Para Estanislao Zuleta, “la borrachera colectiva” es un fenómeno social donde la multitud es incapaz de comprender la causa de una lucha, donde es capaz de darlo todo, hasta la vida, por una causa que no comprende. Pero, la falta de comprensión de la causa por la cual lucha, hace que quien se comprometa con ella sin argumentos convierta su opinión, es decir, su propia ignorancia, en la única razón de esa causa.
Generalmente, los que están en una “borrachera colectiva” son personas de escasos recursos a quienes les han lavado el cerebro haciéndoles creer que el político de turno es el cambio y dueño de la verdad absoluta. Quienes hacen la tarea de enceguecer a la ciudadanía son casi siempre los mismos; los que cambian cada cuatro años de partido político ocultando sus verdaderas intenciones, los periodistas y medios de comunicación quienes utilizan su buen nombre para convencer, las redes sociales bajo la premisa que, si se matonea hasta el límite, se logran los objetivos, las fake news que desnaturalizan la verdad y las hordas de fanáticos encargados de validar sus promesas de campaña.
Gustavo Petro es el presidente electo del país que provoco esta nueva “borrachera colectiva”, se alió con los mejores exponentes populistas y demagogos que, al pie de la letra lograron su objetivo. Su Pacto Histórico utilizó un término para refiriese a los ciudadanos que viven en la periferia y, quienes, han sido las principales víctimas de saqueos, violencia, narcotráfico y demás situaciones adversas por falta de oportunidades y presencia estatal. Los llamo lo “NADIES”, nada más peyorativo e irrespetuoso adjetivo para referirse a quienes han sufrido la guerra y el abandono estatal.
El mapa político después de las elecciones demuestra que la periferia eligió a Petro, que las regiones con mas problemáticas sociales creyeron en él, que la Colombia profunda pide a gritos que los miren y actúen a su favor. Sería bueno y de una delicadeza sublime, que retiren de su discurso ese término. Colombia es de todos, el pronombre indefinido “nadies” no deben existir en el nuevo gobierno, no debe utilizarse si en verdad los tendrán en cuenta.
Después de la borrachera viene el guayabo y después de la resaca se vuelve en sí. Ojalá que en el despertar; la pobreza ceda, la economía se torne sostenible, la desigualdad aminore y los grupos armados ilegales no sigan sitiando al país. Pero, si la situación se tornara difícil e inmanejable, se acabaría el idilio, ese “acuerdo nacional” quedaría en veremos y posiblemente habrá un “nuevo despertar” tardío. No es bueno vivir en un devenir infinito, con arrepentimientos y lamentos sociales. Gustavo Petro tiene la enorme responsabilidad de cumplir con su programa de gobierno y una gran oportunidad para dejar claro que es progresista sin intención de llevar al país al bloque comunista del siglo XXI.