El nuevo feminismo que degrada a la propia mujer


@Marcial__Munoz
@Marcial__Munoz

Como padre de dos hijas no tengo que ganar legitimidad moral, demostrar nada a nadie o sobreactuar sobre la necesidad de trabajar por una sociedad que ponga a las mujeres en el lugar que se merecen. Personalmente ya estoy poniendo las bases para que el día de mañana, mis aun pequeñas, sean unas mujeres libres, felices e independientes.

Bien entrado el siglo XXI, y especialmente en las ‘demonizadas’ por muchos “grandes ciudades de la sociedad occidental”, nadie discute la legitimidad de las batallas por la igualdad de género. Esas justas batallas ya las ganaron nuestros/as abuelos/as y padres/madres durante buena parte del siglo anterior. Seguro en algunas culturas y países lejanos, o en nuestro propio entorno rural, aún hay mucho por hacer en este sentido.

En la semana de la mujer, sorprende e indigna como el movimiento neofeminista o feminazi, se ha olvidado de la mujer, quien debería ser su eje, y lo único que busca es borrar-someter-anular al hombre, queriendo cobrarse viejas facturas. El famoso quítate-tú-para-ponerme-yo-y-además-paga-una-condena. Afortunadamente, son solo una minoría manipulada por grupos de extrema izquierda, pero son una minoría muy ruidosa, radical y cuentan con la simpatía de la mayor parte de los medios de comunicación, el motivo no lo sé.

Me niego a aceptar que esto sea una guerra de sexos, que las mujeres crean que los hombres son unos perversos abusadores a los que hay que ajusticiar públicamente en la plaza de mercado. Lo que uno ve en realidad es algo bien distinto del escenario que nos quieren mostrar en los medios. En el día a día cotidiano se ve a una mujer cada vez más segura de sus capacidades, cada vez en más puestos de responsabilidad de grandes empresas… y cada vez con mejores resultados operativos. Se ve a una mujer sin miedo a denunciar, sin tabúes sociales y con las mismas (o más) capacidades y preparación que los hombres. Es decir, lo natural.

Resulta bochornoso como este neofeminismo controla muchas administraciones públicas e intenta dividir a la sociedad con medidas de adoctrinamiento totalitarias e intransigentes. Por poner unos ejemplos: es una aberración moral y jurídica que dos delitos idénticos tengan distintas penas en función única y exclusivamente del sexo del criminal, es decir si un hombre mata a su pareja va más de 20 años a la cárcel, pero si es la mujer la que mata al hombre en las mismas circunstancias entra en prisión menos de la mitad del tiempo. En España, si un hombre asesina a su esposa, los hijos tienen derecho a una pensión de 600 euros por violencia de género, pero si es al revés por idéntico motivo, los niños pierden ese derecho. Al final, la víctima son los hijos, cosa que obvia el legislador.

Idéntica aberración moral es que en un colegio, a los niños (niños) de 6 años se les ‘castigue’ sin salir un día al patio de recreo solamente para que ‘sufran’ en sus propias carnes la opresión que han sentido las mujeres desde la época prehistórica. También atenta contra el sentido común y la limpieza de una competición deportiva poner a competir a mujeres contra personas transgénero, como ya muchas mujeres y lesbianas han denunciado en los Estados Unidos. Todo esto, por surrealista que parezca, por vergonzoso que suene, está pasando en este mundo raro en el que vivimos.

Caso aparte es la falacia comúnmente aceptada de la ‘brecha salarial de género’. Básicamente porque es mentira. Y ahí el feminismo corre el riesgo de crecer e implantarse sobre hechos mentirosos y con ello perder legitimidad y seguimiento entre las propias mujeres. ¿Ustedes creen que un cajero hombre de un supermercado, por poner un ejemplo, gana más que una cajera mujer en las mismas funciones, trabajando las mismas horas y con misma antigüedad en la empresa? ¿Ustedes creen que un funcionario público varón del ministerio de justicia gana más que una funcionaria pública en idéntica situación? A que no, a que no conocen ningún caso. Y si lo conocen pueden dirigirse a este medio de comunicación con las pruebas para denunciarlo ante el Ministerio de Trabajo. Posiblemente el escándalo sería tan grande que la empresa se vería abocada al cierre en pocos meses. No va a pasar, y repito, no va a pasar… porque es una mentira asumida socialmente.

Nada hace más daño a la propia mujer que la teatralización del feminismo. La política de cuotas tan de moda hoy en día. Primero porque les pone un techo de cristal, segundo porque degrada sus capacidades de una manera natural al nivel de ‘favor o empleo porque toca, una limosna’. Además, coarta la libertad de la persona, y finalmente, porque en el afán del político de turno en ubicar a una mujer, pone en el cargo a alguien que posiblemente no está preparada o no tiene la experiencia suficiente.

Hay quienes pensamos que el auténtico feminismo es el empoderar a la mujer y no sobreprotegerla, tratándolas como débiles, como seres que necesitan la ayuda, paradójicamente de los hombres que hacen las leyes, para estar realizadas. Esos mismos políticos irresponsables y mediocres que agitan falsamente la bandera del feminismo, usan a las mujeres para intentar pescar votos y tapar sus vergüenzas programáticas, sus carencias intelectuales y sus ineficaces políticas en la ejecución de sus obligaciones.

Entendamos, de una vez por todas, que hombres y mujeres somos iguales en la esencia como seres humanos, pero somos muy distintos. Y esa diferencia es natural, biológica, es buena y complementaria. Políticos irresponsables y mediocres, no le tengan miedo a la libertad de las personas. No quieran dominar a las personas.

Políticos irresponsables y mediocres, en lugar de gobernar con una visión de dividir, ofrezcan a la sociedad (hombres, mujeres, LGTBI…) mejores condiciones y oportunidades de educación, más incentivos para generar empleo y riqueza, y dejen de una vez por todas de hacer el ridículo todos los meses de marzo agitando una bandera y pensando que por decir en su discurso: ‘portavoces y portavozas’ son más feministas, porque lo que realmente son, son más ignorantes.

Así pienso educar a mis hijas, por cierto, junto a mi esposa, una profesional exitosa en su campo fruto de su esfuerzo, de su trabajo, y no de una cuota o una subvención regalada por un político/a irresponsable y mediocre, eso sí, subvención pagada con el dinero de todos/as.