Una de las grandes “ventajas” que nos está dejando la pandemia del coronavirus, es el descubrimiento de dos cosas; la primera, descubrir ese impresionante desorden institucional que tiene el país y su normatividad, y la segunda, es el descubrimiento de la falta de capacidad y la falta de inteligencia de los altos mandos gubernamentales.
A lo primero: Cuando los gobernantes en Colombia (presidente, gobernadores y alcaldes) quisieron tomar en serio el covid 19, no sabían qué hacer, porque además era un tema de salud pública. Pocos alcaldes son médicos. Lógico era suponer que la primera atención la tenían que hacer los encargados de la salud, pero los gobernantes (léase presidente, gobernadores, alcaldes) equivocaron los roles y dejaron avanzar los contagios sin ninguna reacción ante la pandemia y luego fueron los decretos de orden público los que empezaron a descuadrar el tema, hasta que por fin los gobernantes cedieron para preguntarles a los de salud qué era lo que estaba pasando y cómo debían actuar. Esa falta de entendimiento de los gobernantes se presentó porque ellos creen que por el solo hecho de haber sido elegidos, saben de todo. Primera gran lección. Casi que no lo entienden.
Nadie estaba preparado para esta pandemia, pero ellos se hicieron elegir porque dijeron saber administrar el Estado y lo mínimo que se requería era inteligencia.
Y, ¿en qué lugar reside la inteligencia?.
Por eso alabé a Claudia López, porque la primera medida que dictó fue de salud: No entran aviones al país a contagiar y luego prohibió la circulación y los grupos de personas, para evitar que el virus entrara al país y para evitar los contagios cara a cara. Esas fueron medidas de orden público, pero referentes a la salud. Gritona, alegona, peliona, pedante, grosera, pero hizo lo que había que hacer.
Y de ahí en adelante, la vergüenza; un país que conoció que la plata que toda la vida se han robado los dirigentes y los concesionarios, había podido servir para los hospitales que hoy no tienen servicios de urgencias, sin camas, sin UCIs, sin recursos hospitalarios, con profesionales de la salud vergonzosamente mal pagados y mal contratados.
Y aquí nace mi primera incertidumbre institucional: Y, ¿cómo van a recuperar los hospitales, una vez pase la pandemia?. Pues, como ya pasará el virus, “ya para qué se invertirá”, será la respuesta de los gobernantes.
Otro descubrimiento es la vergüenza en el sistema de comunicaciones en pleno siglo XXI. Un país sin internet, sin buena telefonía, con unos operarios débiles en sus plataformas, sin capacidad de respuesta nacional, con miles de poblados alejados de los hechos por comunicaciones inservibles y unos gobiernos incapaces de proporcionar semejante elemento tecnológico hoy tan necesario para el desarrollo de los pueblos. Primero salieron corriendo a hacer decretos para inmovilizar a la ciudadanía, para posibilitar los contratos de la urgencia manifiesta y luego a comunicarlos. Pero la comunicación debe ir acompañada de la solución y la solución fue encerrar a los habitantes, que lo único que conocieron fue el miedo, el que fue difundido a través de las redes sociales, porque no existe buen internet o con buena capacidad. Tampoco existió buena comunicación. Y seguramente pasada la pandemia, los gobernantes no invertirán ningún peso de los presupuestos en mejorar los sistemas de comunicación, porque “ya para qué”.
Otro descubrimiento ha sido la vergüenza nacional por la falta de agua potable en gran parte de la población colombiana, a la que le piden diariamente que se lave las manos para matar el virus, manos lavadas con aguas sucias, mal tratadas e impuras, que aumentan las enfermedades. Y pasada la pandemia, no invertirán en saneamiento básico y agua potable porque “ya para qué”. Otra incertidumbre institucional.
Otro descubrimiento han sido las escandalosas intervenciones del Procurador General y Contralor Nacional, disparando acusaciones a diestra a los gobernantes, las que terminaron siendo a siniestra, pues de todo lo que dijeron, casi nadie se robó nada, pues las investigaciones terminaron en cero investigaciones. Ya se va el Procurador haciendo mucho ruido y dejando muy pocas nueces, con una aspiración presidencial, la que seguramente le será competida por el Contralor que sigue en el cargo, haciendo el mismo ruido y seguramente con las mismas pocas nueces.
Y esa es otra incertidumbre institucional, porque el Procurador y el Contralor no trabajan para favorecer al Estado y a sus habitantes, sino para la propaganda electoral propia, con recursos del Estado y 200 periodistas al lado replicando hacer lo que de verdad no hacen.
La gente del común no cree en las instituciones, en la presidencia, en los gobernantes, en las decisiones, en las investigaciones de la procuraduría, en el cuidado de los bienes que debe hacer la contraloría, en la poca capacidad de reacción ante los hechos que afecten a la colectividad, en la falta de imaginación para generar empleo, en la incapacidad para conseguir recursos para incrementar la fuerza laboral, y en fin, la pandemia nos hizo un favor muy grande; nos mostró un país verdaderamente incapacitado en todas sus instituciones y en sus gobernantes, a los que a diario se les reclama soluciones de las que dijeron estar preparados cuando estaban de candidatos.
El presidente Duque no encuentra la ruta a seguir; no ha conseguido el respaldo pleno de la clase política colombiana, no tiene influencia en las clases sociales, los pobres no le ven respuesta a sus necesidades, no le da aliento a los agricultores, no tiene respuesta para el sector del transporte terrestre, no tiene respuesta para mandar, gobernar, dirigir, ordenar y presidir esta comunidad colombiana.
La incertidumbre institucional es grande y es preciso que sea alarmante, para que se enciendan todas las alarmas y haya una mejor respuesta, porque de lo contrario el gobernante próximo, seguirá gobernando de la misma manera que lo hacen los de hoy, porque estará apoyado por quienes hoy gobiernan al país de una manera tal, que lo único cierto es la certidumbre de que nadie maneja el país como debería ser.
Cuando Uribe nos dice “ojo con el 22”, tiene toda la razón y hay que atenderlo. No podemos equivocarnos más, necesitamos gobernantes que sepan gobernar.
Qué lección nos acaba de dar Estados Unidos eligiendo a Joe Biden, curtido en las lides políticas, con fama de serio, trabajador y humilde, con conocimientos de los asuntos públicos de gobierno, maduro en edad y muy formado para dirigir un país, y no acabado de salir del cascarón como sucede ahora con el de Colombia, montado para dirigir un avión emprendiendo un vuelo en el cual no sabe cómo se utilizan ni para que sirven esos instrumentos, sin ruta de viaje y llevándolo hacia un destino de grandes incertidumbres institucionales, porque tampoco ha podido encontrar donde aterrizar y en un puerto que sea seguro.