No estábamos en vilo pero hemos tenido que guardar el champán para otra ocasión. Pensábamos que se iba, las apuestas estaban 95/5 , pero nuestro presidente Sánchez, más enamorado que nunca, acaba de comunicarnos que se queda, que se queda para seguir con más fuerza porque la democracia y la lucha por una sociedad mejor la encarna él.
Sánchez quiere una sociedad en la que los bulos que a él le atañen, que no son bulos sino indicios de delito que se han empezado a investigar, desaparezcan porque son fango y alimentan la mala imagen que el tiene de sí, que en definitiva es lo único que le importa.
Quiere amordazar la libertad de prensa, que fiscaliza ese poder que él ostenta. Quiere una reflexión colectiva, una sociedad limpia donde no haya barro, ni fango, que ensucie a su familia, a la propia y a la colectiva, ese que le aplaude y se vende por un par de bocadillos.
Para que esta regeneración se produzca, desaparezca el fango y él pueda volver a vivir tranquilo necesita dos reformas muy duras: la judicial y la de la libertad de prensa. O al menos es lo que yo saco en claro de este sermón propio de un dictador.
La judicial porque es el contrapeso a los desmadres, abusos y desfalcos del poder y es muy molesta. Les recuerdo que Pedro sólo es cabeza de un partido que es corrupto desde sus inicios pero es el primero que puede salir malparado si no pone freno a los casos que van llegando a los juzgados: ahora Begoña, se reabre pegasus, colea Koldo…
La de la libertad de prensa, de expresión, porque ya hay dos bandos diferenciados; los que comen del gobierno y no son capaces de hacer crítica, y los que miran con recelo y siguen de cerca sus actos y los enfrentan a la verdad, a la justicia y a la libertad a la luz de la razón.
Se vienen curvas, amigos.
Pedro, el omnipotente
Sánchez ha comenzado con un discurso emotivo, mientras lo escuchaba atenta pensaba que se iba, que la dignidad de él, su mujer y su familia había podido más en estos días de reflexión y tras saber que había visitado al rey… era lógico, ¿no?
Lo cierto es que el presidente en un golpe de efecto, tras este punto y a parte ha decidido lo contrario. Ha instrumentalizado, usado, manoseado y ensuciado la dignidad de su mujer – al ponerla de excusa para su propio beneficio -, de su familia – al hacer de algo familiar algo institucional-, de las instituciones – al poner al rey en su acto dramático -, a su propio partido y aplaudidores de actos – al traerlos a Ferraz para calmar su ego-. Ha conseguido hacer de una crisis familiar y privada un asunto de Estado, dejando la imagen de España aún más deteriorada en el exterior y haciéndonos creer que su problema nos afecta a todos. ¡Oiga, que ya tenemos cada uno suficiente con lo nuestro!
Dice que le duele vivir esta situación no por su persona, sino por lo que representa. Sigue Pedro demostrándonos que tiene un desdoble de personalidad agudo, pues no es más la persona que su cargo, pero el lo diferencia porque vive convencido de que él representa y aúna a España entera, la democracia y la regeneración social. Es Pedro el omnipotente.
Esto no va del presidente, ni de España, va de una persona incapaz para gobernar, estratega magnífico y guionista sin igual de cortinas de humo políticas. Va de un marido cuya mujer ha cometido actos de dudosa ética y aprovecha su cargo para librar una batalla contra la prensa, los jueces y ese sentido común que parece que en España falta. Parece un caballero andante, espada en mano, que defiende a su dama de rubios cabellos, de los malvados jueces y de la prensa que osan meterse con ella.
Dice Pedro en su discurso que si su mujer tiene que volver al ámbito doméstico España habrá retrocedido años de avance social. No, mire, la mujer del presidente cuesta mucho dinero de nuestros impuestos, en logística de seguridad por lo menos. Y volver al ámbito doméstico al menos la dejaría libre de ejercer negocios de dudosa ética. Además, que dejar de trabajar no tiene nada de malo, lo malo es estafar, delinquir, abusar, traficar con influencias para prevaricar…
No creo que nadie pueda salir reforzado de una situación así, pero Pedro es un maestro de la resistencia y seguirá al frente de España aunque las dudas sobre Begoña sigan investigándose en los juzgados. Por lo pronto ya ha conseguido cuatro días de vacaciones antes de tomarse un puente y pasarle el marrón de la sospecha y la preocupación sobre la dignidad de Begoña a esa gente que le vota y aplaude como focas, por un bocadillo.