Por fin llega la primera de las tres elecciones que tendremos en los siguientes tres meses. Un proceso agotador para una ciudadanía dividida entre los desencantados de la política; los comprados por el hambre, el clientelismo y la corrupción; y los ciudadanos conscientes de la urgencia que tiene Colombia de adelantar profundos cambios estructurales y en las relaciones internacionales, después de 25 años de dominio de la más tenebrosa expresión de poder: el uribismo.
Elecciones enredadas con el experimento de las consultas internas de tres coaliciones con cinco candidatos cada una, lo cual ha generado confusión e incertidumbre porque no toda la sociedad está interesada en participar en las elecciones dado que la decepción es inmensa pues poco de lo que prometen los partidos tradicionales lo cumplen, y la incultura política y general de la mayoría de colombianos determina un analfabetismo político funcional. He ahí el resultado de la mala educación y de la precaria aproximación al conocimiento científico.
Los malos políticos solo aparecen cada cuatro años con falsas sonrisas a estrechar la mano de incautos ciudadanos y campesinos. Luego se pierden y cuatro años después reaparecen con tamales y cien mil pesos a comprar conciencias con la plata de los contratos públicos que son plata pública de todo el público colombiano, como ocurrió con la ley de garantías que Duque impuso con mentiras y a la brava, y sobre la cual la Corte Constitucional nada ha dicho en solapada complicidad con el uribismo, Cambio Radical, la U, Partido Conservador y Partido Liberal. Es decir, una Corte reteniendo los asaltos de los políticos inescrupulosos encabezados por el presidente de la república. La decepción, el desprecio y la indignación hacia ellos, pero poco les importa.
Como saben que la gente no los quiere, su campaña política se limita a comprar votos. Las vallas publicitarias son imágenes retocadas porque en su mayoría son gente físicamente fea, como feas son sus prácticas y dañada su conciencia, con slogans que nada dicen, y si dicen algo, es para infundir miedo, incitar a la guerra y jurar una vez más acabar con la pobreza y el desempleo. Cuando algún voto les llega a faltar, dicen en las redes que el software de la Registraduría les cuadra las cuentas. Colombia es un sistema político y electoral corrupto. No es una democracia. Esa sólo existe en el papel, en la realidad es cualquier otra cosa menos democracia.
Cuando el clientelismo y la corrupción no son la manera de hacer política, el problema es su división por los egos de sus cabezas, entonces, los mensajes programáticos son fracciones de propuestas con distintas banderas que confunden a la gente. En este contexto se mueven las campañas de la Coalición Centro Esperanza y del Pacto Histórico.
A la Centro Esperanza le salió mal la invitación a Gaviria, que llegó como caballo de Troya con la misión de infestar de clientelismo, corrupción y neoliberalismo a la coalición, creyéndose el ungido de César Gaviria y ángel salvador de la decadencia. El amor de Gaviar Alejandro por Gaviria César, no es más que una muestra de debilidad del proyecto político del escritor de libros breves.
Por el lado del Pacto, Petro, desesperado por ganar adeptos que lo blinden y le abran espacio en la dirigencia que no lo quiere – ese es el mayor problema de gobernabilidad que tendría y no lo que dicen los ultras de la derecha -, hace acuerdos y aproximaciones con Dios y con el diablo, desconfigurando la coherencia de su propuesta política. Como dueño del Pacto, hace lo que quiere. Muy lejos Petro de Boric. Más bien Francia Márquez es la idea de una política distinta. Ojalá saque muchos votos para ver que hace el egolatra, y porque puede ser el comienzo de una nueva propuesta política.
Son excesivos los descalificativos contra Fajardo, tanto de Gaviria, compañero de coalición, como los de la ultra derecha del Equipo Colombia, de Zuluaga el solitario uribista, y también de Petro. Fajardo es el único candidato que hasta ahora tiene un plan de gobierno con 31 ejes temáticos, además es un magnífico texto de propuestas y soluciones. Los demás solo muestran lineamientos generales.
Fajardo es el único que le puede ganar a Petro y al uribismo. El dueño del Pacto, que tiene todas las destrezas para decir qué se debe hacer, tiene problemas cuando se trata de explicar el cómo, por eso muchas veces tiene que corregir o aclarar. Es el populismo demagógico que llena plazas para decir que convocará a todas las expresiones políticas para unir a Colombia, de esa manera cree que la clase dirigente superará su desconfianza hacia él.
El Equipo Colombia únicamente muestra imágenes en power point. Su discurso se centra en la descalificación de los opositores. En sus cerebros poco o nada de propuestas estructuradas. Su manera de ganar elecciones y de gobernar no requiere de inspiradoras narrativas, puesto que su oferta política se centra en el cemento, el ladrillo, la limosna, la corrupción y la represión. Para los exalcaldes basta hacer lo mismo que hicieron en sus ciudades, porque dicen que así es Colombia. No sabía que Bogotá, Barranquilla y Medellín son iguales entre sí y son iguales a las demás ciudades y poblaciones de Colombia. Esa es la frontera de su desconocimiento. Esa es la estrechez de su pensamiento.
Mi voto en las consultas será por Fajardo, pero ya dije que ojalá le vaya bien a Francia. Para senado entre Humberto de la Calle o Iván Cepeda dado su carácter y valentía para defenderse de las infamias de Uribe y por defender la paz. Y a la Cámara, Katerine Miranda: valiente, se paró de frente al clan Char. Sus vallas lo mejor de esta campaña.
Colombia irá a la primera vuelta con Fajardo, Fico, Petro y Zuluaga. No veo ningún espacio para Vargas Lleras. Pienso que Fajardo le gana la presidencia a Petro. Y el Equipo Colombia aliado con el pedazo de uribismo que queda, no estará en segunda vuelta. Sin embargo, votaré por Petro si Fajardo no gana la consulta.