscan promover un cambio para continuar en las mismas. Felicitaciones señores concejales, no entiendo porque no se les había ocurrido esta idea antes.
Solo espero que sí por algún motivo el proyecto se hunde en la plenaria y se presentan suicidios en adolescentes víctimas del matoneo en los colegios por temas de preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad, no se les ocurra proponer minutos de silencio en señal de duelo, porque este acto demostraría una vez más la hipocresía con la que está hecha la política en Colombia, pero especialmente en el Concejo de Bogotá.