La publicación del martes de archivos de la demanda de Virginia Giuffre contra Ghislaine Maxwell incluyó transcripciones completas de declaraciones con Maxwell y el propio Epstein, y testimonio jurado de Sarah Ransome, otra presunta víctima de la red de tráfico sexual del financiero, que revela nuevas acusaciones contra figuras de alto perfil de toda la sociedad (todos los enumerados han negado cualquier sugerencia de irregularidad). (Forbes España, enero 10, 2024)
Se había hablado de la presencia de grandes personalidades del mundo en las famosas fiestas de Jeffrey Epstein o las visitas a su isla, donde delitos sexuales eran cometidos. Sin embargo, para aclarar bien este caso, es necesario saber de qué se trata la famosa lista.
Según El País de España, la lista de Epstein no es en realidad una lista. Al menos, no una lista de clientes, ni de quienes viajaron a su isla. Aunque hay algunas enumeraciones de nombres, en la mayoría de los casos las personas aparecen mencionadas en los documentos en contextos heterogéneos.
Junto a personas que cometieron actos sexuales con algunas de las víctimas, hay otras que aparecen solo de forma tangencial, porque se pregunta por ellas o porque son víctimas o empleados. En la inmensa mayoría de los casos, no hay indicios de conductas reprobables, aunque la mera aparición de un nombre se haya mostrado tóxica para su reputación, en medio de la desinformación que circula sin freno por las redes sociales, donde también han aparecido numerosas listas falsas.
Los nombres aparecen en más de 900 páginas sobre los que levantó este miércoles el secreto de sumario Loretta Preska, la jueza que se ha hecho cargo del caso de la demanda por difamación que presentó en 2015 una de las víctimas, Virginia Giuffre, contra la que fue amante y socia de Epstein, Ghislaine Maxwell. Es un primer lote de documentos al que seguirán otros.
Sin embargo, más allá de los detalles de cómo o en que contexto estos nombres fueron nombrados, está claro que con solo la presencia del nombre de una figura pública en esta lista se cuestiona todo su reputación y prestigio. Por ejemplo, el príncipe Andres, Bill Clinton o Donald Trump, de quienes ya se conocían algunos escándalos, y que, a juzgar por sus espectáculos anteriores, no es de extrañarse que estén en esta lista. Pero en este articulo me quiero centrar en Stephen Hawkins y Oprah Winfrey (quien según los documentos, no aparece como un cliente), quienes también aparecen mencionados.
Los buenos
Es el caso de Oprah. Esta mujer, cuya vida de niña no fue nada fácil, supo superar una infancia traumática y convertirse con el tiempo en una brillante comunicadora. Nacida el 29 de enero de 1954 en la localidad estadounidense de Kosciusko, en el estado de Misisipi, su abuela la cuidó hasta que cumplió los seis años. Pasó entonces a vivir con su madre y se vio abocada a un entorno infernal: sufrió abusos y maltratos físicos y psíquicos que convirtieron su día a día en un calvario. La insoportable situación determinó que a los trece años decidiera escaparse; pensó que cuando la detuvieran la llevarían a casa de su padre en Nashville, como efectivamente ocurrió.
Por otro lado, Stephen Hawkins un físico teórico británico, que a pesar de sus discapacidades físicas y de las progresivas limitaciones impuestas por la enfermedad degenerativa que padecía, es probablemente el físico más conocido entre el gran público desde los tiempos de Einstein. Luchador y triunfador, a lo largo de toda su vida logró sortear la inmensidad de impedimentos que le planteaba el mal de Lou Gehrig, una esclerosis lateral amiotrófica que le aquejó desde que tenía veinte años. Hawking fue, sin duda, un caso particular de vitalidad y resistencia frente al infortunio del destino.
De eso tan bueno no dan tanto
Incluso los más ovacionados de la historia han tenido comportamientos perversos o se han visto inmersos en situaciones absolutamente inmorales. Este es el caso Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma Gandhi, abogado, activista y político indio que fundó el movimiento de la no violencia y consiguió la independencia de la India con métodos pacíficos.
Antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Gandhi estuvo en contacto con los regímenes fascistas de Benito Mussolini en Italia y de Adolf Hitler en Alemania. En 1931, Gandhi participó en unas conversaciones de paz entre los gobiernos británico e indio que se organizaron en Londres. De regreso a la India, el gobierno de Mussolini lo invitó a visitar Italia, donde lo invitaron a asistir a un desfile de las juventudes fascistas italianas. En el caso de Hitler, hace algunos años salieron a la luz unas cartas en las que Gandhi se dirigía al Fuhrer como “su más sincero amigo”, un formalismo de despedida en inglés.
Igualmente, a los 36 años, Gandhi decidió hacer voto de castidad y no practicar más el sexo para alcanzar una plenitud espiritual. Por extensión, aquella decisión afectó también a su mujer, aunque ella no pudo opinar sobre el tema. Sin embargo, como el propio Gandhi explicaba, solía dormir desnudo con niñas para poner a prueba su voluntad.
Según su filosofía, un hombre capaz de contener sus impulsos en una situación así sería incapaz de mentir o herir a nadie. Sin embargo, en la sociedad actual un comportamiento así sería intolerable y Gandhi sería acusado de pedofilia, un trastorno psiquiátrico en el que los afectados se sienten atraídos sexualmente por menores.
En América Latina también hemos tenido este tipo de personajes. Rigoberta Menchú nació el 9 de enero de 1959 en Chimel, un pueblo del municipio de Uspántan, Guatemala. Al contar su historia, ella afirma que muchos miembros de su familia fueron torturados y asesinados por los militares y la policía. Su padre murió entre un grupo de campesinos que se encerraron en la embajada de España como un acto de protesta, en la confusión la policía incendio el edificio mientras ellos seguían dentro del mismo, junto a empleados de la Embajada. Menchú fue presentada a activistas de Derechos Humanos de Europa, que la catapultaron como vocera de los pueblos indígenas. El libro titulado “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia” fue clave para promover su candidatura para recibir el Premio Nobel de la Paz en 1992. Llego a ser designada por las Naciones Unidas como “Embajadora Especial para asuntos indígenas”.
Posteriormente estos reconocimientos fueron puestos en entredicho por el Antropólogo y experto en Cultura Maya David Stoll, quien escribió el libro “Rigoberta Menchú y la historia de todos los guatemaltecos pobres”. Durante una década el señor Stoll realizo más de 100 entrevistas a conocidos y parientes de Menchú. Este autor llego a la conclusión “que el libro de Menchú es un fraude, no puede ser el testigo que pretende, porque describe experiencias que simplemente no vivió”.
Entre muchas otras inexactitudes esta que Rigoberta Menchú no aprendió a hablar o escribir español hasta la edad adulta, cuando la verdad es que estuvo becada para ser educada en el internado de las monjas belgas en la capital. Ya que era “inusualmente brillante y despierta”. De sus 6 hermanos Rigoberta se enorgullecía de niña porque corregía a los demás su torpe castellano y les decía que era “la única en la casa que sabía leer y escribir”. En otra parte narra que un hermano menor murió de desnutrición, pero se descubrió que este hermano nunca existió. Esto fue confirmado por Rosa y Nicolás Menchú, hermanos de Rigoberta, que niegan que algún miembro de su familia haya muerto de hambre.
No hay nadie absolutamente bueno ni malo
Hawkins, Winfrey, Ghandi y Menchú, nos demuestran que no hay nadie absolutamente bueno, y que, en las condiciones y con los detonadores perfectos, el ser humano puede llegar a participar de aberraciones como las reuniones de Epstein, o fundar el movimiento Indio de la no violencia. Ttodos estamos sujetos a ser los mejores o peores, dependiendo de las circunstancias en que nos encontremos en determinado momento. Somo un producto de estas.
Por eso, el o la que crea que es absolutamente bueno como Ghandi, tenga en cuenta que incluso él tuvo su lado oscuro. Para esto no hay que cometer ningún crimen o asistir a las reuniones de Epstein, solo creerse el cuento de la bondad y la superioridad moral.