El señor expresidente Andrés Pastrana Arango, se ha caracterizado por ser un asiduo denunciante, aquí y allá de actos que a su juicio son contrarios a la Ley internacional o colombiana, a la moral de la función pública y las buenas costumbres en términos generales y con ello, intentar mostrar un valor cívico que suele ser una particular característica ciudadana que lamentablemente se ha perdido en el país.
Sin embargo, parece ser qué como en la parábola bíblica, “mira la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio ojo”, más aún, su inquisitivo dedo acusador, suele ser muy adaptable, conveniente, además de selectivo en los tiempos de promover las acusaciones, sobre todo si se acerca la época electoral nacional o de “mitaca”.
Así lo ha hecho con su propio partido, el Partido Conservador Colombiano, en tiempos en que pretendía imponer candidata a la presidencia y como las directivas del mismo no se doblegaron al capricho del delfín presidencial, sencillamente los acusó de ser corruptos en el año 2009.
En 2014, debido al apoyo de los azules al presidente Santos, los volvió a señalar de corruptos, a ese, su partido, el que apoyó a su papá y a él mismo a llegar al poder y, que valga la pena decir, que su padre, llegó a la presidencia de una manera bastante cuestionada y abiertamente corrupta para muchos historiadores respetados del país, que, según los hechos históricos no corroborados, así lo afirman.
Sin embargo, después de toda esta arremetida, apoyó a su candidata Martha Lucia Ramírez en la consulta conservadora de 2019, donde fue la ganadora contra el ex procurador Ordoñez entre otros, lo que la avaló para ser la formula vice-presidencial del candidato de Uribe, Iván Duque, quien también fuera aconsejado por el “consiglieri de pablo escobar”, es decir, ahí el Dr. Pastrana guardó sepulcral silencio frente a sus antiguos cuestionamientos de corrupción del partido conservador y de Álvaro Uribe Vélez, hipócritamente y por arte de magia, su dedo acusador fue recogido.
Tiempo atrás, por allá en 1994, días después que perdiera las elecciones presidenciales contra Ernesto Samper, se fue por el mundo a denunciar los narco-casettes, donde según las narraciones históricas y judiciales, se grabaron a los capos del cartel de Cali, los hermanos Rodríguez Orejuela, diciendo que habían financiado con 6 millones de dólares la campaña de Samper, lo que generó el estallido del proceso 8.000 que casi tumba al presidente.
Estos particulares hechos le dan pie para que en el año 2017, el señor expresidente al muy estilo de Torquemada, publicara un apócrifo texto llamado “Memorias Olvidadas”, donde en su amañada y muy conveniente versión, señala al ex presidente César Gaviria T., de haber conocido de la existencia y contenido de esos narco-cassettes pocos días antes de las mencionadas elecciones de 1994, en las que Gaviria fungía como primer mandatario, por esta razón, bautiza en su texto, a su homologo, como el “Eslabón Perdido” del proceso 8.000. Ante esta acusación, Gaviria, “ni corto ni perezoso”, le revela al país algo que jamás se había conocido, por lo menos yo jamás, hasta ese momento, lo había escuchado; es el hecho que en los narco-cassettes, se menciona la presunta financiación de la campaña de Samper y también la del excelentísimo delfín presidencial, Andrés Pastrana Arango
Es decir, lo único bueno del libro es el nombre, porque al señor ex presidente parece que se le olvidó en sus memorias, muy convenientemente ese “pequeño” detalle, decirle al país que él también era señalado de haber sido financiado en esa campaña por los narcos del Cartel de Cali, nada más y nada menos, una versión que ha pasado de agache.
Pero como “para verdades el tiempo”, en el año 2020, en plena pandemia, los narcos Rodríguez Orejuela, publicaron una carta, donde no sólo exoneraban al Dr. Horacio Serpa, de cualquier vínculo con ellos, sino que afirman que sí financiaron al señor Pastrana Arango, además de acusarlo de chantaje y de estar vinculado de manera directa en los actos de corrupción de los contratos de Dragacol y Chambacú.
Ante esto, no ha habido mayor cuestionamiento en escenarios judiciales, mediáticos, ni políticos, curioso hecho, sin embargo, la historia juzga y estamos muchos aún dispuestos a que esto no se le olvide al país, por que algún día debe saberse la “verdad verdadera” y completa de este triste episodio de nuestra historia política.
Sin embargo, verlo ahora, haciendo shows mediáticos atacando y cuestionando al presidente Petro, es indignante, no por el ataque, por que bien puede hacerlo cualquier ciudadano, estamos en un Estado de derecho y al poder o a los poderosos, sean quien sean, de la corriente ideológica que sea, hay que cuestionarlos porque nadie está por encima de la Ley, o por lo menos, no pueden ni debemos permitirlo y si es culpable que lo venzan en juicio.
Pero que el presunto verdadero eslabón perdido del proceso 8.000 venga a presentarse como adalid de la moral, la verdad y la pulcritud de los altos dignatarios y dirigentes de la nación es cuando menos, un insulto al país. Que primero le diga la verdad a Colombia sobre la financiación de su campaña presidencial de 1994.
Por esa misma senda, que primero recupere las pérdidas memorias sobre su papel en la liquidación de la caja agraria y las razones reales que lo llevaron a ese hecho durante su mandato, que primero se ratifique o no en sus cuestionamientos a Uribe por el pacto de Ralito y luego sí, que se dé una vuelta por la casona azul en época no electoral.
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