La autonomía regional: Alternativa de desarrollo

Enhorabuena, las corporaciones autónomas regionales del Caribe colombiano, tomaron la iniciativa de de reactivar el proceso de planificación regional que, lamentablemente, ha sido dejado de lado desdeñosamente en los últimos años. Como tuvimos ocasión de plantearlo, a propósito del Plan de desarrollo Hacia un Estado Comunitario(2002-2006), “lastimosamente el proceso de formulación del Plan de desarrollo Hacia un Estado Comunitario, no partió de la inserción en el mismo de los planes regionales de desarrollo, en ausencia de ellos, circunstancia esta que se debe, en gran medida, a la prematura disolución de las regiones de planificación, más conocidas como los CORPES”1. Allí quedó ese vacío que ahora se pretende llenar, empezando justamente por la región que lo lideró, hasta verlo truncado por el avaro revanchismo centralista que se resiste a ceder su espacio. Es la “tiranía del statu quo”, del cual nos habla Milton Fredman!

Ya se dieron los dos primeros pasos en tal dirección; el primero de ellos, fue la elaboración de un documento-base contentivo de la Agenda para el desarrollo sostenible del Caribe colombiano; luego, una mesa de expertos, integrada por estudiosos del desarrollo regional, se ocupó de su análisis y evaluación. El fruto de este ejercicio académico, que tuvo lugar en la Heroica el 8 y 9 de abril, se recogerá en una publicación, cuyos planteamientos se someterán al debate abierto, a través de talleres departamentales, hasta confluir en el Gran Foro Regional. Este último será el escenario propicio para la firma del Pacto social por el desarrollo sostenible del Caribe, en el cual se fijarán las tareas que el mismo demande y se definirán responsabilidades para cada una de las metas trazadas concertadamente. Esperamos que este buen ejemplo, digno de imitar, cunda y más pronto que tarde veamos las demás regiones del país retornando a la senda de su fortalecimiento y autonomía.

Con la Constitución de 1991 se dio un avance sideral, al reconocer la autonomía de las regiones, las cuales pueden llegar a constituirse en entidades territoriales2, al tiempo que reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana3. Colombia, desde siempre, ha sido un país de regiones claramente diferenciadas unas de otras; podríamos decir sin hipérboles que en su unidad en la diversidad está su mayor fortaleza. Ello, sumado a nuestra vasta biodiversidad, hacen de Colombia un país excepcional, privilegiado por la madre naturaleza, lo cual se traduce en su importancia estratégica, la cual se ve potenciada por su ubicación geográfica, descrita por López de Meza como la esquina oceánica de América. Cada vez estamos más lejos de los vaticinios de Vasconcelos, de una “raza cósmica”4, como producto acrisolado de la fusión de las distintas razas superstites en Indoamérica después de la independencia. Lejos de ello, a pesar de la mezcla y del mestizaje, ellas se resisten a desaparecer y la afirmación de su identidad le sirve a manera de eje articulador en su devenir idiosincrásico, sin perjuicio del sincretismo propio de su devenir histórico.

En el mundo moderno tenemos que pensar globalmente, pero actuar localmente; este comportamiento es el que se ha dado en llamar glocal, para significar que no nos podemos dejar encandilar por los destellos del “cosmopolitismo”, poniendo en peligro “…los puentes de comunicación construidos con sangre y paciencia”5. Y la sangre, como lo sostiene el literato David Sánchez Juliao, tiene memoria! El mismo propende por la homogenización cultural de los países globalizados por parte de los países globalizadores, arrasando de paso con la identidad de nuestros pueblos, avasallándolos, para imponer su cultura “global” y su visión totalizadora. Todo ello está en juego en este momento, cuando se negocia con la cabeza gacha el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los EEUU. Tal parece que hubiéramos caído en la Servidumbre voluntaria que nos describe Etienne De La Boëtie, de quien “…no habiendo conocido nunca la libertad y no conociendo más que esta situación, sirven sin pena y hacen voluntariamente lo que sus predecesores habían hecho por coacción”6.

No pudo ser más oportuno este llamado a somatén a las regiones, para que vuelvan por los fueros de su autonomía en procura de su desarrollo sostenible y de la así llamada por Castells la “sostenibilidad de la identidad humana”, que no podrá darse si queda por fuera de la Agenda interna que el país deberá atender para lograr su exitosa inserción en la economía global, si es que no quieren perecer en el intento. Es la manera, además, de salirle al paso al agobiante centralismo que ha vuelto a sus andadas y de qué manera. Manos, pues, a la obra o de lo contrario las regiones se quedarán a la vera del camino de los procesos de integración en marcha y en lugar de sacarle partida a los mismos, terminarán por padecerlos!

Ver documento completo: LA AUTONOMÍA REGIONAL, ALTERNATIVA DE DESARROLLO

Amylkar D. Acosta M. Acotaciones al Plan de desarrollo Hacia un Estado Comunitario. Bogotá, febrero 27 de 2003

2.  Constitución Nacional. Artículos 1 y 286

3. Constitución Nacional. Artículo 7

4 José Vasconcelos. Misión de la raza iberoamericana. Notas de viajes a la América del Sur. 1925

5 Manuel Castells

6 Etienne De La Boëtie. Discurso de la servidumbre voluntaria o el Contra uno