Durante el Paro Nacional del 2021 la Policía Nacional, y particularmente el ESMAD, fue protagonista de las más escabrosas violaciones a los derechos humanos. Tanto instituciones públicas como colectivos de derechos humanos registraron durante el Paro innumerables casos de violencia policial: homicidios, detenciones arbitrarias, torturas, violencia sexual, violencia basada en género, lesiones personales, entre otros.
De acuerdo con Indepaz y Temblores 44 personas fueron asesinadas por integrantes de la Policía, 25 personas fueron víctimas de violencia sexual por parte de miembros de esta institución, 103 personas fueron víctimas de lesiones oculares por parte de miembros del ESMAD, 1832 personas fueron víctimas de detenciones arbitrarias por parte de la Policía y al menos 1.905 personas fueron heridas por el accionar desproporcionado del ESMAD.
Ante esta inconcebible violación sistemática de derechos humanos por parte de la Policía, el clamor de las víctimas, sobrevivientes, madres y padres de jóvenes asesinados ha sido claro: el ESMAD se debe acabar y la Policía se debe reformar de manera estructural.
El hoy presidente Gustavo Petro criticó de forma vehemente la actuación de la Policía durante el Paro y se comprometió en campaña a acabar con el ESMAD. No obstante, hoy nos encontramos con un panorama diferente.
El nuevo director de la Policía Nacional Henry Zanabria ha informado recientemente a la opinión pública sobres los cambios que tendría el ESMAD. Hasta ahora los cambios anunciados no son de fondo: modificaciones en el uniforme, un nombre distinto (ahora se llamaría Unidad de Diálogo y Acompañamiento a la Manifestación Pública) y cambios en la apariencia de las tanquetas.
O son cambios que generan más dudas que certezas: adecuar tanquetas como ambulancias, o la continuidad en el uso del arma VENOM, que pasaría de ser usada desde el piso para ser usada desde la tanqueta.
Convertir tanquetas en ambulancias genera desconfianza, pues los que deben atender los heridos son el personal médico. En vez de usar ambulancias como vehículo de operación, se necesita garantizar un respeto irrestricto a cualquier cuerpo de ayuda humanitaria.
En cuanto al arma VENON, esta fue diseñada para la guerra. En el pasado la justicia la prohibió y debería permanecer así. No es posible hablar de una Unidad de Diálogo y Acompañamiento a la Manifestación Pública con esa arma como una amenaza latente a la integridad humana.
Estos cambios anunciados no generan confianza, acabar con el ESMAD y sus acciones violentas implica cambios estructurales. Invito al director de la Policía a contarle a la ciudadanía si va a haber cambios de fondo: cambios en los protocolos, cambios en la doctrina, cambios en los procesos de formación.
Necesitamos una Policía que interiorice la Constitución Política, el derecho a la vida es inviolable, nadie será sometido a tortura ni a desaparición. Los cambios de forma no son suficientes. Cumplirle a la ciudadanía implica cambios decididos y no solo cambios cosméticos. Necesitamos una Policía para la Paz, una Policía para la Vida.