Muchos celebran las noticias relativas a la transición energética y la palabra descarbonización está de moda en todos los medios de comunicación. No obstante, quiero compartir algunas reflexiones en torno al cambio climático y las estrategias de transición energética:
El cambio climático es consecuencia de la sobreexplotación de recursos, de la deforestación y por supuesto, de las emisiones. Es necesario entender el conjunto para ver con claridad que las acciones de mitigación van mas allá de simplemente instalar paneles solares o sembrar árboles.
La energía que se consume se genera con base en la demanda y la demanda a nivel individual y global ha tenido un comportamiento creciente las últimas décadas y con la transformación digital, se proyecta que siga creciendo, lo que obliga a aumentar la generación de energía eléctrica.
Con el objetivo de mitigar el impacto de las energías convencionales se tiene como meta que este crecimiento en la demanda global se supla con energías renovables o limpias lo que también contribuye con las metas de reducción de emisiones establecidas en las COP.
Es común que la gente asocie la energía solar o eólica con el término energías limpias porque sus emisiones no se perciben de manera directa, pero si tienen un impacto considerable: tanto los paneles solares, como las baterías y las turbinas contienen metales y tierras raras. Estos minerales son recursos naturales no renovables, es decir que hay unas reservas limitadas y se obtienen a partir de la controversial minería. Esto significa que agotamos recursos no renovables para producir energías renovables que suplen la demanda energética creciente de una población creciente que aún no sabe hacer uso eficiente de la energía.
Antes de realizar esa transición, deberíamos desplegar múltiples estrategias orientadas a reducir el consumo de energía y obviamente, usar energías más limpias, pero no tiene sentido producir más energía porque no la usamos de manera eficiente. Toda la generación de energía tiene un impacto, entonces no es razonable en términos de recursos naturales producir una gran cantidad de energía que se desperdicia y adoptar únicamente la conversión a energías renovables, sin la adopción de estrategias que reduzcan el consumo. Es necesario que estos esfuerzos se integren.
Otro gran emisor de gases de efecto invernadero es el transporte y en este sector también se busca la descarbonización, como consecuencia de ello, ha cobrado fuerza la movilidad sostenible y los vehículos eléctricos. En este sector también es importante analizar como se mitiga su impacto y su mitigación de emisiones tampoco puede basarse netamente en el uso de vehículos eléctricos. Debemos ir mas allá, y acá juega un papel protagónico la planificación territorial y los sistemas de transporte masivo. No necesitamos que cada hogar tenga un vehículo eléctrico, se necesita una infraestructura de transporte público eficiente y de amplia cobertura, de tal manera que los ciudadanos prefieran usar el transporte público, que sacar su carro y esto si es movilidad limpia. El transporte público de alta calidad es la mejor competencia al vehículo particular. Transportar un pasajero en metro tiene una huella de carbono mas baja que un vehículo eléctrico con un solo ocupante, así como los trenes son una forma limpia y eficiente de transportar un gran número de pasajeros por vehículo.
Respecto a la planificación territorial y mitigar las emisiones del transporte, otro aspecto importante a analizar es el motivo por el cual se desplaza la gente y la respuesta es sencilla: a trabajar, a estudiar, a comprar. Por consiguiente, la planificación territorial debe adoptar modelos en los cuales cada sector y localidad tenga la capacidad de atender las necesidades de la población para disminuir los desplazamientos. Es decir, cuando los colegios, universidades e industrias se localizan en la periferia, incrementan de manera automática en las emisiones del transporte de los individuos que se desplazan diariamente desde sus viviendas. Por el contrario, si se planifican territorios en los cuales haya integración de vivienda, industria y colegios, se reducirán notablemente las emisiones del transporte por menores tiempos y distancias de desplazamiento y ganarán calidad de vida quienes los habiten.
En conclusión, la mitigación y las estrategias de descarbonización deben ser concebidas con una visión integral del territorio, su cultura y sus hábitos para identificar específicamente las acciones que permitan hacer uso eficiente no solo de la energía, sino de los recursos naturales en general. Adicionalmente se requiere fortalecer la cultura ciudadana y los instrumentos que permitan hacer eficiencia energética, de tal manera que el buen entendimiento del contexto, del potencial de reducción y de la integración de estas medidas con la adopción de energías renovables permitan obtener un mayor beneficio económico, social y ambiental.