Corrupción en el fútbol. En estos días estalló el enésimo escandalazo en el fútbol mundial que ha dejado atónitos a propios y extraños. Y eso es bien atípico porque ya cada vez es más difícil sorprendernos por algo en esta sociedad impasible a lo inmoral y adormecida ante el delito.
Resulta que, desde hace 3 años, la Supercopa de España, torneo tradicional que lo disputan el campeón de Liga y el campeón de Copa, ya no la juegan ni el campeón de Liga ni el campeón de Copa. Y por jugarse ya no se juega ni en España, sino en algún lugar remoto de oriente medio al llamado de los petrodólares. Hasta ahí todo más o menos correcto. El show-business debe continuar y el deporte va evolucionando con nuevos formatos más atractivos, entendible.
Lo escandaloso son los audios que han destapado la negociación que llevaron a esos cambios y que denotan una falsa moral e hipocresía infinita de algunos. Me refiero a las conversaciones privadas entre Luis Rubiales (Rubi), el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, el mandamás, y un jugador de un importante equipo, ni más ni menos que Gerard Piqué (Geri), defensa del Barça, y por qué no decirlo, príncipe consorte de Shakira.
Negociaciones ocultas
Geri, a través de su empresa, negoció comisiones de 24 millones euros (aproximadamente 100.000 millones de pesos colombianos) por trasladar la disputa de la Supercopa a Arabia Saudí. Sorprenden en los audios el compadreo y cercanía que tienen el presidente Rubi, y el culé Geri. Y cómo le hace peticiones personales como que deseaba jugar los Juegos Olímpicos, como negociaba millones arriba y abajo con total desparpajo; o simplemente como se quejaba de los arbitrajes. Ya saben, el que no llora no mama.
¿Legal? Aparentemente sí por la información que se tiene. ¿Ético? No, rotundamente no. Geri Piqué fue el primero en salir a criticar el proyecto de la Superliga Europea al margen de la UEFA, alegando que el “fútbol es de los aficionados”. Pues si es de los aficionados no te lleves una final a jugarla fuera de donde están los aficionados. ¿O acaso el fútbol sólo es de los aficionados cuando no gano millones de euros la transacción? La ética del billete.
Segundo, existe un evidente conflicto de intereses. Como jugador en activo y capitán de un equipo en competición, debe abstenerse en negociaciones que afecten a otros equipos. Se supo además que a los árabes solo les interesada el torneo si juegan Barcelona y Real Madrid, si no hay penalizaciones económicas a la organización.
Interferencia arbitral
¿Qué es lo que pasa? Que obviamente estos equipos estarán en Arabia por lo civil, lo penal o lo arbitral… porque la Federación es la que impone los árbitros en los partidos de Liga. Es decir, los árbitros pueden resucitar a un equipo en crisis como ha sido el Barcelona este año, desvirtuando la competición solo por motivos económicos ocultos. Benditas comisiones para algunos.
Maestros de ideología, amateurs de hacer política
Item más, por esas fechas, Rubi le regaló a Geri una plaza en el fútbol profesional, pues había comprado un poco antes el equipo de Andorra en categorías inferiores y lo ascendieron previa compra de la plaza. ¿Casualidades? No existen en política como ustedes saben. Geri se exculpa afirmando cínicamente que “sabe separar su faceta de jugador de su faceta de empresario, porque le enseñaron valores y ética en su casa desde pequeño”. Argumentazo. Lo que se le olvida a Geri es que los futbolistas profesionales como él tienen prohibido, por ejemplo, participar en apuestas deportivas de sus competiciones. ¿No podía pensar que igualmente no puede participar en negocios que afecten su actividad?
Derroche y corrupción
No todo acto corrupto necesariamente es ilegal. Las comisiones, si se declaran debidamente a la Hacienda Pública son legales, no obstante, sí pueden considerarse corrupción cuando hay trato de favor, cuando tienen afectaciones a intereses de terceros o cuando desvirtúan el sistema, como en este caso y otros tantos.
En política estamos cansados de ver como se derrocha el dinero de todos. Como muchos proyectos ejecutados desde el sector público tienen unos sobrecostes multimillonarios, casi siempre, por intermediarios y comisiones. Dinero que se pierde en bolsillos ajenos. Es peligrosamente legal muchas veces, pero inmoral. ¿Por qué? Porque esos sobrecostes los pagan los de siempre: los ciudadanos. Si una obra vale 100 y se paga 110 por una comisión, esos 10 extras los pagaremos usted y yo vía impuestos, o en el peor de los casos lo que pasa es que la obra se hace con materiales de peor calidad para ajustar presupuesto, o al final ni lleva a cabo, casos hay todos los días.
En el caso del español Luis Rubiales, además, se da la circunstancia de que, sin ser cargo político, sí tiene estrechas vinculaciones con el poder político y adicionalmente es amigo personal del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, del que incluso se dice que desde Moncloa le dio un empujón para ganar las elecciones. Además, la Federación de fútbol depende en muchos aspectos del ministerio del Deporte o la televisión pública, que paga por los partidos. Es decir, su salario se financia parte empresa privada, parte empresa pública.
Llueve sobre mojado en el mundo del fútbol. UEFA, CONMEBOL, FIFA y la propia Federación Española apestan (el anterior presidente, Ángel María Villar, acabó en la cárcel), ni hablar de Colombia con Luis Bedoya y el FIFAGate pendiente de sentencia. El fútbol huele a podrido y es fácil de explicar. Desde la vertiente económica, es un negocio que mueve miles de millones de dólares, y perderse unos cuantos cientos o decenas por el camino tampoco se nota demasiado… y desde la vertiente política, es ‘el opio del pueblo’, mueve voluntades y es una anestesia a los problemas sociales reales generados por los políticos incapaces. Las dos vertientes juntas forman un cóctel explosivo. Un caramelo demasiado dulce que no están dispuestos dejar de comer los corruptos o los inmorales.