Partiendo de 4 problemas: la corrupción, la pobreza y la desigualdad, la polarización, el populismo y el fanatismo y el bajo crecimiento económico, cada día que pasa la situación de Colombia se hace más crítica y más difícil de sobrellevar. Con lo poco que se salva en un país en donde la corrupción, la pobreza y la desigualdad son las reinas, el panorama no es muy alentador.
Un país en llamas en donde unos a otros nos enfrentamos a diario, en donde en vez de remar todos para el mismo lado, estamos en lados tan opuestos de la balanza que el rico cada día es más rico y el pobre cada día es más pobre; porque acá no hay término medio a pesar de haber clase media. Vivimos en un país en donde máximo el 10 % de la población vive en condiciones privilegiadas y con privilegios no me refiero a ser rico ni millonario, me refiero a tener garantizada una vida digna y decente compuesta por trabajo, techo, salud, educación, transporte, entretenimiento, vestuario y mínimo 3 comidas al día, que es el mínimo derecho que debería tener cada uno de los 48 millones de colombianos pero que acá son privilegios gracias a la corrupción.
La correlación entre el empleo y la dinámica económica del país es evidente, la desaceleración de la economía y la alta tasa de desempleo en los 7 meses de pandemia no pudieron esconder más tiempo nuestra oscura realidad. Empresas que vivían de su día a día quebradas en 30 días, empresas saliendo de sus empleados y dejándolos con una mano adelante y la otra atrás ya que a muchos los sacaron sin pagarles la primera quincena de marzo, sin liquidarlos y hoy aún les deben todo, empresas que evidentemente nunca midieron el riesgo que les implicaba no pensar en que operar como empresa tiene riesgos, que hay que estar preparados para afrontarlos y asumirlos con ética, honestidad e integridad.
Pero de lo malo hay que sacar lo bueno, no agonizaron, no se preocuparon, su falta de planificación hizo que el fracaso les llegara de sorpresa.
La semana pasada dejé estás preguntas sin responder, a la deriva, las dejé flotando en el aire de la incertidumbre ya que ni yo misma sé responderlas, démosles respuesta teniendo en cuenta lo que he leído, lo que he conversado, lo que he tertuliado con gente que creo sabe:
¿Cuánto tiempo nos demoraremos en llevar la economía colombiana a las cifras que mostraba a febrero de 2020?
Tenemos este escenario:
Entre abril y junio de 2020, el PIB de Colombia disminuyó un 15,7%. Es la peor caída registrada en Colombia desde que existen series estadísticas. De acuerdo con analistas, encuestas y sondeos, para el tercer trimestre de 2020 el rango de recuperación estuvo entre el -9% y el -5%, para el último trimestre el pronóstico de crecimiento de la economía está en un rango entre -7.65% y -5.9%.
Retomando las estrategias tomadas frente a una política macro pesimamente planteada concluyo que:
La contracción económica y consecuentemente la desaceleración se dan por el aislamiento de la población y la parálisis subsecuente de actividades de gran importancia y aporte para el PIB (excepto las esenciales) que mandaron la producción al piso (fabricas que tuvieron que parar su operación por tener sobre producción llevando al país camino a una deflación y miles de puestos de trabajo perdidos), tasa de desempleo por la nubes (llegamos a 21.6% hablando solo de 20 millones de empleos formales ya que las estadísticas del DANE no incluyen el empleo informal), la reducción del ingreso y, en consecuencia, del gasto y el consumo, de la demanda de bienes y servicios lo que implicaba baja en las ventas, que se convierten en una cadena ya que lo uno lleva a lo otro, a la inversa y en sentido contrario, por donde se mire el resultado negativo va a ser el mismo.
Dicen a febrero de 2020 la economía colombiana venía a buen ritmo, pero ¿qué es buen ritmo?: ¿Empresas y personas endeudadas hasta el moño que no aguantaron un mes sin ventas ni trabajo? ¿Agricultores que venden un bulto de papa en $10.000 (125 libras a $80 cada libra) y en el supermercado 5 libras cuestan entre $2.650 ($530 libra) y $8.500 ($1.700 libra) dependiendo si es D1 o es Carulla? ¿Qué un hogar compuesto por 4 personas tenga un ingreso por debajo de $1.029.732 ($257.433 por persona al mes, $8.581 diarios) para no ser pobres? ¿Qué el 36% de los colombianos sean pobres? ¿Qué el 73% de los casos de corrupción reportados constituyan corrupción administrativa o en el sector público?
Teniendo en cuenta todas estas preguntas – afirmaciones ya que lo dicho y las cifras son ciertas, pienso que las cifras que reporta la economía colombiana son el maquillaje más burdo que hemos permitido nos hagan desde siempre. Estas cifras que les presento por lo menos para mí no son sinónimo de buen ritmo sino todo lo contrario. Y mientras la Auditoria y la Contraloría sean yo con yo, no es mucho lo que podemos hacer por no decir nada.
¿Cuánto tiempo nos demoraremos en llevar la tasa de desempleo a un solo digito teniendo en cuenta que las mediciones en los indicadores de desempleo solo se hacen frente a la contratación formal en una economía que tiene un 50% de informalidad?
Esto para mi tiene un trasfondo más grave y es que mientras el SMMLV sube un 6%, el transporte, la salud (tarifas en clínicas, centros médicos y odontológicos y precios de medicamentos), la educación (pensiones, matriculas, útiles escolares y uniformes), la comida, la ropa, el entretenimiento, los servicios y otros rubros, crecen a un ritmo y no anual sino muchas veces mensual, trimestral o semestral (como es el caso de la comida, los productos de aseo, los abarrotes y otros productos de supermercado) del 12 al 20% y no hay quien los controle, y yo me pregunto ¿qué equilibrio hay aquí?
Las condiciones laborales de la mayoría de colombianos son para que nos sentemos a llorar, hay una serie de personajes nefastos que creen la esclavitud aún sigue vigente, no tienen la más mínima consideración y empatía por gente que por física necesidad se despierta a las 4:00 am para poder preparar su comida y la de su familia (pocas veces con carne, pescado o pollo, muchas veces con arroz y huevo o con arroz y pasta), asear la casa, lavar y planchar la ropa, dejar listos a sus hijos para irse a estudiar y a las 5:30 o 6:00 am coger un articulado o bus repleto de gente y caminar varios kilómetros, mínimo 2, para llegar a trabajar a las 7:00 u 8:00 am, después salen de la oficina a las 5:00 o 6:00 pm, llegan a su casa entre 8:00 y 9:00 pm y empieza la historia: hacer comida, revisar tareas, arreglar uniformes, lavar la loza de la comida y acostarse a dormir entre 11:00 pm y 12:00 am. Les presento la vida del empleado promedio en Colombia.
Entonces que prefieren muchos: la informalidad, la mendicidad, la delincuencia… Es el mismo sistema el que con su desprecio y su indiferencia la promueve, la genera y la impone.
¿Cuánto tiempo se tomara que los ingresos en los hogares se normalicen y el gasto y el consumo vuelvan a los niveles pre pandemia?
Colombia nunca ha sido normal ni será normal. Mientras lo que nos caracterice sea el egoísmo, la indiferencia, pensar solo en nuestro bienestar y que no nos importe lo que le pasa a los demás, llamar normalidad a algo es un atrevimiento.
¿Queremos volver a la vida que teníamos antes del coronavirus? ¿Para qué? Por lo menos ahora somos un poco más iguales ya que el virus nos trata a todos por igual: no conoce status social, ni cultural, ni económico, no sabe cuántos millones tenemos en la cuenta bancaria, no conoce religión ni raza, no sabe si somos gerentes u obreros, no sabe si tenemos seguro médico o nos subsidian los que pagan impuestos y contribuciones, el virus es lo único que nos ha tratado por igual en los últimos tiempos.
Sin embargo según los que saben esto se demora. Antes de 2 años no empezarán a vislumbrarse cifras positivas y antes de 5 años no tendremos un “buen ritmo”, lo que para mí sigue siendo un mal y doloroso chiste ya que esto que yo les presento hoy es lo más cercano a lo realidad y es lo que me dice y me dicta mi conciencia.
Cada semana les contaré sobre los avances que vea, pero también les contaré sobre cada retroceso y decisión mal tomada.
Feliz inicio de semana para todos.
María Eugenia Saldarriaga O. | Consultora experta en marketing, reputación e imagen corporativa y lealtad y fidelización de clientes | Cel. 310 3216527 | [email protected] |