Por: Guillermo García Realpe
A medida que crece la pandemia en Colombia, crece con ella las preocupaciones de muchas regiones, las mismas que han estado en el más completo olvido estatal y que ante la crisis su situación se agudiza en todos los frentes.
Departamentos fronterizos hoy están en la mira del COVID-19 y ciudades importantes como Leticia, Amazonas y en Nariño, Tumaco e Ipiales son epicentro de la propagación del virus, sin que haya un muro de contención en materia sanitaria que lo contenga.
Por si fuera poco estás regiones son escenario de miles de migrantes que proceden de otras latitudes, especialmente de países como Brasil, Ecuador o Perú, naciones que hoy registran las más altas tasas de contagios en la región, y eso es muy preocupante, en primer lugar, porque no hay controles efectivos por parte de las autoridades, ni sanitarios en el nivel requerido por los organismos de salud correspondientes. Entonces, esa combinación de factores tiene hoy expuestos a grandes territorios del sur del país, sin que medie alguna acción efectiva por parte del Gobierno Nacional.
La frontera Sur es sumamente riesgosa, porque Nariño y Putumayo están limitando con un país en un altísimo riesgo que es el Ecuador, el país más complicado en Latinoamérica después de Brasil.
En nuestra frontera con el Ecuador, tenemos el más grande problema en Tumaco e Ipiales que tiene el mayor número de contagiados, con 102 y 99 casos respectivamente, incluso contagiado el Batallón Militar del grupo Cabal de Ipiales. En total hoy (viernes 8 de mayo) Nariño tiene 253 casos y la cifra tiende a elevarse con el paso de los días y lo que vemos es que no estamos preparados para enfrentar un nivel de contagio a gran escala.
Ahora, en el caso puntual del Amazonas, prender las alarmas por las circunstancias críticas que vive ese departamento, hoy tiene el índice más alto por cada 10 mil habitantes de personas con contagios y solamente tiene dos camas UCI disponibles para atender la emergencia de más de 430 contagiados (a cifras del pasado viernes en la noche) en medio de una frontera complicada con Tabatinga y Manaos que se puede convertir en el Brasil lo que es Guayaquil en el Ecuador.
Todo lo que ocurre en nuestro sur del país en temas de salud lo hemos puesto en el contexto nacional, lo hemos dicho en múltiples ocasiones y las preocupaciones de la gente transmitidas ante las más grandes instancias, pero vemos que no hay una respuesta que contribuya a solucionar lo que hoy las regiones piden a gritos.
Por ejemplo, es inaudito e inadmisible que en todo el Pacífico nariñense y caucano, en un millón de habitantes no haya una sola unidad de cuidados intensivos, entonces ¿qué cobertura en salud es esta? Es una cobertura teórica, que no corresponde a la realidad.
No hay dotación suficiente en nuestros hospitales, no se ha incrementado ningún ventilador, ni mucho menos UCI en estos departamentos del litoral nariñense y caucano. Tampoco se ha pagado un solo peso de la ley de punto final en estos dos departamentos, tampoco en Caquetá y para rematar, además de la salud que está en crisis se vive otra que es la alimentaria, esa otra pandemia de hambre que debemos evitarla.
Ante la crisis expreso toda mi solidaridad a estas regiones, en particular al sector médico y todo el personal de salud que son los que han sacrificado hasta su vida, hoy ellos están en una situación muy precaria, trabajando prácticamente como reza el dicho popular con las uñas, exponiéndose de frente a éste enemigo silencioso y exponiendo también a sus familias.
Espero que el Gobierno Nacional tome acciones oportunas, reales, palpables para las gentes de estos territorios que hoy sufren por partida doble, haciéndole el quite al virus y por el otro lado luchando para garantizar su seguridad alimentaria, con las cuales se han cometido abusos por parte de gobernadores y alcaldes que los ha denunciado la Contraloría General de la República, ojalá más temprano que tarde logremos superar esta crisis y volver a renacer cono Nación, nuestro país no aguantaría una nueva tragedia.
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