“Falso servicio” la extorsión, de la que fui objeto

Un sábado del año de 1902, se consagró mi país al sagrado corazón de Jesús. Hoy, con una mezcla de rabia, impotencia y hasta con un poco de ironía acudo a esta consagración renegando, como si en esta consagración me permitiera aceptar un país que se libra entre lo bello y lo inaudito.

Bello por sus paisajes que hacen soñar, planear y hasta dan ganas de que todo el mundo lo recorra y conozca, por su gente, cultura y hasta por sus raíces católicas que son las responsables de esta consagración.

Inaudito, porque en camino a una cita para llevar a cabo un negocio, producto de nuestra experiencia y vivencia como profesionales, fuimos seleccionados desde una cárcel para ser víctimas de extorsión. Sometiendo a nuestras familias a una angustia inimaginable, amenazando a nuestros seres queridos con frases en altavoz como: “póngale la botas y lo matamos”, “usted no quiere colaborar” o “le voy a quitar un brazo, los dedos y las uñas”… la historia inicia así:

Lunes 26 de febrero, soy contactado por una persona de nombre seguramente falso “Cristian Camilo Mora”, muy interesado en nuestra ingeniería y obra civil que les permitiera realizar 2 bodegas entre la Calera y Choachí, a lo que no le vi ningún problema, nos envió los planos, fotos del lugar y diseño arquitectónico, sin ningún tipo de malicia indígena, pensé que podría ser un buen negocio.

Seguramente los que me leen, piensan que solo soy un periodista o locutor por mis redes sociales, pero más allá de eso soy ingeniero, con emprendimientos soñadores y un proyecto de vida, de saber que es bonita como lo mencionaba, Gustavo, un gran profesional de la arquitectura quien era mi recomendado en la obra.

Cristian, mencionó que si podría ir el día siguiente, martes, no fue posible por temas laborales a lo que le mencioné que día sábado en horas de la mañana. Todo quedo concertado entre la vía La Calera a Choachí, finca la Bonita, cerca de la Iglesia la 36.

El día viernes primero de marzo, confirmamos la cita vía llamada y el sábado muy temprano, 6:50 am, recibí comunicación de Cristian, me pareció muy curioso pidiéndome cuantas personas veníamos para tenernos desayuno al llegar y el color de vehículo en el que nos desplazábamos. Al encontrarme con Gustavo le mencioné lo raro que me parecía y la desconfianza que me daba.

Sin más preámbulo, salimos desde el municipio de Chía, él, un gran orador y buena persona, hablamos de la vida, de experiencias y de lo bonito que es levantarnos, agradecer y salir adelante, porque la vida es esa, una lucha constante de emociones, pasiones y proyecciones.

El camino nos llevó cerca de 3 horas, Cristian se comunicaba constantemente validando la ruta, me pidió la ubicación, el número de teléfono del arquitecto; muy raro pensé dentro de mí, no se la envíe inicialmente y confiados seguimos.

Llegando a la Iglesia la 36, nos envió una foto de la finca, fachada de la casa y mencionó que bajaría a recogernos en un cuatrimoto, pidiéndome nuevamente la ubicación, lo consulte con Gustavo y se la enviamos.

Continuamos 15 minutos más y de un momento a otro, ingresa una llamada de quien se identificó como Alias “Antonio”, miembro del frente 53 de las Farc, que opera Cundinamarca, Boyacá y el departamento del Meta.  Nos informó que la zona estaba rodeada y que no teníamos ningún permiso para ingresar, a lo que nos pidió el nombre y número de la persona que nos citó; hicimos una llamada conjunta,  Cristian se disculpó y hasta ahí un poco asustados… sin problema, pensamos, ya nos autorizan el ingreso.

Alias Antonio, pidió una confirmación de seguridad, pues al no tener permisos debía realizarla:  nombres, cédula, número de teléfono, lugar de residencia, barrio y con quien vivíamos, nos hicieron apagar todos los teléfonos, sin movimiento del vehículo y quedarnos conectados únicamente con mi celular – En línea.

Gustavo, en algún momento vivió una situación similar en una zona de manejo por grupos armados, no le vimos tanto problema; lo raro y que sí me comentó, es que no le habían pedido los contactos de la familia. Y de la inocencia más grande, había cosas que me parecían raras ¿Cómo una persona sabiendo que está en un lugar de zona roja, no pide autorización para la ejecución de una obra?

Nos informaron que iban a llamar a nuestras esposas e hicieron un Tri Line para confirmar que estábamos bien. Fueron 20 segundos, querían escuchar de nuestra boca que colaboraran y que estábamos con ellos, de inmediato cortaron la comunicación y nosotros inocentes seguíamos hablando.

Transcurrieron 20 minutos, nosotros esperando la autorización de ingreso, sin problema, me comunique con mi esposa de una forma diferente y por una red social le escribí, le mencioné “que estaba bien”, presentía que del otro lado algo estaba sucediendo y por cosas de la vida le mencioné “no les vaya a dar plata” y confirmado… me contestó, te van a matar, me pidieron 20 millones (después me di cuenta que eran 25).

De inmediato, le escribí que se comunicara con la esposa de Gustavo para que no diera dinero, lo intento, pero como estaba en línea seguramente con los mismos, no podía contestar.

Realmente no sabíamos los vejámenes a las que las tenían sometidas. Ellos, haciéndose valer de la información suministrada y todo tipo de artimañas psicológicas de muerte, terror y miedo, las presionaban a cada una por 25 millones de pesos, en una carrera contra el tiempo para entregar el dinero solicitado o en su defecto la muerte de sus esposos.

Teniendo el panorama claro, tomamos valentía de salir y devolvernos, arriesgándonos el encuentro de ese grupo armado y que, de ser así, probablemente no estaríamos contando esta historia. Le colgamos la llamada y por una trocha, lejos de la ciudad y con miedo de no volver a ver a nuestros seres queridos, emprendimos la huida.


Mas adelante, encendimos en teléfono, y vía a la Calera llamamos a nuestras esposas, familias y allegados para decir “ESTAMOS BIEN, NOS VOLAMOS”.

Rebobinando lo sucedido, nos damos cuenta exactamente que somos muy ingenuos y que este tipo de “personas” si así pudiera decirles, tienen un plan muy bien elaborado. Esta tan bien hecha su estrategia que uno cae inocentemente y termina brindando toda la información de nuestros seres queridos, a quienes finalmente en cuestión de 10 minutos les arrebatan su tranquilidad.

Afortunadamente no pasó nada, se interpuso la denuncia y desgraciadamente para estas personas tampoco pasará. Quedamos en empate técnico, golpeados en nuestra autoestima y tranquilidad, que se recuperó al pasar de las horas.
 
Doy gracias a Dios por cuidarnos, por la valentía de nuestras esposas que, aunque asustadas lograron mantenerse en pie, a nuestros hijos que no entendían la dimensión de lo que pasaba diciendo “a mi papá lo atraparon los malos”.

Al final, pudimos abrazarlos y hacerles saber que, aunque estamos en el país del sagrado corazón, sagradamente cualquier cosa puede suceder.

Iván Santisteban

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