El día en que Iván Duque tomó posesión como presidente de la república no le pasó por la cabeza que la invitación que en calidad de senador hizo en muchas ocasiones a los venezolanos para que se manifestaran de manera pacífica y multitudinaria en las calles en contra del régimen de Nicolás Maduro, en algún momento los colombianos la iban a ejecutar en su contra.
Mucho menos se podía imaginar que a los primeros 16 meses de su Gobierno la gente saldría masivamente para protestar no solo por su desconexión con la realidad de la Colombia de 2019, sino además por el descontento que como primer mandatario ha generado al dejarse ver como un presidente que no ejerce liderazgo alguno ni en el país, ni dentro de su mismo equipo de trabajo.
Y es que a Duque parece que la suerte no le ha acompañado en ninguno de los objetivos que se ha propuesto. En primer lugar sus ganas de impulsar la economía naranja como nuevo motor de la productividad en Colombia no ha tenido mucho eco en nuestro país, porque no existen las condiciones para motivar a los ciudadanos a ejercerla y muchos de ellos no están relacionados con lo que encierra este mundo, para colmo el viceministerio de la Creatividad y la Economía Naranja del ministerio de Cultura, no ha sido muy creativo en la manera en cómo debe explicar a la población lo que esto significa.
Duque quiso buscar un enemigo sobre el que pudiera hacer florecer un liderazgo no solo en Colombia, sino además en el mundo entero, y quien mejor que su vecino Nicolás Maduro a quien quiso derrocar inventándose el envío de una ayuda humanitaria a Venezuela con la intención de provocar al dictador de la lado, quien le mostró los dientes enrostrándole la ayuda militar que recibía de China y Rusia, lo que hizo que su idea resultara un total fiasco, por lo que al mandatario colombiano no le quedó otra, más que regresar a Bogotá como bien lo dice el Chavo del Ocho, “con el rabo entre las piernas”.
El primer mandatario tuvo la oportunidad de liderar una campaña anticorrupción aprovechando la oportunidad que le brindaba el referendo que promovió la alcaldesa electa Claudia López, sin embargo, de manera tímida le apoya ante la negativa del Centro Democrático de votar a favor de este, y cuando toma la decisión de presentar iniciativas de Gobierno encaminadas en este sentido, no pone a sus ministros de manera decidida al frente de este propósito, lo que hace que poco a poco se pierdan en la lentitud y desidia del legislativo.
Despertó además la furia de los estudiantes universitarios quienes le pedían una reunión para explicarle sus inquietudes en materia de educación superior, a lo que el primer mandatario no quiso acceder y en cambio prefirió darle agenda al cantante Maluma.
Acto seguido, se propone darle gusto al Centro Democrático y para esto presenta las objeciones a la Justicia Especial para la Paz, que fueron derrotadas en primer lugar en el legislativo y más adelante en la Corte Constitucional. Total a Duque no le quedó otra más que firmar lo que en un comienzo se había aprobado en esta materia para darle viabilidad jurídica a este tribunal.
En momentos en que a nivel mundial se ha despertado un movimiento fuerte que busca proteger al medio ambiente, Duque busca afanosamente regresar a la posibilidad de fumigar con glifosato los cultivos de uso ilícito desde un avión, desconociendo los efectos colaterales que este químico tiene sobre la fauna y la flora que se encuentra alrededor de los sembrados de coca y para esto coloca a su ministro de Defensa Guillermo Botero para que trate de convencer a los colombianos de las “bondades” que traería esta posibilidad.
El problema del hoy exministro, es que por estar en el lugar equivocado, terminó no solo linchado por la opinión pública con cada una de sus frases particulares que sobre los temas de seguridad y defensa pronunciaba, sino que además sirvió de sacrificio al tener que salir por la puerta de atrás, luego de conocerse que en el bombardeo que buscó dar de baja a alias el cucho, cayeron menores de edad y que este hecho no fue dado a conocer al país. Por no hablar de su responsabilidad y falta de rigor con las fotos que pretendían demostrar la presencia de grupos armados ilegales colombianos en territorio venezolano, imágenes que resultaron falsas.
El jefe de Estado tuvo además la oportunidad de dialogar de manera directa con las comunidades indígenas y afrodescendientes en el departamento del Cauca, sin embargo luego de que entonces fiscal Néstor Humberto Martínez le diera aviso del riesgo de un posible atentado en su contra, este decide no asistir al lugar donde lo esperaba la población de este territorio y tomar su helicóptero con rumbo a Bogotá, dejando la sensación de que los organismos de seguridad y las Fuerzas Militares y de Policía no están en capacidad de cuidar ni al presidente de la república y que si hay territorios vedados, incluso hasta para el primer mandatario.
Estos y muchos errores del presidente Iván Duque han generado un malestar en la población que se ha generalizado y que le hizo escuchar el primer cacerolazo que dio en Colombia.
¿Qué le corresponde hacer a Duque en adelante?
Reunirse y escuchar, pero no a los alcaldes electos ni a los grandes empresarios, sino a la población en los territorios, procurando no caer en el error de ir a explicar los planes que se han trazado desde el Palacio de Nariño para luego de terminar su discurso, tomar su avión de regreso y dejar a todos con preguntas sin responder.
No señor, es permitiendo que los ciudadanos en municipios y veredas hablen y le expresen sus preocupaciones, sin que medie la intervención de su consejera Karen Abudinem, quien según denuncias de Noticias UNO, en los espacios Construyendo País, no solo escoge a quienes se van a dirigir al primer mandatario, sino que además les editorializa las preguntas.
En segundo lugar, Duque debe ejercer un verdadero liderazgo en su equipo de Gobierno, donde se demuestre que quien manda a los ministros es el presidente de la república y no los ministros al presidente de la república como es la impresión que se deja cuando se ve a la ministra de Trabajo oponiéndose en tono desafiante al nombramiento de X o Y persona que tiene que ver con el manejo de su cartera, pero que su designación pasa por las manos del primer mandatario, para no hablar de la actitud del ministro de Hacienda.
Muchos desafíos tiene en adelante Iván Duque si no quiere seguir escuchando el sonido de la cacerola, ni ver a miles de colombianos sumarse a una protesta masiva que, en cualquier momento se le puede salir de las manos, sino da un giro a su Gobierno y atiende a las poblaciones, no desde Bogotá, sino desde sus territorios.
El presidente de la república debe entender que hoy la gente no traga entero, y que la forma de pensar de los colombianos del año 2019, no es la misma del año 2002. Que por tanto no está bien que para gobernar se inspire en un modelo y una estrategia política que le sirvió a su jefe y mentor Álvaro Uribe Vélez, pero que hoy por las condiciones actuales de nuestro territorio, resulta obsoleto, porque la prioridad para las personas en municipios y veredas, no es que les bombardeen sus territorios o les fumiguen veneno desde un avión, sino que el Estado haga presencia construyendo vías terciarías y mejorando las existentes, que impulse la economía rural, atendiendo no solo al gran empresariado agrícola, sino además a los pequeños y medianos cultivadores de los productos del campo, etc.
Presidente Duque en sus manos está la solución, todo es cuestión de que se decida a ejecutarla.