Ustedes son de los que dicen constantemente que el mundo está en su peor momento? Existen muchas evidencias que demuestran lo contrario, pero lamentablemente las voces de cientos de científicos, economistas, sociólogos y antropólogos que estudian estos temas y creen en un mundo más justo, más democrático, con mayores oportunidades y en donde haya más riqueza (mejor distribuida), no consiguen los grandes titulares que sí se dejan a las noticias negativas de un día a día que pareciera ser cada vez más oscuro.
El viejo adagio de “toda época pasada fue mejor”, es tremendamente relativo y apunta a un pasado que la mayoría de la población mundial nunca vivió. Son pocos los que hoy pueden recordar de primera mano la segunda guerra mundial, un hecho de la mayor relevancia para el mundo entero y que culminó hace escasos 77 años (exactamente en septiembre de 1945). El punto acá es que creemos que el mundo era mejor porque lo escuchamos a través de las historias de nuestros padres y abuelos, relatos de esos viajes espectaculares por las regiones olvidadas de países que aún estaban por ser desarrollados, en donde los carros eran, en muchos casos, primitivos y la tecnología no tocaba el día a día de todo lo que hacemos hoy.
Revisando los datos es importante ponerle perspectiva a esa afirmación que se lanza en la sala de muchas casas: “el mundo está peor hoy, que antes”; o “a ustedes les tocó un mundo muy complejo”. No, el mundo no es más complejo, el mundo es el mismo mundo en constante cambio, pero sí muchísimo más poblado y por ello más competido. En 1950 la población mundial se calculaba en 2.600 millones de personas, cifra que para 1987 llegó a 5.000 millones. Hoy superamos los 7.700 millones y en 2050 (en 28 años), estaremos sobre los 9.700 millones. Esto representa un gran desafío para la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y continuará poniendo a prueba la posibilidad de evolucionar los sistemas productivos, así como la oferta de salud, educación e infraestructura. Es decir, la presión sí que continuará, pero nada que no hayamos hecho en el pasado como sociedad; pensemos por un segundo que la población pasó de tener una expectativa de vida de 38 a 70 años en tan solo dos siglos y en esos años evolucionamos como nunca.
En ese mismo periodo de tiempo cerramos importantes brechas, el gran ejemplo es la alfabetización, que hoy llega a un agregado mundial de 85%, cuando a principios del siglo XIX las personas mayores de 15 años que sabían leer y escribir no superaban el 10%. De igual forma sucede con la pobreza extrema que a comienzos del siglo XIX era del 89% y para el 2015 estaba en el 9,98%. Claro acá hay un tema de distribución de la riqueza, se conocía recientemente que el 1% de la población tenía más que el restante 99%, pero este es sin duda un elemento que ojalá tenga una evolución de la que seamos testigos.
El mayor reto, sin duda, es el medio ambiental. El gran giro que hemos tomado ha sido devastador y vemos a diario la desaparición de especies, la afectación de ecosistemas completos y el constante trabajo para generar conciencia de que cualquier acción cuenta, nadie está exento de disminuir su consumo e implementar mejores prácticas en su día a día. Una tarea nada fácil pero que se ha metido en las conversaciones del día a día, como un llamado de alerta recurrente que hace apenas 40 o 50 años no hacía parte del diálogo en la sobremesa.
Es muy tentador pensar que el mundo efectivamente está cada día peor, más aún cuando existe una permanente avalancha de noticias que llegan de lado y lado del planeta, reforzando ilegalidades, robos, fraudes o abusos de poder. Pero ¿no ha sido esta la constante de la historia de la humanidad? ¿No eran acaso unos pocos privilegiados quienes ostentaban el poder y se favorecían de una gran población sumida en la miseria y puesta de rodillas ante sus pies?
Alimentar nuestro miedo a que el caos viene en camino, dando fuerza a esas informaciones que dan la vuelta al globo en segundos, es muy fácil. Pongámonos los lentes completos y observemos con detalle el mundo en el que estamos hoy, porque puede que lo que debamos hacer sea disfrutar el presente con mirada de futuro; 200 años se pasan volando y más ahora que se estima que las nuevas generaciones vivirán un siglo.
Alfonso Castro Cid
Managing Partner
Kreab Colombia