Ganadores y perdedores del acuerdo paz

Recuerdo en un lejano 2012 una noticia que muy pocos se imaginaban escuchar, el país se enteraba que el gobierno nacional, liderado por el entonces presidente y futuro Nobel de Paz, Juan Manuel Santos, se encuentra “explorando” con el entonces grupo armado de las Farc, la posibilidad de un acuerdo de paz.

Durante mis clases de periodismo de aquella época recuerdo que todos intentábamos imaginar qué pasaría ahora, cómo serían y qué implicaría eso, el cese de los secuestros –al menos de parte de ese grupo-, el alto al fuego entre esa guerrilla y el ejército y ver si a futuro otros grupos se empezaban a unir a esos intentos.

Fue hasta el 2016 que pudimos ver la firma del acuerdo como tal, habíamos visto los diálogos de la Habana, el desastre del plebiscito y la sorprendente campaña ganadora del NO, las declaraciones de un sorprendido expresidente Uribe que se notaba que no tenía nada que proponer tras haber ganado la contienda. Mientras me preguntaba cómo haría Santos para salir de predicamento, el gobierno sacó un as bajo la manga para poder seguir con el acuerdo.

Han pasado 4 años desde la firma, todavía siguen conociéndose nuevas aristas en esta historia, una de las preguntas que me hago ahora es: ¿quiénes han ganado y perdido durante todo este proceso?

Uno de los grandes perdedores ha sido este gobierno, aunque ganó con el impulso del No y el apadrinamiento del ahora excongresista Uribe, su promesa de campaña de “reformar” los acuerdos ha quedado solo en su frase de “paz con legalidad”. Es cierto que ha ayudado a continuar con la implementación, pero su actitud y forma de referirse a estos le ha pasado factura, por una parte, no ser capaz de cumplir con lo que era una de sus principales promesas de campaña ha afectado –entre otras muchas cosas- la imagen del presidente Duque con sus votantes, y por esa misma promesa, incluso incumplida, buena parte de la población desaprueba su gestión.

El Centro Democrático se ha nutrido de esta situación, al menos lo hizo al iniciar el gobierno de Duque, ha intentado en 3 ocasiones reformar los acuerdos, este discurso desgastado ha sido la columna vertebral de la política del partido desde que se fueron conociendo detalles de los avances del acuerdo.

Inicialmente el sector campesino se ilusionó ante la promesa de una reforma agraria realmente incluyente, pero lamentablemente la tan espetada “Reforma Rural Integral” nunca llegó, uno de los puntos más importantes del acuerdo no se cumplió, ni en la administración Santos y mucho menos en la de Duque, la cual se apartó del proyecto de la ONU que buscaba garantizar y hacer cumplir los derechos de los campesinos.

En este mes el campo fue protagonista –nuevamente- por estar en crisis, cultivadores de papa que tuvieron que hacer presencia al lado de las vías para que les compraran sus productos, en redes se empezó a cuestionar la utilidad de tratados de comercio que importan productos que le quitan espacio a los productos nacionales que producen nuestros campesinos.

Las víctimas han tenido momentos reparadores –si se pueden llamar así- y desalentadores, el hundimiento de las curules dice mucho de buena parte de los intereses del sistema político, las víctimas para muchos importan, importan en época electoral, como bandera política o para limpiar la imagen pública, nada más, ni nada menos.

El partido Farc de forma tímida y demorada ha empezado a hablar de crímenes de lesa humanidad y secuestros que cometió mientras era un grupo armado, este lento proceder da un entendible sin sabor a las víctimas, todavía no ha aprendido que ya no se necesitan primeros pasos a la verdad, si no grandes saltos de honestidad, quienes perdieron a seres queridos desean saber qué pasó o por qué lo hicieron.

La Justicia Especial Para La Paz tiene investigaciones y audiencias privadas, da la sensación de que no existen avances, por ello, algunas víctimas prefieren otras entidades como La Fiscalía.

El trato entre estas dos entidades de justicia no ha sido exactamente amigable, la Fiscalía en poder del cuestionado Néstor Humberto Martínez desde un principio fue una fuerte contradictora de la JEP, sumado a que este último organismo ha sido tímido a la hora de mostrarse como una institución clave para revelar hechos desconocidos del conflicto.

Hablemos de las Farc, ahora como partido político, este se ve perdido, no ha podido consolidarse como una fuerza política alternativo, acepta su pasado en armas, pero no se han visto muchas iniciativas que generen simpatía o interés en la población, la lenta aceptación de hechos del conflicto hace dudar de sus intenciones de revelar hechos de su pasado.

Ellos deberían estar hablándole a la sociedad sobre sus actos, si bien es cierto que sus testimonios están quedando registrados en la JEP, debido a que este ente de justicia sigue en investigaciones y no es claro cuando vayan a mostrar parte de sus avances, depende del partido tomar iniciativas que lo lleven a conectarse con la población. Los escándalos de los ahora prófugos, Iván Márquez y Jesús Santrich, tampoco los ha ayudado mucho.

El partido debe llevar el ritmo de declaraciones que ayuden a reparar y crear políticas sociales, tristemente, los excombatientes también llevan un complicado reto, permanecer vivos, asciende a más de 200 la cantidad de firmantes del acuerdo de paz que han sido asesinados. Suficiente tienen con el abandono en sus nuevos hogares.

En la parte económica, la inversión extranjera se ha visto impulsada por los acuerdos, ya sea inversión para fines empresariales o medioambientales, Duque ha aprovechado para pedir recursos para ayudar al proceso de paz, de paso también reunir fondos para cuidar el medio ambiente. Esta es una de sus principales políticas internacionales, parecer alguien comprometido con la paz y el medioambiente.

Las bandas criminales se han hecho un festín con todo esto, debido a que el gobierno ha fallado para cubrir las necesidades sociales y hacer presencia militar en las zonas anteriormente dominadas por las extintas Farc, grupos armados se han expandido y aumentado su influencia en zonas en donde antes tenían poca o nula presencia. No veo a largo plazo que esta situación mejoré.

 

Debido a la falta de implementación de los acuerdos, no se ve fácil que otras organizaciones como el ELN se sienten a negociar, con las FARC se tenía la ventaja de que toda la estructura respondía al Alto Secretariado de Las Farc, que hacía de “junta directiva”, el ELN funciona de forma distinta, cada columna móvil es independiente.

Lo que parecía ser un acuerdo que uniría a la sociedad se ha convertido en una lucha de poder político y diferencias ideológicas, todo al tratar de responder una pregunta muy válida, qué significa la paz y cómo se logra.

Espero que en unos años cuando vuelta a escribir de ganadores y perdedores del acuerdo, veamos un alentador cambio en la balanza.