Es común encontrar a funcionarios públicos en Colombia que, en el marco de su oficio, se dediquen a hacer campaña política para aspirar a cargos de elección popular. El caso de Francisco Barbosa es más que diciente. Desde la posesión del presidente Gustavo Petro no ha hecho más que intentar subir su perfil (aunque con sus actuaciones y declaraciones termina bajándolo) con miras a ser un alfil de la derecha en la campaña presidencial de 2026.
Los micrófonos de los medios masivos, que los tiene a su gusto, han servido como instrumento para irse lanza en ristre contra el “Gobierno del Cambio”. A poco menos de un mes de su salida del cargo, El Colombiano, Red+Noticias, De Par En Par con Lucas Pombo y Johana Fuentes para la W Radio y el diario El Tiempo publicaron entrevistas a este “personaje”. En las diversas intervenciones ha sostenido que el incremento del crimen en el último año y medio se debe al gobierno de Gustavo Petro; además que “es un gobierno en el que se buscó favorecer criminales”. Afirmó, en un lenguaje desafiante, que “si hace 25 años al país lo puso en jaque Pablo Escobar, hoy lo está poniendo en jaque Gustavo Petro”. En una impulsividad desaforada, manifestó que el gobierno “parece como si fuera un bloque de disidentes de las Farc escribiendo contra la Fiscalía”.
Aunque en el programa De Par en Par aseveró que, al concluir su periodo, no tiene planes de hacer campaña para lanzarse a la Presidencia, lo cierto es que va a estar muy activo, no en Bogotá, sino en algunas regiones ayudando “en los planes de desarrollo territorial, en los temas de justicia y de seguridad. Seguramente estaré en las regiones conversando… en un ejercicio de liderazgo ciudadano”. A los serviles aspavientos que le prestan los medios masivos, se suma la propaganda negra que ha generado desde su cuenta personal de X donde postea aseveraciones como: “Si fueran los Panamericanos del crimen yo me imagino que hubieran girado rápidamente, pero como son los de deporte, pues no giraron”.
Pensé, en un inicio, que era una percepción errática la que me sesgaba al ver al Fiscal como un agente desestabilizador de la institucionalidad y en campaña presidencial; sin embargo, la reciente columna de Ana María Bejarano “El micrófono de narciso”, el editorial del domingo de El Espectador “Un fiscal general en campaña política” y los premonitores trinos de la Senadora María José Pizarro me dejan claro que no es una cuestión mía, subjetiva, sino que ponen de presente el interés personalista que abruma a Francisco Barbosa.
No ha sido una Fiscalía con grandes réditos. Al contrario, los constantes escándalos mediáticos en los que se ha visto involucrada la Vicefiscal, Martha Mancera -bastión de Barbosa y quien seguramente lo reemplace mientras llega la nueva Fiscal-, han opacado los eventuales logros. Ha sido una Fiscalía que dedicada a deslegitimar el gobierno en el marco de declaraciones politizadas que más que afectar a Petro, lo han fortalecido institucionalmente.
Lastimosamente, la Fiscalía General de la Nación en el último periodo se convirtió -debido al actuar irresponsable de Francisco Barbosa- en un escenario político donde priman las opiniones inquisitivas sobre los debates jurídicos de política criminal. Son varios los retos que se le avecinan a la nueva Fiscal, quien todavía no ha sido seleccionada por la Corte Suprema de Justicia. Entre otros, recuperar la imagen de la entidad como una institución autónoma e independiente, revivir varios de los procesos de corrupción y narcotráfico que no salieron avante en la actual administración, establecer un entendimiento con el gobierno nacional en el marco de la Paz Total y asumir una posición inequívoca que refuerce al ente acusador con la reforma a la justicia.