Quiero pensar que no hay colombiano que no esté orando para que el Dios de los cielos le salve la vida al Candidato presidencial Miguel Uribe Turbay; y la razón para hacerlo es una sencilla: Miguel Uribe es una buena persona. la cual, a pesar de las circunstancias que le tocó vivir, supo crecer sin rencor y sin ánimo de revancha; como el mismo dice, él perdonó pero no olvidó.
Las balas disparadas por el sicario no solamente afectaron al candidato, también afectaron a la democracia. Sí; el atentado a Miguel es un atentado a la razón misma de ser una república, una república que a pesar del tiempo no ha aprendido a vivir en paz, un país que sigue justificando la violencia, que sigue matando a sus congéneres sin ninguna razón valedera.
Pero como si esto no fuera demasiado, hoy el presidente de la república, en su delirio poético, que pocos entienden y que según él, logra hacer alarde de su brillante inteligencia, yo pienso todo lo contrario. y en su enamoramiento de su propio reflejo, salió a decir que este atentado tenía como objetivo dañar la imagen del Gobierno; es decir para el presidente Petro la víctima es él.
Producto de todo lo anterior, se levantan voces pidiendo que es necesario bajarle el tono a la discusión y a las ofensas. Con lo segundo estoy de acuerdo, con lo primero, no. La política se trata de confrontar ideas, debatirlas con pasión, desde luego pasión sana, alejada de la violencia; y esas discusiones generan tensiones y estas llevan a la polarización, pero este resultado final es fruto de la discusión y la discusión hace parte del ser de la política, así que no hay que tenerle miedo.
Pero lo que no puede pasar es que esa polarización sea utilizada, para señalar, para insultar gravemente, sea utilizada para promover violencia, como ya nos ha acostumbrado el flamante jefe de Estado que tenemos.
Estoy de acuerdo con aquellos que creen que el principal responsable político de lo que le sucedió a Miguel Uribe es el presidente; él nunca practicó ser el árbitro del terreno, nunca asumió que como jefe de Estado, tenía el deber de retirarse de cualquier discusión que tomara el camino equivocado de la violencia.
No. él tiene que ganar siempre, y para eso utiliza la elocuencia incomprendida para muchos – entre ellos yo- que conduzca a la gente a decir que es muy inteligente, porque si hay algo que definitivamente le rebosa al presidente es su ego. Este lo lleva a creer que en la discusión todo es permitido; hasta los insultos, los señalamientos, incluso la incitación al linchamiento como lo dio a entender en Barranquilla.
El resultado de su ejercicio es un hombre de 39 años con una bala en su cabeza; y no contento con eso, en la noche en la que decidió referirse al tema, volvía a utilizar el mismo método, el insulto rastrero, llamando truhanes y rata de alcantarilla a aquellos que no piensan ni actúan como él.
Con el atentado a Miguel Uribe Turbay, perdemos todos: ese atentado nos muestra lo enferma que está nuestra sociedad, pero también nos enseña, por vía del sicario, la poca esperanza que nos queda.
P.D: Estoy de acuerdo con todas las manifestaciones de solidaridad que se han mostrado; lo enferma de esta sociedad nos lleva a prejuzgar las intenciones de mostrar solidaridad y misericordia. Para muchos esto muestra oportunismo; ¿quién es quién para determinar las verdaderas intenciones que tienen aquellos que deciden suspender todo en su normalidad, para acercarse y preguntar cómo está Miguel. – incluso aquellos que no estaban de acuerdo con él -, y de paso manifestar su indignación por lo sucedido?


Jeferson Mena
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