Buenas Noticias
El yacimiento Uchuva – 1, ubicado a 32 kilómetros de la Costa, es un importante hallazgo y su anuncio es una muy buena noticia para el país, en momentos en los
que debido a la declinación de los campos de La Guajira y del pie de monte llanero sus reservas probadas han caído hasta los 3.1 TPC, que solo le alcanzan para 8 años. Este anuncio se viene a sumar al del descubrimiento de otro yacimiento tan importante como ese, el de ORCA – 1 en 2014, primer descubrimiento en aguas profundas en el Caribe colombiano a 674 metros de profundidad. Otro descubrimiento que antecede al de Uchuva 1 es el de Kronos – 1 en el año 2015, esta vez a 1.584 metros de tabla de agua. Todos ellos están ubicados en el Bloque Tayrona costa afuera (offshore), compartido por los departamentos de La guajira y el Magdalena, confirmando que el mismo constituye lo que se denomina una gran Provincia gasifera, de enorme prospectividad.
Se estima que la magnitud de las reservas de Uchuva – 1 es equivalente al actual volumen de reservas probadas, es decir que ampliaría el horizonte del coeficiente reservas/producción (R/P) otros 8 años más. Su localización es estratégica, porque está a solo 80 kilómetros de las dos Plataformas de Chuchupa, lo cual permitirá utilizar sus facilidades para poder extraer el gas y conectarse con la misma y así empalmar con el gasoducto Ballenas – Barrancabermeja y Ballenas – Cartagena para su transporte hasta los centros de consumo.
Son socios de este proyecto ECOPETROL con el 55.6% y PETROBRAS, líder mundial de la inversión offshore, con el 44.4%, siendo este último operador del mismo, poniendo a su servicio su muy amplia experiencia en la explotación de este tipo de yacimientos enclavados en aguas profundas y metaprofundas.
Las buenas noticias de las cuales ha sido portador el Presidente de ECOPETROL Felipe Bayón no terminan con el anuncio del descubrimiento de Uchuva – 1. A este siguió la confirmación de la extensión del descubrimiento que tuvo lugar en 2017 denominado Gorgon – 1, localizado a 70 kilómetros del Departamento de Córdoba.
Gracias al pozo exploratorio y delimitador se comprobó la presencia de gas en el área, configurándose otra provincia gasífera costa afuera con la que no se contaba. Este campo es operado por ECOPETROL en asocio con la petrolera angloholandesa Shell como operadora.
En medio de estos anuncios ha pasado por desapercibido otro no menos importante. Se trata del María Conchita, ubicado a sólo 14 kilómetros de la plataformas de Chuchupa, a cargo de N G Energy, las primeras perforaciones tuvieron lugar en 2018. En este caso, a diferencia de los demás ya se ha podido establecer la magnitud del yacimiento. Se estiman sus reservas en 5.08 billones de pies cúbicos y una capacidad de producción de 16 MMPCD. Las entregas de esta se viene dando utilizando como punto de conexión con el Transporte Nacional de Gas de Colombia (SNTE) las facilidades del gasoducto de la compañía Transportadora de Gas Internacional (TGI) que opera el Grupo Energía Bogotá (GEB).
La historia se repite
Una vez más, en momentos en los que Colombia más necesita del gas natural, por sus precarias reservas y por estar llamado a ser el combustible – puente de la Transición Energética, la región Caribe y La Guajira en particular le dan la mano. Por eso esperamos que Colombia sea recíproca y nos tienda la mano para salir de la crisis económica y social que nos agobia.
Aquí hagamos una digresión para destacar que el gas natural vehicular (GNV) reduce en un 99% las emisiones de material particulado (PM2.5) y los óxidos de azufre y en un 30% las emisiones de CO2, en comparación con la gasolina y el diésel-motor. Y en comparación con el uso del carbón, especialmente para la generación de energía, sus emisiones son menores entre un 50% y 60%. Según reciente Informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), “el 98% del gas que se consume hoy tiene una intensidad de emisiones de ciclo de vida más baja que el carbón cuando se usa para energía o calor. Entre el 2008 y 2018 el cambio de carbón a gas alrededor de 500 millones de toneladas de CO2”.
El caso de EEUU es un ejemplo patético: sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han disminuido el 13% con respecto al 2007, al igual que en España, y la explicación primordial estriba en la sustitución del carbón por el uso del gas natural de los ciclos combinados en las centrales térmicas de generación impulsada por el ex presidente Barack Obama. En el año 2019, particularmente las emisiones de CO2 se redujeron en una proporción del 15%.
Ello llevó a la Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, el pasado 2 de febrero, mucho antes de la invasión rusa a Ucrania a incluir y considerar al gas natural como actor “clave en la Transición Energética y lucha contra el cambio climático”. Según ella, esta decisión permitirá “abandonar más rápidamente actividades más contaminantes, como la generación de energía a partir del carbón; a favor de un futuro climáticamente neutro y basado de forma preponderante en fuentes renovables”, enfatizó.
El gas, “gracias a unas virtudes que le colocan en una situación relativa mejor que el carbón o el crudo, se sitúa como la fuente de energía más adecuada en la costosa transición hacia el mercado dominado por las renovables. Hasta cierto punto – sobre todo el GNL – garantiza la independencia energética y exhibe flexibilidad operativa para transformarse en electricidad. Los próximos quince años serán del gas”. Por algo el gas ha sido considerado el príncipe de los energéticos, llamado a ocupar el lugar del petróleo cuando este, que sigue siendo el rey, sea destronado.
La historia se repite, en la década del 70, cuando Colombia perdió la autosuficiencia petrolera y durante 10 años (1975-1985) tuvo que importar el crudo para cargar sus refinerías, se acababa de descubrir el mayor yacimiento de gas natural libre en La guajira (Ballena, Chuchupa y Riohacha), lo cual le permitió hacer más llevadera la crisis desatada, sustituyendo el consumo de fuel Oil en sus plantas de generación de energía por gas natural, así como la gasolina-motor en los vehículos por gas natural, amén del masivo uso del gas natural. Hoy, gracias a estos anuncios, 10.5 millones de usuarios del gas en el país pueden respirar más tranquilos, puesto que de esta manera se espanta el fantasma de las importaciones para cubrir su déficit.
Valga decir que estos últimos descubrimientos, más el de Purple Ángel, en el Golfo de Morrosquillo, en 2017, se dan en momentos en los que, debido a la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones impuestas por los países Aliados, encabezados por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) y la decisión de Putin de cortarle el suministro de gas a la UE, que depende en un 40% del mismo, ha elevado ostensiblemente su precio, pasando de US $3.2 el millón de BTU a más de US $5.
Estos descubrimientos refuerzan mi propuesta de montar en La Guajira una planta bidireccional, que permita la licuefacción de gas para exportarlo cuando tengamos excedentes y/o regasificarlo en la eventualidad de que tengamos que importarlo para cubrir un déficit temporal. Ello, en lugar de insistir, como lo hizo la administración Duque, en el embeleco en el que persiste el actual gobierno de montar una planta regasificadora en Buenaventura solo para importarlo, con lo cual, de paso, se estaría desalentando y desincentivando la exploración y explotación del potencial de gas con el que contamos. Huelga decir que, debido a la actual coyuntura internacional la cotización del gas natural en los mercados internacionales está pegada al techo, superando los US $8 el MMBTU.
Estos hallazgos ponen de manifiesto que los hidrocarburos sólo se encuentran si se buscan y la inconveniencia de detener la actividad exploratoria a sabiendas de que las reservas con las que se cuenta son muy precarias. En cuanto al gas natural se refiere las reservas probadas con las que cuenta el país, 3.16 TPC, sólo garantizan la autosuficiencia por los próximos 8 años.
El peligro de la autocomplacencia
Hay que recibir con beneficio de inventario el anuncio a través de los medios sobre el incremento de dichas reservas, las cuales, según la ANH pasaron de 2.9 TPC en 2020 a 3.1 TPC en 2021, incrementándose en 224 GPC netos, el 6.6%. Si a esta cifra se le adiciona la producción reportada por la ANH el año anterior de 395 GPC, el total del aumento de las reservas fue aún mayor, de 619 GPC, para un incremento del 21% (¡!).
Pero, la real realidad es que al desagregar este último registro, al igual que ocurrió también con las mayores reservas reportadas de petróleo, sólo 80 GPC corresponden a la incorporación de nuevas reservas por cuenta de descubrimientos o hallazgos. 211 GPC se deben a “reclasificaciones” de reservas contingentes a probadas, 202 GPC a “revisiones técnicas”, 62 GPC a “recobro mejorado” y 55 GPC al aumento de precios. Y de contera desde el 2012 los mayores campos de gas, las de La Guajira y las del pie de monte llanero, han estado en franca declinación. La euforia que despiertan las albricias, entonces, no nos pueden llevar a la autocomplacencia y a bajar la guardia, pues el fantasma de la importación de hidrocarburos (petróleo y gas natural) nos sigue rondando.
En este sentido también tenemos buenas noticias. Me refiero al paso que acaba de darse, después de una larga espera, de la interconexión de las dos grandes redes de gasoductos con las que cuenta el país (el que opera PROMIGAS y el que opera el GEB) integrando en un solo mercado, que estaba segmentado, las reservas y la producción de gas del Caribe colombiano con las del interior del país. Ello permitirá hacia el futuro que el transporte del gas se pueda dar en ambos sentidos según las necesidades y la demanda regional y así no estar expuestos a la paradoja de acusar déficit de suministro en uno de los mercados concomitantemente con excedentes de producción en el otro por no contar con la infraestructura que permitiera el flujo de gas en ambos sentidos.