Pensar que importar gas natural de Venezuela es por gusto y que en Colombia tenemos de sobra, es lanzar dardos al aire sin conocer de fondo el problema, llamados por la alerta generada en las últimas semanas del desabastecimiento prolongado.
La falta de gestión en la última década por parte de los gobiernos de turno en la búsqueda, perforación y desarrollo de proyectos (que pueden alcanzar fácilmente los 12 años de maduración), han generado esta crisis, y seguramente el próximo año paguemos más por el m3 de gas que en la actualidad.
También lo advertía Fedesarrollo en su investigación Obstáculos para el desarrollo del gas natural en Colombia, entregada en el año 2003: “No hay oferta de gas porque la demanda es insuficiente y no se demanda más gas porque no hay disponibilidad. Hay que “jalonar” la demanda para ampliar la producción y buscar más gas. Explorar en búsqueda de gas vale lo mismo que explorar en búsqueda de petróleo por lo cual se requiere encontrar cantidades grandes y, consecuentemente, que exista una demanda que justifique tanto la búsqueda como el hallazgo.” Una senda dejada al costado desde los años 2015 a 2017, siendo esta una alerta inicial.
En la actualidad, alrededor de 11 millones de familias usan diariamente el gas natural, más de 670.000 vehículos y 145.000 comercios se abastecen como materia prima para la ejecución de sus actividades y dinamización de la economía, teniendo una demanda promedio diaria de 1.080 giga de unidades térmicas británicas.
A eso le sumamos la estimación de la oferta y la demanda en crecimiento del 25 % para 2026 y que se mantendrá hasta 2030, teniendo un déficit de 8% anual, llevándonos a importar gas desde el lugar más costo-eficiente… probablemente Venezuela mediante el gasoducto Antonio Ricaurte con la petrolera PDVSA, teniéndose parte de la infraestructura en pie y contratos vigentes a la fecha.
Otro plan alterno o diferente, de acuerdo a lo mencionado por Ecopetrol genera suspicacias, falta de claridad y sin ningún avance en perforaciones como, por ejemplo, a través del Fracking.
Erradamente el discurso del gobierno del cambio a través de nuestro presidente Gustavo Petro donde nuevamente en Davos mencionó “Hemos decidido no contratar más exploraciones de petróleo, gas y carbón como una muestra de la necesidad que tenemos de descarbonizar nuestra economía”, no ayuda a la crisis más allá de generar alarmas, polarización y asumir un costo político que no le pertenece porque no es el único responsable, y que, a sabiendas, su propuesta de transición energética no despega.
Tampoco es consistente con lo mencionado por Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol, quien ha indicado proyectos en curso relevantes principalmente el mar Caribe, teniendo un potencial de aproximadamente 75 terapíes cúbicos y con inversiones para este año por 350 millones de dólares, donde esperamos sus frutos en el año 2029.
Lo cierto es que venimos de realidades económicas y de servicios como la pandemia, el fenómeno del niño… que nos llevó a racionamiento de agua, incremento de tarifas de energía y, ahora, viene el gas natural, que, sin depender de una condición climática hace parte del diario de un colombiano, motivándolo a seguir, preparando el bolsillo.