De nuevo las primeras páginas de medios de comunicación denuncian los atropellos y persecuciones que Daniel Ortega presidente de Nicaragua, cuya reelección se hizo en medio de múltiples denuncias y prácticas electorales oscuras, se hace evidente su condición de un presidente eterno.
A Ortega se le conoce como un gobernante que cada vez hace mayor gala de su autoritarismo y espíritu pendenciero. Sus peleas de larga data con la Iglesia Católica, con los medios de comunicación y la forma como enfrentó el estallido social en el año 2018 que dejó 355 persona muertas según el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos fruto de la violenta represión ejercida por las fuerzas armadas, a cuatro años de lo ocurrido, deja a muchas familias de las víctimas que fueron asesinadas o detenidas, sin verdad y sin justicia. Lo ocurrido en Nicaragua en el 2018 fue similar a la forma como, Iván Duque expresidente de Colombia respondió al estallido social del 2021.
Según Carlos Fernando Chamorro quien tuvo que salir de Nicaragua por la persecución que desplegó en su contra el gobierno de Ortega “el estallido de abril de 2018 es el inicio de una rebelión cívica espontánea “. El descontento por la excesiva centralización del poder, la corrupción y el ejercicio cotidiano de represión por parte de la fuerza pública, además de las reformas propuestas por Ortega fueron el origen del malestar ciudadano, malestar que aún continúa. De acuerdo a estas declaraciones de Chamorro fueron los jóvenes, como también ocurrió en Colombia, los verdaderos protagonistas de la protesta. Ortega es un gobernante autoritario, pero con pies de barro.
Porque los verdaderos pies de barro de Ortega se hicieron visibles tras las denuncias de la hija de su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo por la violencia sexual ejercida sobre ella, durante los años que vivió con la pareja. En una extensa carta Zoilamérica Narváez hace pública denuncia de que Daniel Ortega abusaba de ella desde que tenía 11 años. Denuncia que Ziolaamérica llevó ante los tribunales de su país y que su madre desestimó, diciendo que “estaba perturbada y manipulada por fines políticos “. Justificaciones que nos suena familiares por estos lados del continente.
También quisiera recordar la carta que la poeta nicaraguense Gioconda Belli le envío a la vicepresidente Rosario Murillo el 17 de junio del 2018 después de la brutal represión a su pueblo y en la cual recuerda lo ocurrido frente a las denuncias de su hija a Daniel Ortega: “No sé qué podríamos esperar de vos que no mostraste ninguna piedad con tu hija, carne de tu carne, sangre de tu sangre “
La valiente denuncia de la hija de Rosario Murillo y su impacto en el mundo político en los proyectos que se reconocen como progresistas , fue recordado recientemente en una excelente conferencia de la profesora y feminista Doctora Rita Segato cuando nos exhortó a quienes hacemos parte de fuerzas políticas de izquierda y feministas ,que denunciar esas violaciones contra los cuerpos de las mujeres , es también un hecho político y que no es hora de callar de cara a la guerra declarada por muchos políticos contra las mujeres en nuestros territorios .