Los hechos que han rodeado la muerte del Sr. Javier Ordoñez me han impactado profundamente, son justo esa serie de actos que hacen que toda una estructura mental tambalee. Ya por sí solos son durísimos de digerir y a eso hay que sumarle mi incapacidad de entender el constante veneno y fuego en las frases de personas que conozco, periodistas amigos, políticos renombrados, economistas, médicos, científicos, académicos y comunicadores que tengo cerca; gente que pensaba creían en este país y solamente se suman a una horda que confunde y destruye la confianza.
En las redes cualquiera puede decir lo que se le venga en gana, y es exactamente ahí en donde radica el arte de elegir a quienes seguir y a qué personaje se le presta atención, pero la realidad es que me impresiona la capacidad de arremeter contra otros sin tener ni la más mínima noción de corresponsabilidad, de consenso, de balance o de información cierta. Las palabras hechas balas vienen de todo lado y sin autocensura alguna. Por ahí leí a un profesor que muchos admiran diciendo que “la %$@… policía debería desaparecer por ser una ofensa a la dignidad humana”, otros alcanzaron a parlotear que el Sr. Ordoñez se merecía la muerte porque tenía un comportamiento totalmente inaceptable con la sociedad y con la comunidad en la que vivía. En medio de este fuego cruzado muy pero muy pocos están llamando a la calma. Los que estábamos buscando de dónde agarrarnos, nos sentimos perdidos.
Las ofensas continúan y famosos personajes de este país siguen aflorando con sus discursos tejidos de egoísmo, defendiendo su interés y recordándonos que lo que ellos hicieron o harían sí sería la solución para este momento. Las propuestas vacías de conceptos técnicos y de sustento realista se hacen sentir en cientos de videos de personajes que se graban en medios planos rodeados de libros, para dar la sensación de que leen, actuando casi como los personajes de Padres e hijos, haciendo brotar sus venas de indignación, levantando su voz a más no poder y dejando salir alguna que otra baba de rabia, pero más allá de ese papelón patético y decadente, no plantean nada.
Nos falta a todos mucho como sociedad. ¿Si realmente estamos tan indignados, no es precisamente este el momento de rodear a nuestros líderes? Esos personajes que cayéndonos bien o mal, estando en contra o a favor de sus ideas, están en el marco de nuestra institucionalidad y hasta ahora no la han destruido, de hecho, los veo levantarse todos los días y trabajar por lo que ellos creen que deben hacer y siguen poniendo la cara. Este es el momento de mostrar nuestro coraje como sociedad y nos seguimos demorando mucho. Desde noviembre del año pasado Colombia ha vivido insinuaciones de sectores que están en la búsqueda de desestabilizar al país, de destruir como único objetivo. Los otros, los que estamos tratando de mantener empleos y crear empresas para proyectar a nuestro país como uno de talla mundial, no hemos respondido a la altura que podríamos.
Sigamos cómodamente viendo cómo estos hechos se vuelven noticia y dejan portadas de periódicos, titulares de prensa, trinos rimbombantes y soledad en nuestros corazones. No sé ustedes, pero estoy cansando de leer a tanto personaje que se cree juez máximo de la rectitud y guerrero de las causas perdidas, pero no generan un empleo, no proyectan una idea y tampoco han gestionado nada en lo público para entender lo que significa el reto de tratar de liderar en medio de una balacera constante.
Hacemos mal millones de colombianos que no movemos un dedo para que se sienta nuestro dolor o nuestro apoyo a la institucionalidad. Esos que prendemos la televisión, pero evadimos el noticiero para no ensuciarnos la mente y no tener que pensar en la realidad que nos espera una vez volvamos a nuestra extraviada “normalidad” que será más grave que la que dejamos parqueada hace 7 meses.
La única forma que tenemos para construir un país que vele por lo que importa, es que, si unos pocos destruyen, muchos salgamos al día siguiente y masivamente a reconstruir.
Alfonso Castro Cid
Managing Partner
KREAB Colombia
@alfonsocastrcid