Hemos abordado en columnas anteriores diferentes aspectos de la economía circular, en esta ocasión vamos a profundizar en el consumo de recursos naturales. Hay una realidad inminente: todos impactamos el planeta y todos consumimos recursos. Si siempre ha sido así, entonces ¿Cuál es el problema? La respuesta es sencilla: la forma como consumimos los recursos.
Cuando los países logran mayor crecimiento económico se incrementa la capacidad adquisitiva de su población, y en la misma proporción el consumo. Es evidente que los países mas desarrollados son los que más recursos consumen y los que más residuos generan, pero el problema no radica en su nivel de desarrollo sino en sus hábitos de consumo. Pese a que los países más desarrollados tienen las mejores infraestructuras de aprovechamiento de residuos y las tasas mas altas de reciclaje, no se resuelve en sí el problema ambiental porque el residuo está al final del ciclo de vida, hacer aprovechamiento solo resuelve el residuo, pero no mejora el desempeño general porque los habitantes siguen demandando cada vez más productos de menor vida útil. En ese orden de ideas, estos países podrán hacer aprovechamiento de los residuos crecientes, pero no están disminuyendo su consumo de recursos naturales. En última instancia, el residuo es el resultado de la ineficiencia de nuestros hábitos.
También vale la pena mirar el comportamiento de los países de menor crecimiento económico, acá hay menor consumo de recursos naturales, pero en la mayoría de los casos no se usan de manera eficiente porque son abundantes y hay menores tasas de aprovechamiento de residuos; en este escenario también juega un rol determinante el consumo responsable para que se generen menos residuos y los recursos existentes se usen de manera eficiente. En pocas palabras, los países ricos consumen más pero reciclan más, los países más pobres consumen menos pero generan mas residuos y son mas ineficientes en el uso de los recursos. En ambos casos el problema no está en la capacidad económica sino en la cultura de consumo.
Los hábitos de consumo tienen un impacto ambiental desde el inicio del ciclo de los productos hasta su fin: la procedencia de materias primas, el transporte hacia los sitios de transformación, los empaques, la distribución de los productos terminados, los residuos que se generan al finalizar su vida útil, adicional a los desperdicios durante cada uno de estos procesos. Entender este comportamiento permite dimensionar el impacto que tiene el consumo sobre los recursos naturales.
Reconociendo que el aprovechamiento de residuos es necesario e importante, se deben adoptar en paralelo estrategias de ecodiseño, innovación, servitización (pasar de producto a servicio), remanufactura, es decir, adoptar las estrategias que plantea la economía circular, y por supuesto promover el consumo responsable. La adopción de estas estrategias permitirá reducir el consumo de recursos naturales. Adicionalmente, estos esfuerzos deben ir acompañados de la educación para que cada vez más individuos adopten el consumo responsable.
Una población global creciente pero educada con buenos hábitos de consumo podría ser la manera más efectiva para disminuir el sobreuso de recursos y por ende, mitigar el cambio climático.