Por: Juan Luis Castro*
Aplanar la curva no es encerrarnos y esperar a que la pandemia pase. Bajémonos de esa nube, no hay tal aplanamiento de la curva. Y me extraña que todo un epidemiólogo como el Ministro de Salud se haya apresurado a decirlo, su comentario no es científico, es político, o peor, mediático, buscaba generar titulares y lo logró. Pero es irresponsable, la curva no se está aplanando y les explico el por qué.
En términos sencillos, aplanar la curva no es encerrarnos en nuestras casas a esperar que la pandemia pase, (entre otras cosas porque el virus no va a pasar hasta que no haya vacuna). Esto de confinarse a esperar a que la pandemia pase es un modelo empleado hace 102 años durante la gripa española, es decir el Gobierno nos vende que está poniendo en marcha las mejores medidas gracias a la asesoría de Corea del Sur, pero en realidad está aplicando un sistema de 1918.
Lo que se entiende por aplanar la curva de una pandemia es bajar la cantidad de contagios lo suficiente para no colapsar el sistema de salud, tener tiempo crucial para fortalecerlo y para preparar al país para tiempos de no cuarentena. Ojo, son tres componentes, no solo uno: “aislarse para no colapsar el sistema de salud”, “fortalecerlo” y “preparar al país”, los tres aspectos conjugados logran controlar el contagio, en Colombia solo hemos cumplido con el primero, el aislamiento preventivo y hemos avanzando muy poco en los otros dos.
Pero, ¿qué es “fortalecer el sistema de salud” y “preparar al país”? En un artículo anterior publiqué una lista de medidas que deberían estar a punto para empezar a pensar en una apertura gradual de la cuarentena y en un aplanamiento sostenido de la curva, observen:
Luego de las sesiones en el congreso y en la comisión cuarta, puedo decir que el gobierno no implementó este punto de “fortalecer el sistema de salud”, perdimos un mes vital. El personal de salud no solo no tiene elementos de bioseguridad y a muchos ni siquiera les están pagando; los test masivos fueron anunciados hace semanas y aún no arrancan; no pasamos de las 1.100 camas UCI disponibles en todo el país, no vemos un plan de entrega masiva de tapabocas a toda la población, y finalmente, ya el coronavirus comenzó a llegar a lugares rurales como el Amazonas y Chocó donde ni siquiera hay cuidados intensivos. La verdad, en este punto se siente como si el coronavirus avanzara en carro y el Gobierno a pie.
En el tercer componente de “preparar al país para tiempos de no cuarentena” hay esfuerzos del Gobierno, hay que decirlo, pero casi todos son insuficientes. Por ejemplo, ACOPI advierte que están a punto de perderse 7,2 millones de empleos y solicita al Gobierno subsidiar nóminas, tal como lo han hecho otros países, pero el presidente Iván Duque responde con que les avalará créditos bancarios, como si para una peluquería fuera fácil obtener y pagar un crédito en plena pandemia.
De otro lado, es claro que pese a los esfuerzos no hay seguridad alimentaria para buena parte de la población de bajos estratos y los créditos para aliviar a los productores del campo al parecer se los quedaron grandes agroindustriales aportantes a la campaña de Duque Presidente.
En suma, algo sí hemos hecho bien: confinarnos. Me parece que el presidente, los alcaldes y gobernadores han hecho la tarea, gracias a ello el índice de contagio es bajo comparado con los europeos, los norteamericanos e incluso con Ecuador y Brasil. Pero insisto, eso no es aplanar la curva, y no lo es porque el peligro de brotes está intacto, solo hemos postergado el desastre.
¿En qué países sí se está aplanando la curva atendiendo a los tres componentes? En Alemania, Corea del Sur y Hong Kong. Allí es donde por medio de pruebas intensivas rastreos, aislamiento, tecnología y protocolos de seguridad, se ha logrado controlar la transmisión del virus. Tan es así, que luego de hacer centenares de miles de pruebas, promover el uso masivo de tapabocas y haber sostenido sus empresas, ya Alemania comenzó a abrir sus pequeños comercios y hasta está trabajando en pruebas de sangre para detectar a los que han tenido del virus sin síntomas (que suelen ser la mayoría) y a quienes hoy están inmunes para darles una especie de pasaporte sanitario y ponerlos a trabajar.
Nosotros de eso nada, solamente nos hemos encerrado, pero ni fortalecimiento del sistema de salud, ni salvamento de las microempresas, ni tapabocas masivos, ni test masivos. Y ya queremos volver a las calles el 27 de abril, o en su defecto, el 11 de mayo.
El presidente habilitó a los sectores de construcción y manufacturas para salir a producir a partir del 27 de abril. Pues hagamos cuentas, según cifras de CAMACOL en 2018, solo el sector de la construcción genera 1,8 millones de empleos; supongamos que solo el 1% se contagia, una cifra probable de aproximadamente 18.000 personas, y de estas, el 5% serían pacientes críticos según las estadísticas de la pandemia. Es decir, 900 personas. ¿Recuerdan el número de camas UCI que hay en Colombia? 1.100, por lo que, solo con un sector de la economía podríamos llegar en un mes al 82% de la ocupación de los cuidados intensivos. Seré el más feliz si estos números que estimo están errados, pero me parecen perfectamente probables.
En Alemania, Corea del Sur y Hong Kong, el modelo de aislamiento social combinado con exámenes en gran escala permite básicamente separar la población en grupos de infectados o personas en riesgo de ser infectadas y personas no infectadas o sin riesgo. Esto se traduce en que la incertidumbre se acaba y los no infectados que no han presentado riesgo y los que han desarrollado algún grado de inmunidad pueden salir a trabajar con medidas de protección, mientras el otro grupo cumple su cuarentena o tratamiento médico. Este modelo también se enfoca en aumentar la capacidad hospitalaria de unidades de cuidado intensivo o ventiladores. El aumento en la capacidad de cuidado critico o camas UCI es crucial porque permite que entre más robusto sea el sistema de salud, más tiempo podemos soportar el virus, aumentar la población que adquiere anticuerpos y dar más tiempo a la economía para que se reactive.
Además, los test masivos en la población nos permiten complementar la estrategia de distanciamiento intermitente, para saber cuándo en realidad los niveles de prevalencia (o personas que den positivo) nos indican si se debe reiniciar una cuarentena o medidas más estrictas, e incluso nos permiten georreferenciarlas. Sin esta vigilancia uno podría basarse en la ocupación de UCIS, pero sería una estrategia subóptima porque se gastaría mucho más dinero y recursos en cuidados críticos, es decir con vigilancia se puede prevenir o anticipar una oleada de enfermos en lugar de medir con enfermos o muertos si hay un brote de coronavirus.
El modelo de la cuarentena al que el gobierno de Colombia le está apuntando con las metas alcanzadas, y que repito, se parece más al que se aplicó en 1918 para la gripa española y no al de Corea del Sur del 2020, tiene su mayor riesgo en que al comenzar la llamada cuarentena inteligente sin haber hecho centenares de miles de test, puede pasar que la gente con el virus que no presente síntomas (que es la mayor parte) puede iniciar brotes del virus pero como los síntomas se perciben luego de 10 días, se pueden presentar grandes oleadas de pacientes críticos en muy poco tiempo.
Solo después de centenares de miles de pruebas realizadas, cercos epidemiológicos, aislamiento de miles de pacientes, es que países como Corea y los que están aplicando el primer modelo de diversas maneras, reactivaron sus economías y retornaron algunos, a mediados de este año, a un grado de normalidad y se estima que a mediados del próximo año ya estarán en normalidad total, mientras que el modelo de la cuarentena sin estrategias fuertes de acompañamiento que emplea Colombia nos permitirá retornar a la normalidad a mediados del 2022. Asevero esto porque la curva nunca se va a poder mantener aplanada; lo que mantiene la curva aplanada son las estrategias sobre el tiempo que acompañan el control y vigilancia de la enfermedad. Lo que ocurrirá es que cada que haya un brote, se establecerán nuevas cuarentenas mientras estos bajan, pero a un costo económico y social sin precedentes.
En la curva que se observa en el gráfico está un modelo similar a la estrategia colombiana, (San Luís) la cual desafortunadamente presenta brotes posteriores, que dependerán de la población que no tiene inmunidad.
Aplanar la curva no es la expresión matemática en un punto de tiempo que, al ser visualizada, da la impresión de que los números no aumentan o la curva no tiene ángulo agudo de elevación, sino más bien un conjunto de estrategias sostenidas sobre el tiempo (entendiendo que el coronavirus seguirá infectando personas por lo menos dos años). En resumen, solo después de unos seis meses con estrategias consistentes y estandarizadas se podrá decir si la curva esta aplanada o no y si se podría mantener.
Además, para que esto se cumpla se necesitan unas condiciones sociales mínimas, para que las personas tengan tranquilidad al quedarse en sus casas. Si no se garantiza la seguridad alimentaria y de servicios públicos en los sectores más vulnerables de la población es muy improbable que esta cuarentena se siga cumpliendo.
Colombia no se puede dar el lujo de acabar con su aparato económico a punta de cuarentenas intermitentes prolongadas por dos años, a no ser que la estrategia sea la de dejar que muera la gente hasta que ya todos tengamos inmunidad.
El Presidente Duque está enfrentando un desafío de magnitudes nunca antes vistas y su equipo de gobierno ha trabajado duro en mantener el aislamiento obligatorio, pero le pido reconsidere tomar decisiones sin información que, en mi opinión, es una apuesta temeraria donde se ponen en juego vidas.
*Senador de la República – Columnista invitado