Hoy cuando estamos avocados a un posible racionamiento de agua y de energía en muchos municipios del país por los efectos del fenómeno de “El Niño” que está dejando sin agua a los embalses, la sensación que se tiene es que estamos gobernados por funcionarios que saben mucho de los problemas, pero no hacen nada para solucionarlos o por lo menos para reducir sus consecuencias.
El Gobierno Nacional ha reconocido en varias oportunidades que la sequía sería extrema por el fenómeno de “El Niño” y que algunos municipios podrían ver suspendido el suministro de agua. Hoy, después de varios meses y cuando “la profecía se hizo realidad”, solo recomiendan a los departamentos y municipios adoptar de forma obligatoria planes de contingencia para hacer frente al posible racionamiento de agua.
Recomendaciones que no aclaran cuáles son los posibles planes de contingencia que podrían asumir los municipios, ni cómo el Gobierno Nacional va a participar de los mismos, solo apoyar a los que ya tomaron decisiones de racionamiento, como es el caso de Bogotá.
Pareciera que, ante un problema tan grave, como el posible racionamiento de agua, la búsqueda de solución se pone en cabeza de los alcaldes, cuando es un problema que debe solucionar el alto Gobierno con la participación de los alcaldes, gobernadores y ciudadanos. Es claro que algunos gobiernos nacionales les gusta descentralizar los problemas y centralizar los logros.
Es increíble que, en este tema, donde Colombia tiene experiencias buenas y malas con el racionamiento de los años 1992 y 1993 y los efectos del fenómeno de “El Niño” 1997 y 2009, cuando se estuvo cerca de otro racionamiento, hoy no tengamos soluciones a esta nueva sequia o por lo menos no recurramos a experiencias como las de “Cultura Ciudadana” que adelantó el alcalde Antanas Mockus para evitar el racionamiento. Con acciones de regulación moral, cultural y legal se logró que el consumo de agua de los hogares bajara en un 20% en ese momento y posteriormente siguió bajando, haciendo que años después el consumo por hogar se redujera en cerca de un 50%.
Claro, en este tema no veo al Presidente bañándose ante las cámaras de TV sobre un platón para recoger el agua utilizada, que luego sirve para los sanitarios. Tampoco siento que conozca y maneje coherentemente el tema de la cultura ciudadana y sobretodo la armonización entre ley, moral y cultura.
Bueno, pero ese no sería un impedimento para utilizar las herramientas de comunicación que en su momento usó el alcalde Mockus para involucrar a los ciudadanos en la solución del posible racionamiento. En este caso es el propio presidente quien debería invitar a los ciudadanos a ahorrar agua con acciones claras, como las que recomendó Mockus: bañarse recogiendo el agua que cae, utilizar la mitad del tiempo en la ducha y la mitad del chorro, no bajar la cisterna cuando se orina, ahorrar agua en los lavaplatos cerrando la llave mientras enjabona la loza, reutilizar el agua que sale de las lavadoras, utilizar un vaso con agua para bañarse los dientes, instalar ahorradores de agua, etc, etc.
Acciones políticas menos complicadas que gobernar con la razón, pero no menos importantes en momentos en donde este preciado líquido escasea y que más pronto que tarde nos llevará a la guerra del futuro, “la guerra por el agua”.