Los niños, niñas y adolescentes en Colombia son sujetos de especial protección, sin embargo, al enfrentarnos a casos atroces como el de Sofía Delgado, de apenas 12 años, evidenciamos que, ciertamente, esto no se cumple en nuestro país.
En una sociedad convulsionada por la falta de oportunidades, con una historia de violencia enquistada y con tantas desigualdades, la vulnerabilidad a la que se enfrentan los menores pareciera pasar a un segundo plano por parte del Estado, algo de no justificar jamás. El caso de la pequeña Sofía es reflejo de lo anterior.
Lo ocurrido en el departamento del Valle del Cauca, que nos toca las fibras, el corazón, y tal vez el alma, nos muestra que hemos fracasado como sociedad. Este hecho fue un acto bárbaro y merece ser condenado desde todos los rincones de Colombia.
El presunto responsable del crimen, Brayan Campo, ya tenía antecedentes por abuso. Sin embargo, había quedado en libertad por vencimiento de términos, algo que en este país sucede con bastante frecuencia. Esto evidencia que el sistema de justicia está mal, es perverso y en muchos casos termina por privilegiar a los victimarios.
Ahora bien, ¿cuál es el camino a seguir? En Candelaria, donde vivía la niña con su familia, la gente está impotente, llena de rabia y de mucho dolor. Incluso, una turba enfurecida quemó la casa y el local comercial de quien sería el homicida. Pero el principal reclamo también es al Estado, pues la niña estuvo 18 días desaparecida, mientras el municipio entero clamaba por ayuda.
Mientras esto sucede y en el país se reabre el debate sobre la cadena perpetua contra violadores de niños, el gobierno de Gustavo Petro, con su Reforma a la Justicia, sigue enviando mensajes errados, pues en ésta se pretende modificar el artículo sobre beneficios y mecanismos sustitutivos.
Lo anterior, traería como consecuencia que homicidas, violadores y secuestradores de niños puedan tener rebajas de penas hasta la mitad. Pero en su doble moral, Petro salió a condenar el crimen de Sofía, diciendo que representa la degradación de la sociedad.
Para nadie es un secreto que, desde el inicio de su perverso gobierno, el del “cambio”, se han dado mensajes de impunidad. Por eso están libres criminales que ahora fungen como gestores de paz, lo cual representa una burla para millones de víctimas. Aquí hay una evidente falta de voluntad política del gobierno para atacar con contundencia a quienes van en contra de la ley. Petro se ha caracterizado por negociar con terroristas y criminales, abriéndoles constantemente caminos de impunidad.
En cuanto al caso de Sofía, debo decir que en Colombia tenemos que alzar la voz, exigir acciones, pues lo que pasó no puede convertirse en un caso más. Somos padres, hermanos, hijos y, como mínimo, tenemos que exigir justicia incansablemente en honor a su adolorida madre y demás familiares. Con los niños NO.