De forma sorpresiva, en un cierre de año en el que la mayoría de los países se centran en planes y proyecciones de vacunación, varias naciones del mundo -incluyéndonos- ven con preocupación una amenaza no tan nueva, y que se suma a una serie de eventos que han convertido a este año en uno que será difícil de olvidar: estamos hablando de los servicios de inteligencia –espionaje-.
China, Rusia, Estados Unidos y Colombia, fueron noticia debido a que se declararon víctimas de trabajos de inteligencia hechos por agencias extranjeras o fueron acusados de cometer dichos actos.
Estos países que a primera vista son muy distintas, y que cuentan con costumbres, ideologías, ambiciones políticas, económicas y militares diferentes, comparten una similitud clara y preocupante: un cuestionado uso de sus servicios de inteligencia frente a opositores políticos o ideológicos a su gobierno.
Antes de empezar quiero mencionarles algunas noticias que se han dado en este mes y han sorprendido por su naturaleza.
Colombia
Dos funcionarios rusos fueron expulsados de Colombia, se les acusó de hacer parte de los servicios de inteligencia de ese país y que usaron sus cargos diplomáticos en la embajada para “obtener información de inteligencia militar, de tecnología e infraestructura crítica del sector energético del país”, eso informó la Revista Semana. La información la habrían obtenido ofreciendo grandes sumas de dinero.
En respuesta, Rusia también expulsó a dos diplomáticos colombianos ubicados en la embajada rusa, los acusó bajo los mismos cargos de espionaje.
EE.UU.
En Estados Unidos a principio de mes se conocieron declaraciones inusuales, la firma FireEye, reconocida empresa de seguridad informática, informó que, por medio de una brecha de seguridad, terceros ingresaron a sus sistemas y robaron varias herramientas que sirven para probar y encontrar vulnerabilidades en sistemas de ciberseguridad. FireEye acusó al grupo de hackers ruso Cozy Bear, grupo que se cree que coopera con el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) y el Servicio Federal de Seguridad (FSB), ambas instituciones bajo el mando del Kremlin.
Seguidas a esas declaraciones se desató una tormenta de revelaciones, los hackers usaron a SolarWind (SW), una popular empresa de tecnología que provee todo tipo de plataformas y que cuenta en su cartera con una gran cantidad de clientes públicos y privados. Muchos de sus clientes son empresas que se ubican en el listado de Fortune 500, un listado con las empresas más grande de Estados Unidos.
Entre los afectados se encuentran grandes empresas de tecnología como Intel, Oracle y Nvidia, además de los departamentos de Estado, Tesoro, Comercio, Energía y Seguridad Nacional, así como los Institutos Nacionales de Salud y algunas universidades.
China
Un medio estadounidense reveló detalles de cómo China en el 2012 habría identificado a activos de la CIA que llevaban a cabo operaciones “sensibles” en Europa y África, los agentes fueron identificados con información robada de La oficina de Administración de Personal (entidad gubernamental que apoya a las agencias federales en la contratación de personal) y una empresa de pagos electrónicos, de esta forma pudieron conocer direcciones, salarios, información de salud e incluso perfiles psicológicos de los agentes y su disposición a trabajar con otros gobiernos (traición).
Cruzando esta información y usando un sistema de rastreo de vuelos, China era capaz de identificar a agentes y frustrar sus operaciones. China siempre ha dicho que es Estados Unidos quien ha tratado de interferir en sus políticas y su desarrollo económico, buscan alterar la visión social que ellos tienen.
Rusia
Alexei Navalny, un reconocido opositor del gobierno de Vladimir Putin, fue envenenado a mitad de año, gracias a la rapidez de respuesta y atención de los servicios de salud pudo sobrevivir. Desde el incidente acusó al gobierno ruso de estar detrás del atentado, la administración negó cualquier participación, pero este mes se reveló lo que sería la confesión de uno de los conocedores del plan y que habría participado en eliminar los rastros de la toxina.
Navalny llamó a Konstantin Kudryavtsev, miembro de servicio Federal de Seguridad Ruso (FSB) y se hizo pasar por un miembro de inteligencia rusa que pedía explicaciones del porqué del fallo de la misión, durante la llamada de casi una hora el activo reveló detalles antes desconocidos. Rusia se ha declarado inocente, dice que todo hace parte de una de EE.UU. para hacer quedar mal a su país y beneficiar su propia agenda política.
Más allá de los alcances y de la veracidad de todas las acusaciones anteriores, así como de los efectos e indignación de esos trabajos de inteligencia, quiero recordar algo, todos estos países comparten historias de excesos de parte de sus servicios de inteligencia, no al “estudiar” a otras naciones, si no al espiar a miembros del partido de la oposición, a ciudadanos que expresan su inconformismo en redes sociales o a cualquier otra “amenaza” a la democracia.
Mientras el congreso de Estados Unidos investigaba las llamadas “técnicas de interrogatorio mejoradas”, programa de tortura dirigido por la CIA usado en prisioneros para obtener información sobre terroristas y dar con responsables de los atentados del 9-11, también evidenció como agentes de la CIA/FBI habrían irrumpido en un cuarto destinado a llevar a cabo dichas investigaciones. El objetivo era entorpecer las averiguaciones y acusar a uno de investigadores con cargos federales relacionados con robo de información.
Esos funcionarios no podían ingresar debido a que pertenecían a una rama de poder diferente y eso significaba un abuso debido a que el Congreso (otra rama) los estaba investigando.
Rusia además de ser un acusado recurrente cuando se trata interferir en asuntos de otras naciones, también ha sido constantemente acusada de hacer seguimiento a miembros de la oposición, varias figuras que se han alzado contra el kremlin han terminado exiliados debido a que temen por sus vidas.
China ha sido cuestionada por tener grupos de “monitorio social” en los que rastrean las conversaciones en redes sociales e investigan a aquellos que hablan en contra de las decisiones del gobierno o comparten noticias de medios “no autorizados”. También se han conocido testimonios de ciudadanos que informan que, en inspecciones rutinarias de la policía, agentes han solicitado sus teléfonos y han instalado sin permiso una aplicación dedicada a extraer información, la app es conocida como MFSocket.
Por último, Colombia, sede de casos celebres como el del DAS, tan solo a principio de año se descubrió un –nuevo- caso en el que cuerpos de inteligencia del ejército tenían interceptados ilegalmente a políticos, magistrados, periodistas y militares. Dineros destinados a pagar fuentes terminaban en los bolsillos de comandantes y equipos donados por Estados Unidos eran usados para finos ajenos a su propósito.
Cuando se descubrió el escándalo, en parte a oficiales que anónimamente empezaron a denunciar lo sucedido, el ejército empezó una campaña para descubrir quienes habían dado a conocer las irregularidades, según una de las fuentes militares que dio a conocer el caso, parte de la información iba destinada a un miembro del partido de gobierno, iba a parar al Centro Democrático.
En un mundo en el que la influencia política, los esfuerzos democráticos, las presiones económicas, el comercio de armas y las tensiones entre naciones por posibles choques militares, el espionaje se ha convertido solo en otra -valiosa- carta con la que los gobiernos buscan saber qué es lo que pasa a su alrededor y quizás buscar controlar u obstaculizar un resultado.
Los países la usan siempre que pueden, pero se indignan al darse cuenta que son objetos de la misma, en la dinámica de las relaciones extranjeras tristemente siempre existirá un riesgo de fuga de información u operaciones clandestina. No gusta, pero así son las cosas.
Aunque es entendible la preocupación, deberían dejar de sacudir tanto sus pañuelos de indignación y en verdad hacer algo frente a los abusos que se han dado –y parece que se seguirán dando- de parte de sus servicios de inteligencia frente a “amenazas” que al final no existen, bajo la lógica de que criticar y cuestionar al gobierno o sus instituciones es algo “antidemocrático” u “oportunista”, queda la sensación de que debatir o denunciar no importa.
El cuento de las manzanas podridas parece ser igual de real que la de un viejo barbudo que domina a animales y que sale solo una noche por todo el mundo a entregar detalles a gente que no conoce.