Del homo sapiens al homo estúpido


Opinión de Gustavo Salazar Pineda


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Gustavo Salazar

Hombres sabios los de antes; ahora no vemos sino personas estupidizadas, abobadas, embelesadas y envilecidas con la tecnología, que continúa alterando la salud física (insomnio, cansancio) de sus usuarios. Con mucha ingenuidad los miles de millones de adictos creen que el celular les facilita la vida, les ha ayudado a vivir mejor y los hace más felices. Otros estiman que ahorran trabajo y energía y que tal invento es el más expedito camino para llevar una vida satisfactoria y plena. Sucede, sin embargo, todo lo contrario.

Además de insípido e inhumano, el método de compras a través de internet ha complicado el arte de las ventas y el ejercicio del comprar, especialmente de tiquetes aéreos; creo que era más placentero y efectivo el convencional de hace una década, y qué tiempos serenos aquellos en que para acceder a reliquias turísticas como el palacio de La Alhambra en Granada, España, se hacía el mismo día y sin las incomodidades de estos tiempos en los que hay que adquirir las entradas con meses de anticipación.

No cesaré de advertir lo que vengo diciendo unos años atrás: la tecnología es una invención prodigiosa de la ciencia cibernética, pero su uso y abuso están convirtiendo a quienes son smartphone dependientes en unos auténticos idiotas, estúpidos, sin que muchísimos de ellos se hayan percatado del fenómeno; aún más, podría añadir que son demasiados los imbéciles que pegados a sus celulares se sienten importantes y creen estar revestidos de un aura de privilegio y superioridad.

No puedo menos que sonreír irónicamente ante este cada día más extenso rebaño de ovejas y carneros que están dejando de vivir, mientras gastan, o malgastan mejor, cinco y siete horas de sus preciosas vidas aferradas a esa pequeña pantalla de sus teléfonos electrónicos.

Varios países del mundo sufren hambre; otras naciones padecen sed porque no tienen agua potable y son millones los que todavía carecen de los servicios públicos básicos.   Ello no es obstáculo para que de los 7.000 millones de habitantes del planeta, más de las tres cuartas partes de ellos sean poseedores de estos útiles pero controvertidos aparatos.

Dije hace un par de años en otra columna que la utilización desmedida y exagerada de móviles constituía una enfermedad social de enormes proporciones, algunos llaman a este fenómeno una pandemia o enfermedad universal, los celulares están acabando con las librerías, los cines, la lectura de la buena y fructífera literatura.

No es difícil predecir que el invento tecnológico que antes enorgulleció a Steve Jobs y sus discípulos necesita ser utilizado en el futuro con mucha prudencia, ponderación y mesura, pues su abuso extralimitado está acarreando funestas consecuencias para la vida humana en este tercer milenio.

Las generaciones anteriores tenían, en cierto modo, menos confort y se las arreglaban sin lujos, pero sus vidas eran más serenas y placenteras, no como es la vida frenética y acelerada de ahora que tiene sumidos a hombres y mujeres en la más pasmosa y dañina angustia existencial.

La mejor amistad que los antiguos tenían eran los buenos y sabios libros; las generaciones del tercer milenio padecen ansiosamente la adicción a instagram, plataforma donde exhiben sus vanidades en cifras inauténticas de seguidores a quienes llaman equivocadamente amigos.

Padecen los adictos a estas plataformas llamadas redes sociales, además de inseguridad, temor, deseo vano de aprobación y en últimas, de baja autoestima y son más mujeres que hombres quienes viven bajo la tiranía del deseo de reconocimiento de otros.

El templo de Delfos y otros mágicos lugares de la antigua Grecia dejaron un legado de más de 20 siglos para el futuro de la humanidad, el mismo se está perdiendo por la invasión de la tecnología creada por los gringos, cuyo imperio no será de mucha vigencia si se continua deshumanizando y manipulando las almas de quienes hacen girar sus vidas alrededor de esta expansiva y refinada tecnología de computadores o imperante cibernética moderna.

Un músico, científico y escritor ha escrito en 2018 un pequeño pero bien documentado libro en el que lanza un S.O.S, un llamado clamoroso para que se desactive esa enorme y dañina red de comunicación a través de celulares móviles o computadores.

La felicidad, la estabilidad económica, la salud y en general la integridad física y psíquica de mujeres y hombres están hoy más que nunca en peligro en razón de la utilización frenética de estas plataformas electrónicas.