Duque y la marcha del 21 de noviembre

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Oscar Sevillano

Difícil le está quedando al Gobierno Duque y al Centro Democrático evitar que los colombianos salgan en masa el próximo 21 de noviembre a protestar y exigir soluciones a los problemas de nuestro país, teniendo en cuenta la realidad de hoy, y no la del año 2002 o 2006.

Lo único que han logrado los congresistas del Centro Democrático como Paloma Valencia, María del Rosario Guerra, María Fernanda Cabal, Edward Rodríguez, Álvaro Uribe, etc., tratando de deslegitimar las motivaciones que pueden tener miles de colombianos que sienten que no están siendo escuchados, es animarlos mucho más, dándoles mayores razones para salir a marchar, porque de una u otra manera sienten que desde el Gobierno Nacional y el partido de Gobierno, se les maltrata, tildándoles de todo cuanto se les ocurre.

En momentos en que los territorios donde el conflicto armado se ha vivido con mayor intensidad y que hoy piden un giro en la política antidrogas, enfocado más en la prevención, se les amenaza con el regreso al glifosato, sin tener en cuenta las consecuencias medio ambientales que este químico puede traer. Ni hablar de la Resolución 350 de 2019 del ministerio de Agricultura que da vía libre a la cuota de pesca en el Mar Caribe de 125 toneladas de tiburón y 5.2 toneladas de aletas de la especie conocida como tiburón sedoso. Por lo anterior, suena difícil creerle al primer mandatario cuando asegura que tiene un gran compromiso con la política ambiental.

Es de entender entonces que los ambientalistas tengan razones para protestar contra estas ideas, exigiéndole a Duque mayor sintonía con regiones como la Orinoquia, Amazonía, el Chocó, Nariño y Cauca.

Por otro lado, puede ser que el Gobierno Nacional no haya concretado hasta el momento una propuesta de reforma laboral y pensional, pero, si resulta bastante curioso que luego de reunirse con los gremios económicos, estos salgan a proponer la posibilidad de reducción del salario mínimo, eliminación de horas extras, dominicales y festivos, y hasta la desaparición de Colpensiones.

Es lógico entonces que los sindicatos estén prevenidos, porque aunque es claro que se necesita una reforma laboral, lo que menos se espera es que esta sea pensada para que beneficie a la clase empresarial, mientras perjudica a la clase obrera.

Tampoco se discute que Colombia sigue siendo un territorio en conflicto, aun después de la firma de la paz con las Farc, y que por eso no se puede bajar la guardia en materia de combate a los grupos ilegales. El problema es cuando esto se lo hace pensando con la emoción, más que con la razón y con un 60% de certeza en la inteligencia militar. El resultado de esta particular manera de actuar, es la muerte de más de siete menores de edad en medio de un bombardeo y la posterior caída del ministro de Defensa, lo que pone a dudar de la manera en como se está enfrentando a la ilegalidad.

De ahí entonces que quienes le dijeron Sí a la paz y no desean el retorno a la lluvia de balas, no importa si estas vienen del cielo o son disparadas desde el terreno, salgan el próximo 21 de noviembre a gritarle al mandatario que piense primero antes de actuar. No puede ser que el país que le arrancó un grupo de personas secuestradas a una guerrilla cruel y sangrienta como lo fueron las Farc, en medio de una operación que se llevó a cabo sin dejar un solo muerto, ahora no sea capaz de idear la manera de enfrentar a la criminalidad, sin exponer la vida de miles de menores de edad que integran los grupos irregulares en contra de su voluntad.

Ahora, es claro que la educación, especialmente la universitaria, requiere la atención necesaria, pero ojo presidente, no es endeudando a los jóvenes de estratos 1, 2 y 3 con los créditos que ofrece el ICETEX como se soluciona el acceso a esta, porque esta posibilidad se ha convertido en una fórmula canivalesca que en lugar de ayudar, perjudica.

De ahí entonces que los estudiantes de universidades tanto públicas como privadas tengan motivos para protestar, porque no solo se los está ahogando en deudas, sino que además no se soluciona tampoco el problema de infraestructura en la universidades oficiales, algunas estas, con problemas de corrupción como sucede con la Distrital en Bogotá.

Presidente Duque, no mire la jornada del 21 de noviembre como un escenario de ataque a su Gobierno, mírelo como una oportunidad para escuchar a los colombianos y buscar la manera de conectarse con la realidad que se vive hoy. Créame que tanto usted como sus ministros, lo necesitan.

@sevillanoscar

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