Cuando se creía que la coalición de centro había definido la nómina de precandidatos para su consulta interna del 13 de marzo, apareció Ingrid Betancur lanzando su aspiración para competir con Carlos Amaya y Sergio Fajardo dentro del Partido Verde Oxígeno. Y de las selvas del Pacífico surgió el exministro Luís Gilberto Murillo a nombre de una colectividad de afrodescendientes. De esa manera se conformó un grupo de siete estrellas del universo centro.
Es claro que a la primera vuelta va íngrimo el jinete de la ultra diestra siniestra, y que el Equipo Colombia irá de la mano de los exalcaldes.
Por el Pacto Histórico, Petro armó una coalición como quiso para simular que ahí también hay pluralidad, diversidad y democracia.
De esta manera, Zuluaga va a la primera vuelta llevado de la rienda por Uribe y Barguill.
Por la derecha, Char, el otro bajito, en brazos de Peñalosa, seguido de las legiones de devotos del MIRA, de Cambio Radical y de pronto por el último César del liberalismo. Pero al candidato de la gorra lo acosa la sombra del juicio a Aída Merlano sobre la corrupción electoral de los Char y otros más. De esta manera podría no haber candidato de tiendas Olímpica y del Júnior de Barranquilla, caso en el cual Fico o Peñalosa serían los ungidos abrazados al uribismo.
Por el Centro Esperanza, el que sobreviva a la batalla de los siete egos. Y por el Pacto Histórico, ya se sabe.
En estas anda la política de la fallida democracia representativa de Colombia: atomizada, desconectada de la ciudadanía y de la realidad, alimentada por la superficialidad y el fanatismo ideológico de los grandes medios de comunicación.
El Nuevo Liberalismo llama a la sensatez
La necesidad de un discurso socialdemócrata para una transición más o menos tranquila que permita superar con verdad, justicia y reparación los años tristes y dolorosos del uribismo, está en el Centro Esperanza. Pero vienen enredados desde las elecciones del 2018 sin lograr consolidar una identidad: primero se llamó Coalición Colombia, luego Coalición de la Esperanza, ahora Coalición Centro Esperanza, ¿mañana cómo?
Tienen una plataforma programática bien lograda que descansa en los confines del olvido en su página web, porque cada precandidato parece que se hubiera apropiado de algunos pedazos de la propuesta para aparentar que unos y otros son diferentes. Así funciona el reality show en la decadente democracia representativa de Colombia.
Una alianza de identidades tan parecidas no puede tener cinco, seis o siete discursos dentro de un estrecho marco ideológico en el país más conservador y bárbaro de las Américas, donde una verdadera izquierda democrática no existe, porque la asesinan. El centro es una mezcla de liberalismo social y de verdes, que araña algo de la social democracia y que dispone de un discurso para superar algunos descuadres y desmanes del neoliberalismo en la economía, en la sociedad y en el Estado.
Sin embargo, la gente interesada en las elecciones está asombrada y confundida porque no sabe qué hacer con esa sábana tan grande de candidatos. La razón, después de las fotos de cumbres, conclaves y reuniones de urgencia, cada cabeza de la Coalición toma su camino para decir lo que le viene en gana.
Alguno apoya la revocatoria del alcalde de Medellín, otro no, y los demás callados, cuando la línea debería ser una sola, porque el lío del GEA es una crisis producto de un nepotismo salido de madre con un modelo corporativo poco ético y equitativo que facilitó la penetración de los Gilinski y de los árabes.
Otro dice que Colombia debe pasar la página de los últimos 20 años…….. mensaje que muchos entienden como un magnánimo trato al uribismo cuando la mayoría de colombianos no quiere saber nada de Uribe porque éste sólo está interesado en salvarse de los tribunales, desestabilizando las instituciones mediante la captura de los organismos de control y de la Fiscalía para que decidan a su favor. Por ejemplo, los dos fiscales, titular y suplente, se incapacitaron para no atender el 13 de enero la audiencia del proceso en contra del Determinador con el fin de dilatar la decisión de la jueza que posiblemente negará la preclusión de su expediente.
Sin embargo, Juan Manuel Galán, precandidato por el Nuevo Liberalismo dijo que la Coalición debe llevar solo tres candidatos a la consulta de marzo, lo cual es una posición sensata. De lo contrario saldrá maltrecha, porque la gente estará confundida y decepcionada de tantas ambiciones dispersas. Como dice Humberto de la Calle, afectaría tremendamente la votación para senado y cámara, en esas condiciones él renunciaría a liderar las listas, sepultando a la Coalición. Fin de la esperanza, bienvenidas la tiranía o la incertidumbre.
En cambio, si la Coalición llega con tres o máximo cuatro precandidatos, los debates serán interesantes y saldría fortalecida para la primera vuelta y enfrentar a Petro en la segunda. Si no logran afirmar su identidad será derrotada en mayo, En esas condiciones Colombia volvería a elegir como presidente otro personaje destructivo a nombre de los bárbaros, perfeccionando el tercer ciclo de la guerra que ya empezó y la impunidad que arrastra el imputado mayor de tanto crímen cometido en el segundo ciclo de la confrontación.
La abundancia de candidatos no es ejemplo de participación, es más bien una expresión de debilidad del sistema político en una democracia limitada y desviada de un proyecto de futuro para Colombia.