Séame permitido dar lectura a una cortas pero sentidas palabras que he pergeñado para esta ocasión tan especial en la que se le rinde un merecido tributo de admiración y respeto a nuestro gran amigo Horacio Serpa Uribe.
Horacio Serpa se ha caracterizado por ser un hombre honesto, leal y de sólidos principios. Me explico: con su ejemplo, signado por su transparencia diamantina, ha podido demostrar palmariamente, contra todos los pronósticos, que se puede ser político y honrado a la vez. Su lealtad a toda prueba y su apego a sus principios tutelares, así llueva, truene o relampagué, se han mantenido incólumes a lo largo de su dilatado e intachable periplo, haciendo de él un obligado referente en el ejercicio de la política en Colombia.
Cuanto más en cuanto que en los tiempos que corren, escasean los dirigentes de su talla y su talante, cuando el transfuguismo y el travestismo político es la nota predominante y las ideologías, como dijera Jean-francois Revel, han devenido en simples señales de tránsito.
Horacio Serpa, el Líder, el Aguerrido luchador y el Fogoso orador, todo escrito con mayúsculas, ha sido un hombre de dura cerviz, que no se ha doblegado ni ante el halago ni ante el arma innoble de la infamia. Horacio es de aquellos que llamamos en mi tierra de una sóla pieza, hilo hasta el carreto…Y, para que me entiendan mejor, los remito a mi Lexicón de guajirismos. Aunque, como dice el Padre Lineros…tú sabes!
Y, para terminar o, mejor dicho, no puedo terminar sin aludir a Rosita Moncada de Serpa, porque uno no puede hablar de Horacio sin hablar de Rosita, su otra mitad. Lo que se predica de él se predica de ella, ya que ellos comparten principios y valores, de tal suerte que las virtudes de Horacio son las virtudes de Rosita y viceversa. Rosita es la sombra de Horacio y Horacio es la sombra de Rosita. Tal p´a cual!
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