En 1972, Carl Bernstein y Bob Woodward, periodistas de The Washington Post, publicaban las notas que fueron conocidas como el escándalo Watergate. Estas provocaron la renuncia del presidente Reelecto Richard Nixon en 1974. Eran otros tiempos, cuando una pluma tenía el poder de remover al hombre más poderoso del mundo. Ese cuarto poder fue acuñado en el siglo XVI para poner de relieve que la prensa igualaba su poder al de la iglesia, los políticos y los nobles. Ya en el siglo XIX terminó de consolidarse, colocándose junto al poder ejecutivo, legislativo y judicial.
Corría 2006 y la revista Time decidía que el personaje del año era… ‘Usted’, era el reconocimiento al contenido generado por el usuario, en los nacientes medios sociales: Youtube, Facebook, MySpace, entre otros. Hoy día las tradicionales familias periodísticas de oficio; Graham (The Washington Post), Bancroft (Wall Street Journal), Polanco (El País), Santos (El Tiempo) entre otras, han cedido el control en su mayoría a grupos financieros o conglomerados de comunicaciones; no se quedan atrás los venerados, Financial Times, The Economist o la revista Time, que han cambiado de manos en años recientes, esta última ha sido vendida más de tres veces en los últimos cinco años.
Ahora abundan las críticas a revista Semana por el cambio de timonel, pero es uno más en la larga lista de medios, que caen bajo el control de grupos de administración, encabezados por banqueros y financieros. Si revisamos la lista mencionada anteriormente, todos son controlados por grupos económicos, que invierten en los medios lejos de una visión de mecenas, tampoco para tener réditos económicos, invierten porque sirven a sus intereses y van desde el millonario francés Xavier Niel a Luis Carlos Sarmiento Angulo en Colombia. No menos importante, es qué tanto afecta a la línea editorial de los medios estas recomposiciones accionarias, tal vez unos lo disimulan bien, otros no tanto; pero al final, prima que el que compra manda y quiere imponer su visión e intereses, son banqueros enseñados a enamorarse sólo de su mujer y sus hijos.
En paralelo, se da otra batalla, compañías que hace 20 años no existían, dominan la generación y distribución de contenidos; fundamentan su operación en los datos y, por si fuera poco, sus comandantes son genios, ese 0,1 % de la comunidad empresarial, que han levantado estas compañías desde ceros, llevándolas al Olimpo y amasando grandes fortunas en el camino. Tal vez el más popular de todos es Mark Zuckerberg, pero es toda una camada de empresarios, los que dominan los nuevos medios de comunicación: Jack Dorsey en Twitter, Evan Spiegel en Snapchat, Larry Page y Sergei Brin en Google y Youtube, Marc Benioff de Salesforce y Jeff Bezos en Amazon; este par, últimos propietarios de medios tradicionales como Time y Washington Post, respectivamente. Ésta es la competencia que fumiga a la prensa del pasado, ellos dominan los medios que son visitados por las nuevas generaciones, que no van a los puntocom de los periódicos y, para quienes la radio y la TV son artículos de museo.
Los medios de comunicación no están en crisis, al contrario, están en auge, en un recambio tecnológico, de audiencias, y de media outlets; los medios sociales, hacen parte de los medios de comunicación y se llevan gran parte de los presupuestos de publicidad, a nivel mundial. Ahora sí, la crisis golpea duro a los que no se adaptaron, los que no saben transitar en el mundo digital y la conquista de nuevas audiencias. La tecnología ya ha sacudido a otras industrias: la música (Napster), el transporte (Uber), el turismo (Airbnb), y no por eso han dejado de existir. Hay medios que luchan por no quedarse atrás, The New York Times ofrece suscripciones digitales a 1 USD al mes y han adquirido Serial Productions (compañía de podcasts), Audm, Hello Society, Shine y más de 30 startups, que por lo menos, los acerca y facilita las maniobras en la transformación digital. En Colombia El Tiempo recién se estrena en este campo y su versión más económica cuesta un poco más de 4 dólares, sí, en Colombia. Veremos cómo les va.
Proliferación de noticias falsas
Dicho esto, el cuarto poder hoy día no pinta de nada, lo demuestra CNN, ABC, CBS y los editoriales de los medios más “influyentes” que apuntaron sus misiles a la Casa Blanca. Faltó una pandemia y su pésima gestión, para que Trump solito se pusiera en el asfalto, de no ser así, se habría reelegido fácilmente. De hecho, creció su base electoral respecto a 2016, lo demuestra la proliferación de Fake news, lo demuestran los movimientos civiles y las revueltas sociales fraguados desde las redes; lo demuestra el consumo digital de contenidos basura y como a partir de estas plataformas sociales emergen influenciadores de la nada; lo demuestra cómo algunos políticos construyen su propio bastión informativo. Para la muestra Gustavo Petro, que dobla en seguidores a los periodistas más influyentes; igual que Andrés Manuel López Obrador en México. Y si vamos al mundo del entretenimiento, el giro es arrollador. Adiós a los otrora poderosos programadores de radio musical (más conocidos como payoleros), fuera de Estados Unidos pocos son los shows de TV que reciben en sus sets a las estrellas de la música y el cine, tal vez El Hormiguero en España es alguno de los pocos tenidos en cuenta aún, un tweet y cantantes y actores mantienen informados a sus millones de fans.
Hoy Bernstein y Woodward, cerca de los 80 años, están retirados de la primera línea del periodismo, pero si ejercieran, seguro les iría mejor en TikTok que en el diario que les hizo famosos, lo cual es bastante penoso para la profesión. No es un campo fácil el de los medios, pero por ahora, no olvidemos que cuando lean El Tiempo, están leyendo la agenda de Luis Carlos Sarmiento; no dista si abren las páginas del Washington Post, que si bien, al parecer, no están manipuladas por Jeff Bezos, si ha salido a la luz el tratamiento que tiene el Post en su cubrimiento de noticias que involucran a Amazon.