El 4 de enero (mañana), se cumple un año más del fallecimiento del argentino Roberto Sánchez Ocampo, quien en su vida pública fue más conocido artísticamente como Sandro (así dicen los presentadores). Ocho días antes del décimo aniversario de ese mal suceso, murió en su natal México Armando Manzanero, autor, actor, compositor, productor, cantante y músico. El 4 de enero de 1923, hace 97 años, nació en Santurce Puerto Rico el aclamado bolerista Tito Rodríguez.
Sandro murió de 65 años, Manzanero de 85 años y Tito de 50 años. He juntado los tres por la cercanía en los meses de nacimiento y de muerte, aunque huelga decir, cada uno de ellos maneja su propio aire, su propia interpretación y su propia música y a su manera nos han envuelto en sus canciones por décadas.
Los tres, personalísimos y gustadores en sus estilos, por fortuna no admiten ninguna comparación y por lo tanto no la vamos a hacer.
Trataremos más bien de destacar que por ejemplo Manzanero, nutrió de cantos y de emociones, de versos y de expectativas, de sueños y de esperanzas todas sus obras musicales, las que cantadas hoy y dentro de 500 años no pierden valor ni sentido, puesto que son hechas para cantar al amor, en ocasiones para el amor soñado, (Somos novios), o para el amor que enloquece, ese que necesitó Platón en su momento para cantar “por la desesperación que tu me causas”, según sus escritos y que dieron origen a la popular frase “amor platónico”.
Platón amaba desesperadamente a quien amó. Manzanero le hubiera compuesto en su momento esa fabulosa creación llamada “el ciego”, que dice:
“No mires cuando un ciego se enamora/ cuando quiere ver la aurora/ como se pone a llorar/
y sufre la luna cuando brilla/ y no hay dos enamorados/ que la quieran contemplar”.
No mires/ cuando el sol se está poniendo/ pues el día está muriendo/ y la noche le llegó/
es la cosa/ más triste de este mundo/ y así me siento yo por ti/ sólo por ti”.
Geniales canciones de este chiquitico que se agrandaba con cada composición.
Si señor. Los románticos tendrán que hacerle un estudio a la letra de sus canciones, porque todas, absolutamente todas, perdurarán mientras viva quien viva. Si me piden ejemplos, léanlas por favor. Algún día Manzanero iba a morir como efectivamente sucedió, pero su vida se prolonga en sus melodías que viajarán por el infinito en busca de personas enamoradas, y las encontrará y allí esas frases tendrán nido y reposo.
Sandro de América, como fue llamado, muy al estilo de Elvis Presley a quien admiró siempre (por coincidencia los dos tienen marcados en sus vidas los meses de enero y agosto) dejó miles de seguidores de un pop nuevo, pero muy romántico, dolido, con angustia, buscando insuflarle oxígeno a todos los que el amor iba a matar. Lo mejor que tenía Sandro era que le cantaba al dolor de quien lo escuchaba, interpretaba a ese paciente impaciente, lloraba por él o con él y sus gestos y ademanes contribuían a la pérdida de oxígeno de quien cantaba, mejor dicho, “me morí”.
“¿O acaso no entendiste que te amaba?/ como te ama un amante/ como quiere un amigo/
más tú/ creíste que eras reina/ que yo tu esclavo debía darte todo/ y así/ y así te di mi honor/
y me anulaste/ y te regalé todo/ te di mi sangre/ mis sentidos/ mis caricias/ y tú todo lo tomaste/ y me anulaste/.
“Más/ más cuando te pedí un poco de amor/ tú/ sin mirar hacia atrás/ te marchaste/,
devuélveme el amor/ dame la vida/ dame la vida que te di/ dame los sueños/
devuelve el corazón aquí a mi pecho/ que ya vacío y ya deshecho de llorar/
Se acuerda hoy de ti”.
Este es apenas un ejemplo de su canto, de su música, de su interpretación y de su dolor, la mayoría cantadas e interpretadas con este corte. A cualquiera de nosotros nos ha servido sentirla en algún momento de la vida. Ejemplo de eso, casi todas.
Y contemos ahora algunas cosas de Tito Rodríguez, bautizado Pablo al nacer en Santurce, Puerto Rico el 4 de enero de 1923 y falleció el 28 de febrero de 1973 en Nueva York. En Santurce también nacieron Gilberto Santa Rosa, Daniel Santos, Olga Tañón, Ismael Rivera y Carlos Ponce.
Vivió con su familia en Nueva York y quería cantar. Y cantó también para la eternidad.
Una sola canción le hubiera bastado, pero tuvo centenares. Cantaba más despacio que nosotros, pero con su sello de nostalgia y de esperanza. “Estoy perdido pero aún hay algo por hacer”, son el sello de sus canciones, aunque se desprendía fácilmente del amor, pues “si mi amor se va”, que puedo hacer.
En “Llévatela”, expone su sentir.
“Llévatela/ si al fin y al cabo piensa mucho en ti/ por la forma en que te mira comprendí/ que olvidó todas las cosas que le di/.
Llévatela/ pero tienes que quererla como yo/ es un poco caprichosa/ por momentos es celosa y otras veces cariñosa”.
Y después casi en secreto, como susurrando nos arrulló el oído con “tu pañuelo”, “condenado a la distancia” y “ya son las doce”.
En el año 1963, Tito Rodríguez recibe del pianista cubano Julio Gutiérrez la letra de una canción escrita en 1944, cuyo título le sirvió para que por el resto de su vida y lo que le queda de eternidad, le sirva de apodo. “Inolvidable” fue, es y será la canción de siempre, siempre inolvidable para quienes tenemos el amor como excelente motor de las vidas. En Colombia la calificaron como la canción del siglo XX o el bolero del siglo XX.
“En la vida hay amores/ que nunca pueden olvidarse/ imborrables momentos, que siempre/ guarda el corazón/;
porque aquello que un día nos hizo/ temblar de alegría/ es mentira que hoy pueda olvidarse/
con un nuevo amor/;
he besado otras bocas buscando/ nuevas ansiedades/ y otros brazos extraños me estrechan/
llenos de emoción/;
pero solo consiguen hacerme/ recordar los tuyos/ que inolvidablemente, vivirán en mí/;
porque aquello que un día nos hizo/ temblar de alegría/ inolvidablemente vivirán en mí/,
vivirán en mí”.
“Llanto de luna” (Llanto de luna en la noche sin besos/ de mi decepción/ sombras de penas/ silencios de olvidos/ que tiene mi hoy”), y “Tiemblas” (Tiemblas/ cada vez que me ves/ yo sé que tiemblas. No hay misterios de ti/ que yo no entienda/ por qué tratas de ocultar…/que yo soy parte de tí?”), son dos canciones que posiblemente se hubieran perdido si no hubiese nacido Tito Rodríguez; mejor dicho nacieron para el nacimiento de Tito Rodríguez, cantante de salsa cuyos más grandes éxitos y reconocimientos los obtuvo cuando se fue a cantar romanticismo, ese mismo que estamos celebrando esta primera semana de enero del año 2021, año en el que seguramente vamos a revivir los espíritus, golpeados abrupta y violentamente por un virus que nos confinó, nos encerró y nos asustó, pues el hombre se asusta con lo desconocido; pero al amor aunque le resulte fatal, le intentará robar los mejores sentimientos. Y esos mejores sentimientos los produce el amor, amor cantado por estos tres grandes intérpretes cuya relación con enero es lo que me lleva a recordarlos con alegría y tristeza infinita y para desearles a todos los lectores desde esa alegría romántica, un feliz año y muchos abrazos y muchos besos. Eso es lo que Sandro, Manzanero y Tito cantaron, nos dedicaron, interpretaron y desearon para nosotros.