Me parece que este señor, cuyo nombre de pila es Federico Gutiérrez, usa una máscara que si se la quita aparece Uribe. No tiene talante, educación, ideas, pensamiento, estructura, y por eso no se expresa como un candidato a la presidencia. Algún columnista habló de una actitud gaminesca.
Cada vez que habla da a entender que apoya la protesta social, pero si aparece el primer vándalo ordenaría actuar al Esmad y a otros agentes encubiertos, y ya el mundo conoce los resultados de ese tipo de decisiones: decenas de asesinados, mutilados, mujeres violadas y jóvenes desaparecidos. Él sabe que los vándalos en su inmensa mayoría nada tienen que ver con los jóvenes que protestan por un futuro que el uribismo y demás les han quitado, luego de que Lleras Restrepo, hace medio siglo, y López Pumarejo, hace más de setenta años, les dieran una perspectiva de futuro.
Las únicas ideas de crecimiento que este señor Fico esboza son las de la confianza inversionista, pues es un radical fanático del mercado cuya doctrina entrega generosos subsidios a las grandes empresas sin que estas les retornen al Estado; y la cohesión social que perpetúa subsidios para los más pobres, subsidios y nada más porque no hay cambios estructurales que los beneficie para romper el cinturón de precariedades y de vulnerabilidades que nunca deja de apretarlos por eso se van de este mundo sin saber que otra vida y otra sociedad es posible: segregados del primero al último día, empujados a la violencia, a la informalidad y al narcotráfico. Es la expresión máxima de inequidad que con violencia se expresa desde la masacre de las bananeras, hace casi un siglo.
El modelo de Fico es sencillo: el estado para reprimir (seguridad antidemocrática), el neoliberalismo para la hiper concentración de la riqueza y de la desigualdad (confianza inversionista con baja productividad y sin innovación pero si desindustrialización reemplazada por importaciones que sirven para lavar activos del narcotráfico y de la corrupción), y limosna a los pobres (cohesión social sin educación de calidad y sin oportunidades para todos) con el fin de mantener neutralizada la protesta social. Un efectivo fascismo latifundista del siglo XXI.
Fico, al igual que todo el fanatismo uribista acuartelado en el Equipo Colombia, al que pronto se sumará el Bloque del Centro Democrático, no tiene un proyecto de país, una idea de desarrollo, una lectura del mundo. Tiene una habilidad extrema para decir cínicamente que la oposición no tiene propuestas, cuando el país lo que necesita son ideas “concretas”, “pragmáticas”, que solucionen lo que el uribismo ha generado: inseguridad, concentración, clientelismo, corrupción, violencia, injusticia y destrucción de la justicia, pobreza perpetua e ignorancia suprema. El resultado, un estado saqueado, en déficit, endeudado, exportador de narcotraficantes, de guerrilleros y paramilitares que asolan al vecindario amigo o enemigo, y que tiene fuera de control más de la mitad del territorio nacional.
Fico niega que es uribista, pero sí levanta la mano de primero cuando le preguntan si haría alianza con Uribe en primera o en una eventual segunda vuelta, luego de que Zuluaga llegue rendido al Equipo Colombia donde también tienen acciones a más del imputado Uribe, Vargas Lleras, los Char, los godos, el Contralor Pipe Córdova enemigo de Fajardo, y el Fiscal Barbosa, otro enemigo de Fajardo, al que acusa por no adivinar la tasa de cambio.
El Equipo Colombia con el Bloque del Centro Democrático, son los que han aprobado tantas leyes malas y negado tantas buenas en estos tres años eternos con Duque.
El riesgo de que Colombia quede una vez más en las peores manos, corre por cuenta de la centro izquierda que en la confección de las listas para el congreso ha mostrado ser un plato roto en mil pedazos. La ambición de los Galán y las incoherencias de la Alianza Verde de las muñecas, impidieron que la Coalición Centro Esperanza tuviera listas únicas y cerradas, como pedían De la Calle y Fajardo.
Inexplicable irresponsabilidad individualista con una nación agobiada por la maldad de quienes lo han gobernado y quieren seguir gobernando, al no ir unido el centro a las elecciones de marzo. Lo harán para la primera vuelta en mayo, donde pueden ganar si Fajardo es el candidato. Si la oposición al régimen inmoral, es decir, el centro y el Pacto Histórico no ganan la mayoría del Congreso, es por culpa de ellos, porque hay el riesgo de que la ciudadanía se desencante, confunda e indigne, y quede en manos de quien compra su voto, pues para eso Duque torció la Constitución Nacional con el fin de financiar con nuestros impuestos la campaña del clientelismo y la corrupción.
No hablo de Petro en esta ocasión porque reparte avales a diestra y siniestra con tal de sumar votos sin darse cuenta que al mismo tiempo resta. No aprendió de Lula, Bachelet, Lagos, menos de Merkel ni del actual primer ministro alemán, ni de Mujica, y de otros que supieron tejer coaliciones duraderas para ganar y gobernar. Por eso, más el odio desbordado y lleno de mentiras agitado por los ultra contra él, jamás será presidente.
Finalmente, la ciudadanía debe exigir que el empresariado diga a quién apoya, cómo y por qué. En el borde del precipicio Colombia necesita transparencia. El juego por debajo de la mesa entre políticos y empresarios, se robó las instituciones. Deben devolverle a la nación la dignidad y todo lo que esa alianza le ha quitado.