Por: Samuel Azout


Covid-19 es el mayor reto que ha enfrentado la humanidad en la historia reciente. La pandemia nos tomó por sorpresa mientras pensábamos en otras cosas. Desafortunadamente, este virus temeroso y cobarde es tremendamente infeccioso, tiene un período largo de contagio y, lo más trágico, significa la muerte para demasiadas personas.

La situación es delicada porque los cuellos de botellas son los hospitales, los respiradores artificiales y las unidades de cuidados intensivos. Para que los hospitales alcancen a atender a un número mayor de enfermos graves y evitar muertes, ha tocado aplanar la curva de contagios. La política de aislamiento social extiende los contagios sobre un período más largo de tiempo. Esta medida tiene costos económicos y sociales incalculables, pero es necesaria porque simplemente no estamos preparados para atender a las víctimas de Covid19.

Los países Latinoamericanos se verán muy afectados. Bajarán los flujos de capital por la reducción de precios y demanda de materias primas, bajarán los ingresos por turismo y remesas, los ingresos tributarios recibirán un fuerte descenso golpe y el desempleo registrará niveles hasta ahora desconocidos. La mayoría de los países tienen poco espacio fiscal, y para darle protección social a la población les tocará tomar medidas de emergencia como acudir a préstamos con el Fondo Monetario y/o meterles la mano a las reservas internacionales. Economistas destacados como Ricardo Hausmann de la Escuela Kennedy de Harvard han señalado que en materia económica esta será una década perdida para los Latinoamericanos.

Gracias al aislamiento, gran parte de los contagios se están aplazando para ayudar a las autoridades de salud y a los países a prepararse. Cuando se alcance mayor capacidad hospitalaria para atender a aquellos que lo requieran, gradualmente se relajarán las medidas extremas y entraremos a una etapa de disminución del encierro. Durante muchas semanas aislamientos selectivos, alternados y progresivos serán la realidad de nuestras vidas. Deberán ser bien coordinados para asegurar el adecuado distanciamiento social y una reactivación parcial de la economía.

La tecnología puede ayudar a tener una reducción del aislamiento más lógica y segura. Apple y Google están trabajando juntos en la creación un aplicativo que funcionará en sus sistemas operativos iOS y Android para que los móviles puedan decir quiénes han estado en contacto con los contagiados. Las personas que no han estado cerca de algún contagiado deberían poder salir a trabajar al igual que aquellas personas que son inmunes porque se recuperaron de la enfermedad. Los contagiados, las personas que han estado cerca de ellos, los mayores de 70 años y quienes sufren de problemas de salud, son principalmente quienes deben quedarse en casa.

Una pandemia se acaba cuando todas las personas se contagian. En realidad, todas las personas quiere decir aproximadamente el 70% de las personas. Es decir, la pandemia se acaba cuando suficientes personas han sido contagiadas e inmunizadas que ya el virus no le llega a aquellos que evitaron el contagio. Es la conocida teoría de “inmunidad de rebaño.”

Sabemos también que una pandemia se acaba cuando se descubre la vacuna que previene el virus. Asimismo, aliviaría mucho el sufrimiento y el drama si se descubre una cura, o sea, un medicamente que evite la muerte. Ojalá podamos dar con estos descubrimientos pronto.

De lo contrario, nos esperan largos meses de devastadora recesión económica e insoportable dolor humano.