El presidente Joe Biden y su administración parecen estar peligrosamente cerca de una ruptura irreversible de la confianza pública en su capacidad para brindar prosperidad y seguridad financiera. Esto mientras los difíciles desafíos económicos se convierten en enormes responsabilidades políticas.
Una encuesta de CNN publicada este miércoles muestra que no están funcionando los repetidos esfuerzos del presidente para resaltar los aspectos innegablemente fuertes de la recuperación económica después de la pandemia y para compensar la culpa de sus puntos malos. (Stephen Collinson/CNN, mayo 5, 2022)
El gobierno de Joe Biden llego con una gran esperanza después de vivir 4 años de nepotismo. Creímos que la inestabilidad política, las relaciones exteriores y la economía iban a entrar en una senda de prosperidad. Sin embargo, en lo que va del gobierno de Biden, continuó sintiéndose el impacto del COVID, la economía no levantó y las relaciones exteriores siguen en deuda.
Comencemos con lo económico. El actual presidente de Estados Unidos, llego con la promesa de reactivar la economía, trabajar por las clases menos favorecidas, mayor inversión en energías limpias (acelerando la transición energética) y consolidar la recuperación después de la pandemia.
A pesar de que las propuestas eran muy buenas, y tenían todo el sentido del caso, esta administración fracasó en el diagnóstico. Este gobierno puso a la lucha contra el cambio climático como una de sus prioridades, mientras que solo el 1% de la opinión pública (Gallup, 2021) priorizaba este tema. Esto fue un claro error en la lectura de la realidad de Estados Unidos (a pesar de la importancia de la lucha contra el cambio climático).
Por otro lado, con miras a fortalecer las clases medias y las menos favorecidas, el exvicepresidente de Obama aumentó el gasto del gobierno, incrementando la circulación de dinero en el país, lo que sirvió como gasolina para la inflación, en un momento en el que la economía se estaba recuperando más rápido de lo previsto (Donald Trump la dejó en ese rumbo). Esto fue un error.
Como parte de ese gasto, el gobierno priorizó el subsidio de $300 USD, por niño a las familias estadounidenses de manera permanente. Sin embargo, solo un tercio de las familias de ese país apoyaba esta iniciativa (The Hill, 2021). Esto era parte de la idea de que las familias con menos ingresos eran las más afectadas (los republicanos solo aprobaron este programa por 1 año). Sin embargo, son los salarios de esas familias las que más han crecido desde 2010. Obviamente, esto aumento la deuda publica de forma exponencial.
Aumento del déficit y sumado a las sombras de recesión económica que se han posado en los últimos meses sobre ese país, es como chispa para la desaprobación de la gestión, y aumenta exponencialmente el riesgo de perder las elecciones de medio termino en noviembre.
Por otro lado, la inestabilidad política ha llegado a niveles insospechados esta semana, con el allanamiento por parte del FBI a la residencia de Mar-A-Lago del expresidente Donald J. Trump (se dio a conocer que el exmandatario habría botado documentos al inodoro antes de la llegada de las autoridades). Esto activó acciones de apoyo en todo el país a Trump, y el partido republicano cerró filas alrededor de este.
Esto aumenta la distancia entre demócratas y republicanos, la cual ha venido aumentando desde el gobierno de Obama. Esto es crítico, especialmente en estos momentos donde se necesita de consensos para el apoyo a Ucrania, la lucha contra el cambio climático o la crisis migratoria.
En el frente de política exterior, Biden ha sido muy activo. Debido a la guerra en Ucrania, se dio la oportunidad de revitalizar rol como líder de EE. UU. en Europa, con el fortalecimiento de la OTAN. En Asia, sigue fortaleciendo los lazos con sus aliados tradicionales como Corea del Sur y Japón, ha creado el QUAD (por sus siglas en ingles) que agrupa a Australia, Corea del Sur, India y EE. UU, para fortalecer el comercio, y Australia ha fortalecido sus lazos militares con el Tío Sam. Todo lo anterior buscando hacerle frente a China. Igualmente, en el medio oriente se ha diseñado un gran paquete de ayuda económica, que incluye a Israel, el cual complementa los esfuerzos de ese país por acercarse a sus vecinos, y busca hacer un contrapeso a Irán en la región.
Biden no solo cambió la política económica de Trump, sino que volvió a retomar el protagonismo internacional que se perdió con su predecesor. A pesar de la guerra en Ucrania, o las tensiones en el estrecho de Taiwán, puede ser uno de los aspectos medianamente positivos de esta administración.
En conclusión, Biden no ha planteado las políticas correctas, no ha tenido el impacto esperado, y esto se ve reflejado en la aprobación de su gestión. Esto es un síntoma de la falta de lideres que tiene EE. UU. (y el mundo), que estén a la altura de las circunstancias tan complicadas que estamos viviendo.
Hay una gran posibilidad que los demócratas pierdan las elecciones de noviembre, y se enfrenten a un congreso liderado por los republicanos, que harán aún más difícil la administración del país. De ser así, Biden es el gran responsable de este resultado.
Joe tiene 2 años para corregir el rumbo, pero nada indica que pueda hacerlo. Una recesión económica que se asoma, las tensiones internacionales que aumentan y la división del país que es más álgida que nunca, hacen de este un panorama muy complicado para que el presidente dé el timonazo que necesita. Pero por el bien de ese país y del mundo, esperemos que