La mujer ha luchado mucho para llegar a un estatus de igualdad a lo largo de la historia. Logrando importantes avances sociales, especialmente en el siglo XX, para que el nuevo feminismo de tercera ola eche todo por tierra y lo avanzado acabe cayendo debido a su resentimiento y olor a armario de ropa vieja y sucia de las nuevas justicieras del género.
Se está instalando un nuevo totalitarismo. No es el totalitarismo clásico, este de ahora se disfraza de falsa progresía y mermelada de fresa, de moralidad rancia, de infantilismo, de presunta defensoría del desfavorecido. Pero en realidad cuando pueden sacan las garras afiladas para, de un zarpazo, eliminar a quienes les incomodan, y además robar a garra suelta todo lo que les permite el poder de sus cargos.
Hablar de evidencias biológicas (básicas) no te convierte en transfóbico. Discrepar de una política social basada en privilegios subjetivos no te hace un homófobo o misógino. No se dejen engañar. La cultura de la censura, el matoneo moral o la cancelación que ejercen sobre opiniones discordantes, por el contrario, SÍ es puro fascismo. Y hay que decírselo alto y claro.
Me encanta el deporte en general porque, aparte del azar o un mal día, casi siempre gana el mejor: el que más se entrena, el que tiene más talento para una prueba, o el que mejor sabe jugar sus cartas. A diferencia de la política, donde llegan arriba legiones de inútiles, pero con insuperables dosis de maldad e inmoralidad. En el deporte de élite de poco valen las palancas o los apellidos, el que vale, vale, y el que no, sale del juego.
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Deporte femenino, tocado
El deporte femenino, lentamente, va ganando fuerza. Se va profesionalizando al tiempo que surgen estrellas, con las estrellas llegan los sponsors y el público llena las gradas de algunos eventos. Eso que lleva pasando durante décadas, está en serio peligro de venirse abajo.
Los movimientos políticos que, supuestamente, quieren defender a las mujeres, están legislando aberraciones jurídicas que, al eliminar el género dejando todo en escala de grises, permiten que algunas pruebas también las puedan competir transexuales o directamente hombres. Resultado: frustración y eliminación de la competencia femenina porque el hombre a igualdad de condiciones, en la mayoría de los casos, biológicamente tiene un cuerpo más fuerte o rápido. Asistimos en Estados Unidos a disparates de carreras de atletismo, natación o combates de boxeo en los cuales la mujer dejó de competir porque transexuales se les colaron por la vía rápida. Eso no es igualdad, es retroceso y ataca y perjudica a las propias mujeres.
Estos políticos son tan descarados que nos quieren convencer de que criticar sus políticas regresivas nos convierte en malos ciudadanos. Por ejemplo, que ‘trans’ reclusos vayan a cárceles de mujeres, o permitir la pederastia consentida en niños, o que adolescentes puedan cambiar gratis de sexo a los 15 años sin permiso de sus padres… Y encima señalan de reaccionarios o nazis a quien osa a cuestionarles. Pues no.
Lacras sociales
Nuestra sociedad, lamentablemente, tiene muchas lacras: enfermedades incurables, accidentes de carretera, asesinatos, suicidios… Todas ellas son un drama particupar para quienes las padecen y sus familias. ¿Pero se han preguntado por qué, en todo el mundo y al mismo tiempo, la única que han puesto en el centro de la polémica es la violencia de género?
No es de lejos la que, por números, genera más víctimas mortales. Por ejemplo, en la Unión Europea, hay 50 veces más de muertes por suicidios, especialmente en jóvenes, que por Violencia de género. Mientras que a una lacra le dedican cientos de millones de euros, crean miles de charlas-seminarios, abre noticieros todos los días… de la otra casi ni se habla. ¿Por qué a nuestros políticos no les preocupan los suicidios? ¿porque no da votos? ¿No es polémico? o porque no segrega la sociedad como sí la VioGen.
Tengo claro que es por esto. Ciertos temas no venden, no movilizan, no dan para robar. Al contrario, lo ocultan. Generan un sentimiento de culpa en el entorno de la víctima y da hasta vergüenza hablar del tema. Todo lo contrario pasa con el nuevo feminismo woke, que se aprovecha de la figura de la mujer y la usa como elemento disruptor de la sociedad. Para dividir, para generar tensiones, olvidando la noble causa de la igualdad entre todos los ciudadanos. Que seamos libres de verdad.
¿Estafados?
El 99% de la población tiene otras preocupaciones diarias al margen de las estériles polémicas identitarias. Deben emplear sus esfuerzos en cosas del día a día como llevar comida a su casa, mantener el empleo o pagar colegios o las facturas que no perdonan todos los meses. Ese mismo 99% no está en contra ni de los trans ni de los homosexuales, ni de las mujeres ni de nada. No tiene tiempo, solo quiere vivir en paz y que no se sienta saqueado por los impuestos que paga y que se pierden en derroches y en tanta bobada clientelar.
Resulta curioso como estas neojusticieras de la igualdad se olvidan de las estadísticas en las que la mujer es realmente beneficiada en el esquema social actual. Por ejemplo, el 90% de las muertes en guerras son hombres, al igual que el 83% muertes en accidentes en el trabajo; el 81% de los sintecho de las ciudades principales también son hombres, así como el 71% de los asesinados violentamente, o el 65% de los suicidios… mientras que sólo el 18% de las custodias en las separaciones entre parejas heterosexuales son para los hombres. Para todo esto, la búsqueda de la igualdad no importa, se distraen de la causa. Realmente el patriarcado opresor del siglo XXI no oprime tanto.
Políticas identitarias fracasadas
A día de hoy, y después de varios años de implantación de políticas woke en países como Estados Unidos, Reino Unido, Argentina, España o Suecia, nadie puede afirmar que las mujeres mejoraron su calidad de vida. Es mentira. Solo mejoró sustancialmente la economía de las que están cerca del poder y se aprovecharon de las subvenciones y de esas redes clientelares, pero estructuralmente todo sigue igual o peor. Es una gran estafa identitaria. Una más.
Especialmente lamentable es el caso de España, donde el desempleo femenino juvenil es el más alto de Europa, y paradójicamente, por defecto de forma, la nueva Ley de Género ya ha beneficiado a más de 700 violadores de mujeres y niños, reduciendo sus condenas o incluso sacando a la calle a los reclusos. ¿Las mujeres? Que más les da, mientras desde el ministerio se garanticen sus dádivas y puedan regar de subvenciones a los amigues, y con eso les vale.
En este punto. Solamente las mujeres pueden desenmascarar esta gran estafa. Levanten la voz las millones que no se sientan representadas por unas iluminadas de nuevo cuño. Iliminadas que se presentaron como la gran revolución, pero solo han demostrado ser la gran involución de la libertad, de hombres y de mujeres.