Por: Juan Luis Castro
Los refranes son frases de origen popular que tienen como objetivo esparcir un consejo o enseñanza a través de la tradición oral y, dada la coyuntura, el refrán que titula esta columna nos cae como anillo al dedo.
Como muchas personas alrededor del mundo he sentido los efectos colaterales del aislamiento preventivo y sí, también quiero dejar el encierro. Sin embargo, esta no es una decisión simple que se pueda tomar de buenas a primeras, ya lo dijo la Canciller alemana Angela Merkel: “sería deprimente si tuviésemos que volver a las restricciones que queremos dejar atrás porque queremos demasiado, y demasiado pronto”.
Desde el principio hemos tenido claro que el objetivo del confinamiento es ralentizar la propagación del virus y comprar tiempo con el propósito de robustecer el sistema de salud, elevar su nivel de resistencia y enfrentar con las mejores herramientas los embates de la pandemia. No obstante, las personas responsables de hacerlo posible, no lo han hecho.
Pese a que los últimos dos meses pudieron ser de gran utilidad, la verdad es que por lo poco logrado fueron días perdidos. Pero el país aún está a tiempo de implementar medidas que nos acerquen a un escenario en el que salir del confinamiento sea seguro.
Por la cabeza de nadie pasaría pedirle a un soldado que se vaya a la guerra, pero exigiéndole que compre su propio fusil, la munición y el uniforme, por eso me resulta muy difícil entender las razones por las que le hacen tales exigencias, absurdas por demás, al Talento Humano en Salud.
Es indispensable tener la dotación suficiente para todos los trabajadores de la salud. Muy lamentable sería que los centros médicos se conviertan en focos de contagio, tanto para médicos y enfermeras, como para los pacientes que requieran espacios para su recuperación. Ahí sí no hay quién nos cuide.
No me cansaré de insistir en la puesta en marcha de un plan de distribución masiva de mascarillas o tapabocas, que permita disminuir la rata de contagio entre un 40% y 60%. Estoy seguro de que la industria textil nacional tiene la fuerza suficiente para cubrir el suministro de todo el país.
Como hemos podido ver en los últimos días, los nuevos contagios reportados a diario sobrepasan los 600, por ello debemos evitar al máximo que el virus llegue en mayor cuantía a las zonas más vulnerables del país. La atención diferenciada para la Colombia profunda y las restricciones en el transporte aéreo, marítimo y terrestre son determinantes para comprar más tiempo.
Los estudios estiman que de 100 personas que contraigan la enfermedad, 20 necesitarán atención hospitalaria y de estas, cinco fallecerán. Con eso en mente ¿preferiría abandonar el aislamiento?
Definitivamente no estamos listos para desmontar el aislamiento preventivo, pues los datos disponibles a la fecha son prueba de que no estamos aplanando la curva. Entiendo que el efecto en la economía ha sido crítico, pero más fatal y catastrófico sería levantar las medidas de seguridad, porque en las actuales condiciones y con los parámetros de medición que tenemos en muy corto tiempo estaríamos obligados a volver a un confinamiento, pero más severo e indefinido.
Además de la potencial mayor pérdida de vidas y el crecimiento de los contagios, regresar a un estado de confinamiento traería consigo efectos dramáticos para la salud mental de los colombianos, a quienes se les ha vendido la idea de tener al Coronavirus controlado y acorralado, pero como si se tratara de un enemigo derrotado, esta toma un segundo aire y nos noquea.
Correr a abrir las actividades comerciales, la industria y retomar los flujos de la economía, sin haber actualizado la infraestructura hospitalaria, sin contar con los insumos de bioseguridad para el talento humano en salud, ni suministrarle a cada ciudadano artículos elementales para su protección, no garantiza que se le ganará la carrera a la pandemia. Del afán no queda sino el cansancio y aunque no sea más que por el mísero afán de descansar, Presidente Duque, haga bien su trabajo.
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