Intentar construir espacios inclusivos y diversos, es un completo desafío. En medio de la creciente exigencia de igualdad en las aulas escolares y la demanda por la adaptación de los maestros, se esconde un sigiloso pensamiento estereotipado y discriminatorio que pone a prueba los valores sociales y la capacidad de empatía social.
La resistencia de algunas madres, padres y cuidadores a la inclusión de niños y niñas con un diagnóstico específico, necesidad de aprendizaje o con una condición de disCAPACIDAD en el entorno escolar de sus hijos, más específicamente, en la misma aula de clase, revela la verdad detrás del discurso condescendiente de la aceptación y la diferencia como una cualidad.
En privado amablemente dicen: “Profe, no quiero a ese niño en el salón de clase de mi hijo. Podría ponerlo en un aula donde ustedes lo puedan apoyar o cambiar a mi hijo de salón. Lo que pasa, es que a mí me gusta que aprenda y pueda darse cuenta que todos somos diferentes pero es que lo va atrasar. No pueden ir tan rápido y a mi hijo lo desespera, inclusive ha llegado a la casa imitando cosas que el otro niño hace y no me gusta”.
La condición de disCAPACIDAD de una persona no es una experiencia de aprendizaje en el aula de clase para los demás.
Esta resistencia, aunque comprensible en algunos casos, refleja una falta de experiencia y empatía social sobre el verdadero significado de la inclusión y la diversidad. Las aulas no deberían estar integradas por niños y niñas neurotípicos de forma exclusiva, al igual que su opuesto, todos los estudiantes neurodiversos no deberían estar asociados en el mismo salón para evitar que sus ritmos de aprendizaje afecten o incidan en la vida escolar de los demás.
¿Por qué es comprensible en algunos casos realizar un proceso de inclusión adaptativo en el que algunos niños y niñas neurotípicos no compartan aula de clase con estudiantes neurodiversos?
- La condición de neurodiversidad obliga a los niños, niñas o adolescentes a estar en casa.
- La condición de neurodiversidad exige que tengan un profesor de forma individual.
- La condición de neurodiversidad, enfermedad o diagnóstico específico se acompaña en aula hospitalaria.
Una pequeña historia, en el Colegio Personalizado Renfort estudia Manuel, un niño de 10 años, alegre, soñador y muy inteligente. Los niños y niñas del salón saben que Manuel vive con una condición dentro del espectro autista y aunque a veces, no comprenden por qué deben seguir la misma rutina una y otra vez, lograron dejar atrás las ideas de exclusión aprendidas fuera del colegio. Juan, un niño de 11 años en particular, desarrolló una profunda amistad con Manuel, cuenta que es su mejor amigo porque puede imaginarse juegos que los demás no pueden.
La inclusión no se trata simplemente de cumplir con una cuota de niños y niñas en condición de disCAPACIDAD en el colegio, se trata de transformar la cultura escolar y familiar de la comunidad a la que ingresa un niño o niña neurodivergente. No es fácil, implica desaprender para volver aprender y en ese camino, los docentes, las familias y los estudiantes pueden dejar caer sus brazos y no intentar, evitan darse la oportunidad de vivir el mundo a través de la diversidad y acuden a su cansancio emocional o la calidad educativa para reclamar aulas neurotípicas, salones de clase “normales”.
Estamos diseñados para ser únicos, diferentes y la escuela es el mejor escenario para combatir las ideas del éxito, el triunfo y las altas notas como únicos reflejos de una vida escolar de calidad, compromiso y disciplina.
Abracemos lo excepcional en cada persona y busquemos sus talentos, enfoquemos nuestra atención en las habilidades y menos en la asistencia social de convertir a los niños y niñas neurodivergentes en personas funcionales.
Experiencia de la familia Guarín en el Colegio Personalizado Renfort:
Conoce a Santiago Guarín
Neuropsicóloga y pedagoga