En nuestro cierre de la legislatura hemos estado visitando las regiones del departamento de Antioquia, y de cara a la discusión de la coyuntura con amigos, militancia y simpatizantes, hemos construido un análisis para entender políticamente estos territorios.
Desde la perspectiva electoral, la configuración del poder en las regiones antioqueñas inclina la balanza hacia las estructuras partidistas tradicionales afirmándose con fuerza el tradicionalismo conservador antioqueño en términos ideológicos respecto al ejercicio de la democracia representativa.
Tras las pasadas elecciones de octubre del 2023, con la apabullante victoria de Federico Gutiérrez en Medellín y la sorpresa de Andrés Julián Rendón a la Gobernación, muchos pensaron que en el departamento se había impuesto, al menos de forma mayoritaria, el voto de opinión en el que los candidatos y aliados del exalcalde Quintero y de Petro habían sido castigados.
Pero al revisar uno a uno los resultados en los 125 municipios de Antioquia la conclusión es que si bien las maquinarias, los partidos tradicionales y los caciques no se llevaron el premio gordo, sí se hicieron con un montón de triunfos que les alcanzan para mantenerse en el poder bajo estructuras que afianzan el neoliberalismo y la oposición al gobierno nacional.
Las cifras generales son prueba de ello. En todo el departamento, el Partido Conservador avaló o coavaló a 42 de los 125 alcaldes que quedaron electos; el Partido Liberal a 37; el Partido de la U a 32, y Cambio Radical a 31. Todos esos, por ejemplo, ganaron en más municipios que el Centro Democrático, que entre candidatos propios y alianzas sumó 26 mandatarios.
Creemos, el partido de Federico Gutiérrez, es un caso aparte, pues en su debut electoral no solo sacó la votación más alta de la que se tenga registro en la historia de Medellín, sino que también consiguió siete curules en el Concejo de la capital antioqueña y cinco escaños en la Asamblea, todo eso jalonado por su imagen favorable en el departamento, sumado al voto anti-Petro y anti-Quintero.
Pero lo cierto es que por fuera del Valle de Aburrá, donde los partidos tradicionales no sufren la crisis de legitimidad que sufren en las grandes ciudades, Creemos no la tuvo tan fácil: con aval principal solo ganó, además de Medellín, las alcaldías de Entrerríos y Copacabana. En municipios como El Peñol, San Pedro, El Retiro, Rionegro, Ciudad Bolívar, Betulia y San Andrés de Cuerquia entregó coavales con otros partidos, especialmente con el Centro Democrático.
Sin embargo no es extraño que Creemos, que aparece como una alternativa política novedosa, haya dado avales y conseguido victorias en compañía de colectividades como el Partido Conservador, la U o, incluso, Cambio Radical, pues por todo el territorio se volvieron comunes las alianzas más anfibias. Se volvió paisaje encontrarse el logo del Partido Conservador al lado del Liberal, el del Verde al lado de la U o Cambio Radical. Incluso, como ocurrió en San Roque, Sopetrán, Rionegro, Sonsón, Amagá y Ciudad Bolívar, el Partido de la U y el Centro Democrático celebraron la victoria juntos, como si el pasado ya estuviera bastante pisado.
Área metropolitana del Valle de Aburrá
Por su parte, el área metropolitana en la configuración del poder, los partidos de talante conservador como el centro democrático, el partido de la U, Creemos, el partido conservador se consolidaron en el norte, desde Medellín, Bello, hasta Copacabana. Los liberales y partidos de centro con el verde mediante distintas alianzas lograron posicionarse en el sur en municipios como la Estrella y Sabaneta, además de otros de la región de Urabá.
Este castigo visible sobre la presencia de Daniel Quintero y su gobierno se reflejó no solo en la opinión pública sino en estudios basados en encuestas estructuradas tales como la de Calidad de Vida. La confianza de la ciudadanía en la Alcaldía de Medellín y en la mayoría de las instituciones públicas del distrito cayó a niveles históricamente bajos. Esta pérdida de confianza se suma a un notable incremento en la insatisfacción con la gestión de los recursos públicos, que alcanzó un 23% de descontento en la población.
Entre 2020 y 2023, se evidenció un preocupante incremento en el número de hogares que experimentan dificultades para acceder a tres comidas diarias, alcanzando el nivel más alto en los últimos 18 años, con un 28% de hogares afectados. Este fenómeno que comenzó a agudizarse durante la pandemia persistió a pesar de la reactivación económica de la ciudad.
Finalmente, a nivel departamental, se resalta la sorpresa electoral en Urabá con mayores fuerzas progresistas y afines al gobierno nacional, también de cara a la gestión de proyectos estratégicos como el desarrollo portuario en la región. También vale la pena advertir que el futuro de Creemos es incierto en tanto pierde su personería jurídica y no se ve claro hacia dónde van a orientar sus fuerzas.
Otro tema que vale la pena plantear es la exacerbación del conflicto en las regiones producto de la disputa por las rentas de la minería también asociado al abandono de la coca en ciertas regiones.
Algunos datos que evidencian la importancia de gesstgionar las paces en el departamento:
– Antioquia sigue siendo el segundo departamento con más homicidios en el país, después del Valle del Cauca.
– En el 2023 se presentaron afectaciones a la vida mediante 11 masacres (Indepaz, 2024) y 21 asesinatos de líderes y defensores de Derechos Humanos (Defensoría del Pueblo, 2024).
– Para 2023 esta misma entidad registró un total de 125 mujeres asesinadas en el departamento de Antioquia, representando una disminución del 4% en comparación con 2022 en cual ocurrieron 130.
– De acuerdo con el Gráfico 2, el índice de pobreza monetaria, Antioquia tiene un promedio de 25,12%. En este sentido, la subregión de Urabá (40,63%) presenta la mayor tasa de pobreza del departamento.