Hay que acabar con los pobres

En Colombia este título puede ser alarmante, dada nuestro prontuario de masacres y asesinatos permanentes. Pero no se trata de esa violencia. Se trata de economía y de sociología pero que también presenta resultados tristes y que golpean.

La ANIF publicó recientemente un documento técnico de la Pobreza Multidimensional. Este indicador de pobreza integra datos de cinco dimensiones, por eso es multidimensional: Condiciones educativas, Condiciones de la niñez y juventud, Trabajo, Salud, Condiciones de la vivienda y servicios públicos. Pasó de 17.5% en 2019 a 18.1% en 2021. Muestra que no pasó mayor cosa con la pandemia. Es probable, porque los cinco grupos no tienen relación directa y rápida con el ingreso (un poco la dimensión de trabajo) y es de más largo plazo porque mide más las consecuencias de la pobreza. Las conclusiones de ANIF, técnicas ellas, pueden ser entendidas por alguien neófito (como somos casi todos los colombianos en este tema) que el choque de la pandemia contra los pobres no ha sido grande y que el actuar inercial del capitalismo sigue su lento pero seguro camino de sacar de la pobreza a los menos favorecidos (aunque desde 2012 es especialmente lento y en 2018 la tendencia se acabó, pero retornó en 2019).

No corresponde a los reclamos que se escuchan de la gente pobre. Según el informe de Prosperidad Social con la metodología del Banco Mundial para calcular la Pobreza Monetaria:

  • Los pobres pasaron de 35.7% en 2019 a 42.5% en 2020; pobres son aquellos que tienen menos de 5.5 USD/día/persona (equivalente a 276,600 $/mes/persona). Entre ellos, la pobreza extrema pasó al 15.1% (menos de 2 USD/día/persona, equivalentes a 126,000 $/mes/persona).
  • Los vulnerables pasaron de 32% en 2019 a 30.4% en 2020 (se fueron a los pobres); la clasificación se hace entre 5.5 a 13 USD/día/persona, es decir, por debajo de 653,781 $/mes/persona).
  • La clase media pasó de 30.1 a 25.4% (impacto más fuerte) (se clasifica por estar entre 13 y 70 USD/día/persona, es decir, por debajo de 3’520,360 $/mes/persona).
  • Y hasta la clase alta fue impactada porque pasó del 2.2% al 1.7% en el mismo periodo (¡que pequeña porción, solo 210,000 colombianos!) en donde se encuentran aquellas cuyo ingreso está por encima de 70 USD/día/persona, o 3’520,360 $/mes/persona.

Y tiene unos ejemplos que vale la pena observar para una familia de 4 personas (padres y 2 hijos, o la madre y 3 hijos): si vive con $549,400 por mes o menos, ya está en pobreza extrema, o con 1’326,752 por mes será pobre (no es ni un salario mínimo), o con $2’615.124 por mes será clase vulnerable (no alcanza con 2 salarios mínimos), o con $14’081.440 por mes o menos será clase media. Son cifras de 2020 que hay que actualizar a 2022 por tasa de cambio y por inflación, ambas al alza. Se ve duro. Se comprende como poco a poco, en estas condiciones frente a los salarios e ingresos esperables en el mercado, la gente se va empobreciendo y cada vez sea más difícil escapar de la llamada trampa de la pobreza.

Este indicador de Pobreza Monetaria que mide más las causas, sí muestra bien que pasó un desastre con la pandemia. Aquí hay conclusiones fuertes. La pandemia echó la escena 12 años atrás en cuestión de pobreza, con una advertencia: no es cierto que el capitalismo siga “sacando” gente de la pobreza poco a poco; al menos en Latinoamérica paró desde 2012 (CEPAL en su informe Panorama Social en América Latina, 2021): llevamos una década en que no es así. En Colombia paró la tendencia en 2018.

Y afectó la desigualdad, por supuesto. Con la pandemia el indicador de GINI (no es el mejor indicador pero es el usual) pasó de 0.505 a 0.537 después de las trasferencias del Estado a los más pobres.

En esta semana que pasó vimos a un Gobierno reclamando a la FAO su informe en que advierte de una posible crisis alimentaria, no de alimentos. Pero ¿qué puede tener de sorprendente según la información anterior (en este artículo) y si además la advertencia no era nueva?: ya el año pasado lo habían advertido en igual sentido (Caracol, 2021). Y los expertos locales también: “En Colombia, el 54,2 % de la población vive en inseguridad alimentaria mientras que se desperdician 10 millones de toneladas de alimentos anualmente”, concluye el informe de la Red de Bancos de Alimentos Nacional (Abaco) y la Cámara de la Industria de Alimentos de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), presentado a principios de diciembre pasado” (El Universal, 2022). Lo realmente importante es que la historia muestra que el hambre sigue a la pobreza, y las revoluciones siguen al hambre. Revoluciones que tanto tememos pero que poco prevenimos.

Si a esto se le suma que la inflación que va subiendo, no solo localmente (lo cual no es buena noticia porque quiere decir que los instrumentos monetarios disponibles (subir la tasa de interés) pueden no funcionar), le pega directamente y más fuerte a los pobres. Es decir, empeorando la condición de los pobres. El acumulado anual del IPC en enero para hogares pobres y vulnerables fue de 8.29 y 8.31%, lo cual significa que el regalo del aumento del salario mínimo con el que el Gobierno quería mostrarse como gran benefactor, era un regalo fugaz como advertimos, y peor, a través del error circular que tenemos (y que hay que corregir) en la indexación de precios de bienes y servicios al salario mínimo terminó ayudando a que la inflación fuera mayor en enero.

En esta época, atafagada con miles de comentarios por el asunto político con miras a las elecciones, se encuentra uno con advertencias del tipo “aún estamos a tiempo”. Yo veo que siempre hemos estado a tiempo, siempre hemos tenido las evidencias en nuestras narices. Pero los dirigentes que hemos elegido perseguían otro objetivo. El resultado está a la vista: el país sumergido en corrupción con una pobreza creciente y sin esperanza. Y claro, la gente por obvias razones sintiendo que hay que cambiar pero sin cultura política para encontrar cómo cambiar. La desidia en general con la que la gente ha entendido (o no ha entendido) la importancia de las elecciones es la causa habilitadora: los que les parece aburrido el tema y no votan, los que venden el voto “por un tamal”, los recalcitrantes de la derecha que no han querido entender que no se debe avalar la corrupción con la disculpa de una ideología, y todos los que ya metidos en el tema se dejan encantar por los caudillos con sus promesas que ya sabemos que no van a cumplir (nuevamente por ideología).

Tomé de las redes esta partecita de una película de 1964 (¡hace 58 años!) de Cantinflas, El Padrecito, que de “cantinflesco” no tiene nada: “¡No! si es un error querer acabar con los ricos.
Hay que acabar primero con los pobres. Acabando con la pobreza… pues habrá más equidad en el mundo
”. Y la equidad devuelve la seguridad y abona la prosperidad. ¡Sí teníamos tiempo! Los dirigentes (políticos y económicos) que hemos tenido son los culpables ejecutores. No queda duda.

@refonsecaz